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Fallece Abel Cagiao, uno de los hijos de la madre coraje contra la droga Carmen Avendaño

Foto de archivo de Carmen Avendaño, presidenta de Érguete, asociación de ayuda al toxicómano Foto de archivo de Carmen Avendaño, presidenta de Érguete, asociación de ayuda al toxicómano -- M. MORALEJO

NOTICIAS: 13.02.2021

Desde Asociación Antidroga Vieiro de Carballo.
Transmitir a Carmen y familia nuestro más sincero pésame por la perdida de Abel.
También lo hacemos extensible a tod@s los que forman parte de Érguete.

Del dolor de esta mujer, cuya situación personal fue llevada al cine por Gerardo Herrero, nació la asociación Érguete.

 

Pontevedra – El  jueves falleció en Vigo, a los 50 años, Abel Cagiao Avendaño, uno de los cinco hijos de Carmen Avendaño, presidenta de Érguete y miembro del consejo de dirección del Real Club Celta de Vigo. Abel Cagiao fue una de las víctimas del narcotráfico al engancharse a la heroína a comienzos de los años ochenta, en un momento en que toda una generación de jóvenes se vio afectada por el consumo, malogrando sus vidas y, de paso, causando estragos en muchas familias. Carmen Avendaño, que vivía en el barrio obrero de Lavadores (Vigo), ya había iniciado el combate contra los narcotraficantes gallegos, grandes y pequeños, fundando en el año 1984 la asociación de madres Érguete, a raíz de la adicción de otro de sus hijos, pero la caída de otro hijo más fue el impulso definitivo a su lucha, que todavía prosigue.

Del dolor y la rabia que le generaba la situación de su hijo Abel, uno de los dos que se engancharon a las drogas, y viendo que le ocurría lo mismo a muchas vecinas y conocidas suyas, surgió un movimiento de madres coraje que se movilizaron contra importantes narcos de la época y que pronto cobró relevancia nacional. Esta situación personal quedó reflejada años después en la película Heroína, de Gerardo Herrero, en la que Adriana Ozores interpretaba el personaje de Avendaño.

 

Los miembros de la asociación Érguete, sus compañeros de lucha durante todas estas décadas, han querido mostrar todo su cariño a Carmen Avendaño y arroparla en su dolor. «Todos os traballadores e traballadoras, socios e socias de Érguete, e a familia adoptiva da loita e exemplo de Carmen Avendaño, queren mandarlle todo o seu cariño e forza polo falecemento do seu fillo no día de onte. Levaba tempo enfermo, pero como a súa nai, nunca deixou de loitar», explicaron este viernes en un comunicado. «Estamos profundamente afectados por esta situación, el creceu da man da asociación, como cada un dos fillos de Carmen. Perdemos a un compañeiro, un exemplo de superación para nós, pero a vida é así, e máis nestes tempos. Agora quedan as lembranzas e as ganas de loitar polo soño que comparte coa súa nai, unha sociedade mellor, máis xusta, e con máis oportunidades para todas e todos», señalan desde Erguete.

 

Las muestras de cariño hacia la fundadora de Erguete, que fue un ejemplo internacional del coraje de las madres de los drogadictos en la lucha contra los narcotraficantes, no han cesado desde el fallecimiento. Antes del inicio del encuentro de este vierne entre el Real Club Celta y el Elche en Balaídos, la directiva del club vigués también hizo público su pesar por la noticia que afectaba a una de sus consejeras más queridas. El alcalde de Vigo, Abel Caballero, se acercó al velatorio de Pereiró para darle el pésame a Carmen Avendaño y su familia en nombre de la ciudad.

 

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Es y será para la historia la más reconocible de las madres coraje, aquellas madres contra la droga que se apostaban frente a los locales en los que se vendía a sus hijos y a otros hijos aniquiladores de vidas en polvo. Pero Carmen Avendaño es más que aquella heroína con su lucha llevada al cine o a los capítulos de Fariña, que, con firmeza, asegura no haber visto. «Me da vergüenza».

