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La UAD de pontevedra ya atiende a más adictos al alcohol que personas drogodependientes

Un hombre en la puerta de acceso de la UAD. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

NOTICIAS: 23-11-2020

Asiste a personas con más de 70 años que beben «cantidades excesivas» no conscientes de que «tienen un problema»

La Unidad Asistencial de Drogodependencias (UAD) lleva funcionando en la plaza de Valentín García Escudero desde el año 1992, pero hoy guarda ya pocas similitudes con sus orígenes.

En la actualidad asiste a cerca de mil personas con distintos problemas de adicciones que han ido cambiando conforme han evolucionado los tiempos. Su responsable, el doctor Carlos Martín (Madrid, 1957), lleva casi tres décadas al frente del centro y asegura que, por lo de pronto, «no se nota ningún cambio» reseñable a causa de la pandemia. El número de usuarios «se mantiene estable» y quizás lo único destacable es que parece percibirse un ligero descenso en el consumo «por las restricciones de la movilidad».

El mayor cambio experimentado por la unidad ocurrió «hace cuatro o cinco años», cuando asumió el tratamiento del alcoholismo, una dependencia que antes era tratada en las unidades de salud mental del área sanitaria. Esto ha hecho que en la actualidad «la mayoría de las personas» que atiende son «pacientes alcohólicos» que son derivados por distintos servicios de salud, en un buen número de casos a edades avanzadas.

«Nos remiten a pacientes con más de 70 e incluso con más de 80 años, un alcohólico clásico que lleva bebiendo toda la vida, en cantidades que considera normales, pero que en realidad son excesivas. A veces nos llegan personas con un grado de deterioro bastante importante y con el desconocimiento de que tienen ese problema», explica Martín.

El perfil de este tipo de usuario es variopinto, incluye tanto hombres como mujeres y abarca un amplio abanico de hábitos. «Desde personas que solo beben vino, a razón de dos o tres botellas diarias, a gente que bebe una variedad de alcoholes de distinta graduación. No es extraño encontrarnos con personas que beben cerveza a la mañana, media de botella de vino con la comida, un chupito con el café, unas copas al salir de trabajar… Al cabo del día ha ingerido, sin llegar emborracharse, una cantidad de alcohol brutal y eso si lo haces un mes, un año, una década y otra… Tiene consecuencias».

La UAD sigue atendiendo a pacientes adictos a la heroína que están en tratamiento de mantenimiento con metadona. Son cerca de unos 400, un porcentaje importante del total, pero que, en palabras de Martín, «no ha hecho más que bajar en los últimos años». «En los 90 la demanda de este tipo de tratamientos era espectacular», apunta.

DROGAS LEGALES. A estos pacientes se suman otros enganchados a otro tipo de estupefacientes, como la cocaína o el cannabis. Y más recientemente, la UAD ha recibido «un número significativo de casos» de personas adictas a opiáceos legales, es decir, a «medicamentos prescritos que generan dependencia, lo que se conoce como dependencia iatrogénica«.

El doctor explica que desde que se liberalizó el uso de este tipo de medicamentos, este género de adicciones ha aumentado, ya que «son fármacos que puede prescribir el médico de Primaria prácticamente sin limitación». Hay una «amplia gama de medicamentos» que pueden generar esta dependencia, entre los que Martín cita algunos como el tramadol, la oxicodona o el fentanilo, analgésicos de tipo opioide que, además, se pueden consumir mediante diversas formas de administración. «Los venden en parches, pastillas, piruletas, pulverizador nasal… Hay una potente industria farmacéutica que se lucra de esta cuestión, algo que no solo ocurre aquí. Esto mismo ya sucedió hace años en Estados Unidos y la situación llegó a un nivel en el que tuvieron que volver a restringir el acceso a estos medicamentos,  lo que provocó un repunte en la demanda de heroína. Llegó un momento en el que a la gente le era más fácil conseguir la droga en el mercado negro que este tipo de medicamentos», advierte Martín.

63 nuevos casos de adictos al cannabis y la cocaína
La UAD recibió el año pasado a 179 pacientes nuevos, de los que 73 (el 41%) eran personas adictas al alcohol, 38 al cannabis, 25 a la cocaína y 26 a la heroína (de los que buena parte eran usuarios de otros centros de tratamiento con metadona). Otros siete presentaban problemas de ludopatía y uno acusaba dependencia a las drogas de síntesis. Del total, 43 eran mujeres y 136, hombres.

Acceso más reglado
Inicialmente, la UAD «era un centro de puertas abiertas». Los usuarios llegaban «motu proprio, porque se lo decía un amigo o familiar». Las remisiones desde otros dispositivos sanitarios eran «ocasionales», algo que ha cambiado «radicalmente» en los últimos años. Ahora «lo raro es el acceso espontáneo y libre» y lo normal es que los pacientes acudan ya dirigidos desde algún servicio del sistema sanitario. «Parece que por fin estamos incorporados al sistema y que estamos saliendo de nuestra marginalidad», indica el responsable de la UAD, Carlos Martín.

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