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Evitar recaídas en la droga en la cárcel tras la abstinencia por la COVID

13 julio, 2020 |

Redacción

Almería, 13 jul (EFE).- Durante la cuarentena y el estado de alarma por la COVID-19, la entrada de drogas en el centro penitenciario El Acebuche de Almería ha sido prácticamente inexistente, algo que ha provocado una abstinencia entre los consumidores que ha dado pie a una campaña para evitar las recaídas con la vuelta a la normalidad.

«La intervención en el ámbito de las drogodependencias es una de las prioridades de la sociedad en general y especialmente de un centro penitenciario. En ese sentido, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, hace todos los esfuerzos posibles por velar por bienes jurídicos tan importantes como el derecho a la vida y a la salud de los internos», según ha dicho a Efe el director del Acebuche’, Miguel Ángel de la Cruz.

El director también subraya el tratamiento penitenciario que se da a los recursos y ha asegurado que «el interno que tenga la sensibilidad de captar estos mensajes, puede aprovechar muy positivamente» esta campaña.

Bajo el lema ‘Vidaestra. Contágiate de vida’, esta campaña pretende que los reos no vuelvan a caer y que sus familiares y amigos no les proporcionen droga en sus visitas al centro, para lo que cuentan con elementos como cartelería y diferentes mensajes, incluidos también como pegatinas en los sobres en los que reciben sus medicamentos.

«Has hecho lo más difícil, no te mueras ahora consumiendo», «¡Has aguantado sin consumir! Sin ver a tu familia, tus amigos? ¿Por qué lo vas a hacer ahora?» o «Si consumes metadona fuera de programa: Sólo tienes que pedir entrar», son algunos de los mensajes que reciben los reclusos en este programa que juega con el concepto de «vida extra» de los videojuegos.

En Almería, dos jóvenes, la granadina Alba y la murciana Lidia, que realizan sus prácticas en El Acebuche tras opositar como psicólogas al cuerpo superior técnico, son las encargadas desde el pasado lunes de hacer que este programa sea un éxito, colaborando para ello con todos los engranajes de la prisión almeriense.

«Nos parece un programa fundamental, queremos aportar nuestras ideas y recursos», dice Lidia a Efe, mientras Alba apostilla que tiene tres áreas diferentes, una para los sanitarios, otra para el área de seguridad y vigilancia, y una tercera para el equipo técnico que incluye diversas acciones como talleres informativos sobre el riesgo de consumo, de preparación de permisos ante posibles «recontactos» con la droga en el exterior, e intervenciones individuales para los más vulnerables.

«Muchos dicen que están contentos -por lo conseguido durante el estado de alarma- pero existe el riesgo de que vuelvan a consumir. Se trata de reforzar este logro y motivarlos para que siga siendo así», afirman.

Con esto en mente, esta semana se creará un equipo técnico que englobe a todos los colectivos y áreas del centro penitenciario, en el que se abordarán más acciones a poner en marcha con los internos.

El riesgo es alto, pues tras esta abstinencia la sobredosis es una realidad que no se puede ignorar. «El cuerpo acaba acostumbrándose a un nivel de tolerancia. Con la situación que han vivido, ha bajado y si toman la misma dosis, existe este riesgo», apuntan. Por eso, su atención se centra en aquellos que ya tuvieran factores de riesgo, ya sea por sobredosis previas, un mayor aislamiento, situaciones emocionales o personales más negativas.

De esta forma, se va desde las actuaciones grupales a intervenciones individuales, con ejercicios y planes motivacionales, dependiendo de cada caso. Y, además, incidiendo en la concienciación a lo familiares, para que cuiden de ellos sin intentar pasar droga durante algún contacto en el centro, ya que ésta suele ser la principal vía de entrada a pesar de los estrictos controles de las prisiones.

Las psicólogas lo tienen claro: la cárcel «ofrece una oportunidad» a los adictos porque es más fácil acceder a un programa de drogodependencias y aporta una «vida muy estructurada, con una serie de rutinas que ayudan a favorecer el autocontrol.

«Hay internos que han consumido durante muchos años, muchas veces de forma relacionada con el delito y no se les ha dado atención sanitaria hasta que han entrado en prisión. Es aquí dónde tienen la posibilidad de asistir a este tratamiento». «Si han obtenido una vida extra por el confinamiento, ahora se trata de que no la desaprovechen, ya han hecho lo más difícil en ese sentido», concluyen . EFE

fuente: La Vanguardia

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