Carmen fue la hermana mayor de diez hermanos, la que vigilaba que los demás hicieran los deberes y tuvieran la casa familiar de O Calvario ordenada. «Siempre les levantaba los castigos, me daban pena». Fue estudiante en la Escuela de Comercio hasta que en tercero se cansó de aprender con libros prestados. Avendaño también es la mujer que se empleó en los comercios del grupo Almacenes Romero, y la que se casó a los 20 años y lleva toda la vida con Jaime, que escucha y asiente. También es la que empezó a sentir la fiebre política con el PCE pero que se afilió, como su abuelo, al PSOE. Fue incluso la primera presidenta de una asociación de vecinos de Galicia, la de Lavadores en 1979.

Avendaño, además de ser ahora la presidenta de la fundación Érguete, fue la pequeña empresaria que montó un taller de fabricación de pantallas de lámparas, que enviaba solo para Galos 200 a la semana. Ella fue la concejala de Vigo y después de Cangas, de cuando parecía que el PSOE nunca volvería a tener representación allí tras la revuelta contra Lois Pena.

Ella es la bisabuela, abuela, madre y madre coraje de los hijos que le hicieron luchar contra la droga y recorrer media España por las cárceles de Galicia, Andalucía, Barcelona, Teruel… detrás del rastro penal de los suyos y de otros que necesitaban aliento, «porque a un hijo hasta lo puedes echar de casa si te roba o te destroza para drogarse, pero si acaba en la cárcel, ahí no puedes fallarle». Carmen revela que no solo atendía a los presos, también a sus parejas. «¡Cuántas llevamos a abortar en aquellos años a Oporto! Eran niñas, adictas muchas también, que en un vis a vis se quedaban embarazadas. ¿Qué futuro les esperaba a aquellos niños?», se sigue preguntando.

Ayudar como puede

«Mi madre servía la comida a los diez hijos y siempre dejaba uno de los platos vacío. Decía que no llegaba para todos. Entonces cogía con el cucharón un poco de cada plato para dar al que no tenía nada». Y en eso sigue Avendaño, en ayudar como puede. Sus reuniones y conversaciones telefónicas dan cuenta de ello.

Carmen habla, incluso a los que la rodean y no conoce, pero que ponen mirada de saber de quién se trata. «No acabo de asumir ser tan famosa. Yo no me encuentro gente, a mí me encuentran».

Sí se encontró, sin embargo, una vez a Esther Oubiña, la mujer ya fallecida de Laureano, con quien las tiene tiesas en el juzgado. «Volábamos a Vigo y coincidimos una al lado de la otra con solo el pasillo por medio. Ella, fría; un témpano. Y al llegar a Peinador no lo pude evitar. Me puse a su lado y acercándome al oído le empecé a insultar gravemente. Ella seguía andando, y yo detrás, sin parar de hablarle a la oreja. No dijo nada. ¡Fría, muy fría!», infinitamente más que el dueño de un bar de la calle Lepanto de Vigo que le dio un puñetazo por manifestarse ante su local.

Y es que Avendaño dice exactamente lo que piensa. Se lo dijo a los jóvenes a los que en los setenta vio por primera vez esconderse en Lavadores para fumar algo. «¿Qué fumáis?», les increpó. «Un porro. ¡Es mejor que el vino!», le dijeron riendo.

Un día, harta, tras encontrarse una china de uno de sus hijos en casa, le pidió a un cuñado que le liara uno. «¡Quiero probarlo de una vez!, no puede ser para tanto, todo es sugestión», argumentó a su familiar para convencerlo. «Pero no. Estaba haciendo la comida y todo me empezó a dar vueltas. Dejé de ser yo, y me costó controlarme».

No fue casualidad

Tras décadas de pelea contra las drogas, hoy piensa que «no fue casual que al principio se introdujese la heroína sobre todo en barrios de hijos de trabajadores», especialmente donde la efervescencia política y sindical era más intensa.

Es apasionada, de la vida y del Celta, donde mucho tiempo fue la única mujer de su consejo de administración, y «la única de izquierdas también», dice riendo. «Son bastante conservadores». Confiesa que trató de dimitir hace nada y así se lo planteó al consejo. «No me dejaron y eso que allí yo también digo lo que siento, como cuando fui la única que votó en contra de la compra de Balaídos. Una ciudad no puede desprenderse de bienes públicos».

Y si hubiera un consejo del PSOE, Carmen Avendaño tiene bastante claro lo que diría: «Seré socialista hasta que me muera, pero el partido ya no me estimula. Llegó demasiada gente a lograr trabajo», remacha esta mujer y madre coraje.

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