NOTICIAS: 10.03.2022
Consumidores en recuperación atribuyen a una ‘quemazón’ corporal, provocada por la H, la que los desespera y los induce a salir como sea del encierro
ECUADOR. “Yo tengo una adicción que es la H, la consumía desde mis 10 años por el ‘Mono’ (…) el problema de las muertes en las clínicas es porque se quieren escapar para seguir consumiendo o piensan que lo quieren matar (…)”, eso provoca ese calor intenso que uno siente y quema por dentro, que solo se lo aplaca consumiendo otra vez la droga y que todos la conocemos como el ‘Mono’. Así resume ‘Walter’, un joven de 22 años y en recuperación, lo que considera una de las mayores causas por las que se originan los incendios en centros de rehabilitación para adicciones y consumo de drogas.
Con él concuerdan los demás integrantes de un grupo que oscilan entre los 18 y 50 años, que reciben tratamiento en una casa de dos pisos del suburbio de Guayaquil, cuyo dueño también pasó por similares experiencias e intenta ayudarlos a recuperar sus vidas. Aunque reconoce que actualmente no cuenta con el respectivo permiso para esa actividad, pide al Estado prestar atención a este problema social porque -asegura- que a su puerta llegan muchos chicos en malas condiciones de salud que le piden “auxilio”.
La mayoría comparte sus experiencias a EXPRESO, en un intento por explicar lo que sufren quienes consumen H (mezcla de una pequeña dosis de heroína con otras sustancias nocivas que pueden incluir hasta veneno para ratas) y que ha llevado a muchos a querer huir del encierro de cualquier manera, para seguir consumiendo.
El pasado martes 1 de marzo, siete personas fallecieron tras un incendio registrado en una clínica de rehabilitación clandestina, ubicada en el suburbio de la ciudad. Las investigaciones preliminares apuntaron a que uno de los internos habría prendido fuego a unos colchones en un intento por salir del sitio.
La Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) describió el escenario como el de una película de terror: paredes negras producto del hollín causado por el fuego, pisos mojados y llaves abiertas que aún dejaban correr el agua; colchones quemados, puertas dañadas y violentadas como una muestra de la desesperación de los internos que buscaban escapar de un fatal incendio (…)”. Entre otras irregularidades, también hallaron una pequeña habitación de un metro cuadrado con una puerta de acero, “en donde se habrían cometido castigos contra los pacientes como el encierro por tiempo indefinido”, señaló la entidad tras la inspección del sitio del incendio, cuyo caso está bajo investigación fiscal.
Aunque no se determina con certeza las causas que provocaron el hecho, ‘Walter’, ‘Julio’, ‘Eduardo’ y otros concuerdan que la H es tan adictiva, que quien la consume se le hace difícil escapar de ella y por eso se desesperan en salir del encierro. “Es por culpa del ‘Mono’ esa desesperación”, insiste Julio.
En una anterior entrevista, la psiquiatra Julieta Sagñay, experta en tratamientos de adicciones y consumo de drogas, sostuvo que la conducta del adicto y el comportamiento de las drogas ha cambiado, especialmente en Guayaquil, por la mezcla de medicamentos y varias sustancias preparadas en casa, que los lleva a presentar hasta crisis compulsivas, agresividad extrema, paranoia. Un policonsumo que está deteriorando neurológicamente a los niños.
Luis García, del Centro de recuperación Devolviendo vidas nuevas y quien ha visto de cerca las consecuencias de ese consumo de la hache, detalla que a los chicos “les salen granos, tienen el hígado dañado, les duelen los huesos, andan siempre con el estómago flojo”. Asegura que muchos de los que están en tratamiento ambulatorio recaen, porque vuelven a consumir la sustancia para evitar ese excesivo calor interno que los hace sufrir.
“Cuando uno llega aquí (Devolviendo vidas), uno llega con la negación de que se quiere ir, con el tiempo comprende que esto es para el bien, al menos para mi sí. El domingo (27 de febrero) se fueron dos personas y yo corrí detrás de ellos, yo me podía ir, pero no quiero volverme a drogar, quiero cambiar, cumplir el tratamiento. No me sirvieron 4 meses (de encierro), recaí. El mismo día volví a consumir drogas”, cuenta Walter, quien aspira seguir los estudios y terminar el bachillerato.
Igual quiere Eduardo, quien comenzó el consumo a los 15 años, al ver a sus primos y tíos en ese mundo de las drogas. Hoy, a sus 30, también busca cambios por su hijo. Sin embargo, otra situación lo deprime. Es soldador y técnico en aire acondicionado cuando ha salido a pedir trabajo le cierran las puertas porque tiene una detención por robo. “Aquí nosotros ponemos voluntad, luego el tratamiento y confiamos en Dios. Queremos oportunidades laborales para salir adelante y no discriminación. Es lo que pedimos para poder salir de esta droga y no sigan cayendo más niños”.
No nos estamos enfrentado solo a una sustancia, sino al policonsumo, la convinación de varias sustancias. Hay niños deteriorados neurológicamente, familias sin esperanzas…
Julieta Sagñay
psiquiatra
Yo conocí y viví en carne propia lo que viven los adictos, pero hoy está peor… la droga que hoy consumen es más fuerte, la H. Se ciegan, quieren salir corriendo para consumir…
Luis García
Centro de recuperación Devolviendo vidas nueva
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