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Miradas feministas al abordaje del uso y dependencia de drogas desde el Proyecto Malva de FSC

Miradas feministas al abordaje del uso y dependencia de drogas desde el Proyecto Malva de FSCLa perspectiva de género es necesaria en el ámbito de drogas por el estigma, aún latente en nuestra sociedad, hacia las personas que presentan consumos problemáticos y, en el caso de las mujeres, en relación a una fuerte penalización por alejarse de lo que se espera socialmente de ellas, tal y como se señala en esta guía.

Igualmente, se mantiene que ciertos consumos son incompatibles con las expectativas de la feminidad, lo cual tiene consecuencias graves. Algunas de estas consecuencias se refieren a la invisibilización de los consumos de las mujeres, tanto del tipo de consumo (por ejemplo, mayor consumo de hipnosedantes, con y sin receta y de otras drogas legales) o el modo en que consumen (mayores consumos en soledad, lo que dificulta su accesibilidad a recursos asistenciales); estigmas hacia las mujeres consumidoras, directamente relacionados con el género y su sexualidad (atribuyéndole la imagen social de “mala madre”, “viciosa”, “fracasada”… lo cual tiene un fuerte impacto en la salud individual y colectiva) o mayor rechazo y abandono de las mujeres con problemas de adicciones (se ha demostrado que llegan en más proporción solas a los servicios de tratamiento).

En esta guía, recientemente presentada, también se indica que las mujeres recurren más tarde y más deterioradas a los recursos especializados en drogodependencias. Ello es debido a que las barreras de acceso y permanencia en los mismos, están relacionadas con las penalizaciones de género y las “lógicas androcéntricas” de los servicios.

  • Datos desagregados por sexo: debemos desagregar los datos para visibilizar la realidad estadística de mujeres, hombres y personas no binarias, pero cuantificar a las personas que acceden al recurso no es suficiente; es necesario aplicar un análisis con perspectiva de género –“PG”- (considerando los roles, mandatos, estereotipos y estigmas), que nos permitirá comprender qué hay detrás de las cifras.
  • Indicadores de género: es importante elaborar indicadores de género, tanto cualitativos como cuantitativos, en la evaluación. Estos se formulan considerando las actitudes, creencias y sistemas de valores en función del género, así como de la relación de las mujeres con y en el recurso (acceso, permanencia, toma de decisiones, etc.).
  • Formación de profesionales y voluntariado en las teorías feministas del género: es imprescindible que las personas que trabajan en drogas estén formadas en “PG”, preferiblemente de manera presencial, vivencial y a través de metodologías participativas.
  • Enfoque Integrado de Género y acciones específicas: la “PG” no es un tema o punto y aparte en el proyecto o programa; es una cuestión transversal, por lo que debe estar presente en todas sus fases. Paralelamente, debe acompañarse de acciones específicas para promover la equidad.
  • Dotación presupuestaria con “PG”: resulta imprescindible dotar de recursos financieros a las acciones específicas y al fomento de la transversalidad de género.
  • Lenguaje no sexista e imágenes no estereotipadas y diversas: es fundamental que, en la redacción de los proyectos, informes y memorias, así como en el diseño de materiales, utilicemos un lenguaje inclusivo, que evite el masculino genérico y la terminología sexista. También, que hagamos uso de imágenes, colores y formas no estereotipadas y que fomenten la diversidad.

La perspectiva de género debe visibilizar y contrarrestar “desequivalencias estructurales” existentes en la sociedad y, por tanto, ser una herramienta de cambio hacia la equidad. Según insiste el equipo técnico del Proyecto Malva de FSC, “no estaremos aplicando la PG si partimos de enunciados generalistas que carezcan de base teórica feminista o si reforzamos desigualdades”.

Otra idea clave de este documento se refiere a que un buen ejercicio sería plantearse desde cero el recurso/intervención incorporando la “PG” y descubrir qué cambios serían necesarios para, posteriormente, llevarlos a cabo. No hay que perder de vista que los recursos asistenciales, así como muchos tratamientos terapéuticos, según se mantiene, se idearon en un momento en que básicamente los hombres los demandaban y acudían a ellos.

También, en esta guía se determina que es imprescindible poner a las mujeres en el centro. En este sentido, desde el Proyecto Malva de FSC se afirma que “tenemos mucho que aprender de las estrategias que han desarrollado a lo largo de sus vidas para resistir y sobrevivir a las violencias sufridas por el hecho de ser mujeres y, por otra parte, consumidoras. Ellas son expertas en sus propias realidades y deben ser las protagonistas en los recursos”.

Tal y como se hace constar en la contraportada de esta guía, la mirada de género es una necesidad, una cuestión de derechos y de efectividad de las intervenciones. De ahí la importancia de esta iniciativa, impulsada desde nuestra entidad, elaborando esta guía sobre perspectiva de género en el ámbito de drogas, que ofrece recursos y herramientas con este fin.


Acceso a la guía:

https://www.drogasgenero.info/wp-content/uploads/Libreto_DrogasGenero_Malva_2020.pdf

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