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El auge de las sintéticas: así ha cambiado el consumo de drogas en Colombia

06/10/2020: NOTICIAS.

La posibilidad de una regulación, las características de los actuales consumidores y los riesgos de las drogas emergentes, entre los puntos claves para entender esta problemática. Entrevista.

COLOMBIA: Catinonas sintéticas, éxtasis adulterado y ketaminas comercializadas como 2CB han sido detectadas por el Observatorio de Drogas de Colombia, del Ministerio de Justicia. (Shutterstock)

Infobae conversó con los especialistas Julián Quintero y Pablo Zuleta, quienes dan un panorama sobre la problemática del consumo de drogas en el país.

El sociólogo Julián Quintero es el director de la corporación Acción Técnica Social (ATS), que, por medio de programas como ‘Échele cabeza’ busca generar y difundir información sobre sustancias psicoactivas (SPA) para la reducción de riesgos. La corporación colabora con el Observatorio de Drogas de Colombia del Ministerio de Justicia con la recolección de pruebas y el análisis de sustancias.

Pablo Zuleta, médico, especialista en psiquiatríaes el director del Área de consumo de drogas, salud pública y educación del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (CESED), de la Universidad de los Andes. Desde hace 13 años está dedicado al trabajo en adicciones y farmacodependencia.

Las drogas que más se consumen, ¿cuáles son?

Pablo Zuleta (PZ). Siguen siendo las drogas legales, el alcohol y el cigarrillo, respectivamente. En cuanto a las ilegales, son la marihuana y la cocaína, según la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas de 2019 del DANE.

Julián Quintero (JQ). Hay que destacar que, en los últimos años, ha habido un descenso sostenido del consumo de alcohol y cigarrillo en todos los grupos poblacionales, en buena medida por la regulación, que comenzó unos 25 años atrás. Ahora, es el auge de las drogas de síntesis, como el éxtasis, el LSD y el 2CB.

En Colombia, ¿quiénes son los mayores consumidores?

JQ. No solo en Colombia, sino en el mundo, sigue siendo la población entre los 18 y los 25 años, jóvenes que están en el mayor esplendor de la experimentación, con cierta independencia económica, autonomía adulta y en contextos de poca prohibición.

PZ. Uno de los grupos etarios en los que ha aumentado el consumo es el de los jóvenes entre los 12 y los 17 años. En cuanto a los grupos especiales, se ha comprobado que el que más consume es el de la población de habitantes de calle, siendo el bazuco la sustancia predilecta.

¿Cómo es ese consumidor joven de ahora?

JQ. Es un consumidor que pregunta más, que tiene mayor educación en sustancias ilegales que la que quizá tuvieron sus padres en drogas legales, como el alcohol. Es un consumidor sin miedo al estigma, más reflexivo y crítico. Por supuesto, no falta al que se le va la mano, si bien sabe lo que está haciendo.

El consumidor de ahora tiene mayor educación en sustancias ilegales que la que quizá tuvieron sus padres en drogas legales, como el alcohol.

PZ. Específicamente los consumidores de sustancias emergentes, son jóvenes con personalidades dispuestas a correr riesgos, con información básica sobre lo que contiene la sustancia que piensan consumir. Son personas cuyos vendedores les ofrecen nuevas drogas porque consideran que, por su experiencia histórica, van a estar dispuestas a ese consumo.

¿Qué opinan sobre una regulación de sustancias psicoactivas?

PZ. Lo primero es que dicha regulación debe girar en torno al consumo como un problema de salud pública; para avanzar en ella, se necesita un marco regulatorio, cuya existencia depende de los de parámetros generales de lo que es la oferta del producto y, para ello, debe estar legalizada la producción (…). Cada sustancia necesitaría un marco regulatorio específico, en el que se determine, además, qué tan problemático es su consumo.

La regulación es algo complejo, pero, de cualquier modo, si se quisiera comenzar un proceso con alguna sustancia, esa debería ser la marihuana.

JQ. En cuanto al tema de la regulación, siento que nos han hecho pensar que no estamos listos, si bien ya hay familias que aprendieron a lidiar con el consumo en sus casas, y en las comunidades ya hay negociaciones con consumidores. La pandemia atrasó varios temas que estaban listos, hay dos proyectos de ley para la regulación de la marihuana para uso recreativo.

El consumo de marihuana, ¿qué tan problemático es en comparación con el de sustancias legales como el alcohol y el cigarrillo?

PZ. El consumo de sustancias psicoactivas, legales e ilegales, mayoritariamente no es problemático. Casi todas las personas que consumen alcohol, marihuana o cocaína no tienen afecciones en su rendimiento básico, tampoco una afectación inminente en su salud, si bien la mayoría de ellas puede implicar un riesgo a mediano o largo plazo. Es diferente el caso del cigarrillo, cuyo consumo representa un riesgo latente continuo, a pesar de que no afecta la funcionalidad del sujeto por embriaguez, como sí lo hace el alcohol: uno no puede trabajar borracho, por ejemplo.

JQ. Los riesgos en salud de las sustancias psicoactivas ilegales están más asociadas a la mezcla con el alcohol, este es el verdadero inconveniente. Los impactos de drogas como la marihuana, en comparación con el alcohol, son mínimos, en términos de convivencia, violencia intrafamiliar y accidentes de tránsito.

¿Hay alertas frente a las drogas de síntesis?

JQ. Sí, en pocos días vamos a lanzar una alerta con el Observatorio de Drogas de Colombia —del Ministerio de Justicia—. En las muestras analizadas hemos encontrado catinonas, utilizadas para rendir y suplantar al Mdma y al éxtasis. En el 2CB se han hallado altas concentraciones de ketamina, sustancia depresora que, mezclada con alcohol, pueden desembocar en la muerte; de hecho, esta sustancia en Colombia es una mezcla de polvos que tiene poco porcentaje de pureza, lo cual aumenta el riesgo, porque quienes la consumen no tienen ni idea de qué están metiendo, mucho menos de los efectos adversos.

¿Cómo informar a los jóvenes sobre los riesgos de consumir sustancias sin caer en una apología al consumo?

PZ. Con lupa. En muchos casos, la información sobre prevención termina siendo una invitación a consumir, asociada a los niveles de riesgo que implica hacerlo; en otros, se sobredimensionan los riesgos del consumo, por lo que se pierde credibilidad. El proceso de divulgación sobre los riesgos debe ser muy bien concertado, en especial frente a los canales para hacerla.

En muchos casos la información sobre prevención termina siendo una invitación a consumir; en otros se sobredimensionan los riesgos de consumo, por lo que se pierde credibilidad.

JQ. Dejando de lado el discurso del prohibicionismo y, contrario a ello, generando información que pueda salvar vidas. Se trata de explicarles cómo la dosificación, saber qué se está consumiendo, la compañía mientras se consume, las condiciones previas de salud mental y hasta el entorno en que se compran las sustancias puede reducir los riesgos. Ante la imposibilidad de ganarle la guerra a las drogas, hay que buscar la manera de convivir con ellas.

Fuente: Infobae

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