NOTICIAS: 15.07.2022
Aislamiento social y abandono de responsabilidades es habitual en quien pierde el control del desafío, y cuya patología suelen destapar las deudas. Los expertos alertan de la adicción que pueden perpetuar ciertos juegos de infancia
Carme Escales
GALICIA. Dejamos atrás el tiempo de las loterías más consumidas del año. La mayoría de participantes, hasta dentro de un año no volverá a estar pendiente de un sorteo. Pero en la penumbra, esquivando ser descubiertos, día tras día del año seguirán persiguiendo la zanahoria de la fortuna quienes ya no pueden dejar de apostar. En casinos, salas de juego, máquinas tragaperras o el juego online donde sea, hacerse con una buena suma de dinero es el reto principal en sus vidas.
Son adictos al juego, un trastorno mental reconocido por la OMS que abarca un extenso abanico de perfiles de edad y clase social. Un estudio epidemiológico realizado en España en el 2015 coordinado por la Dirección General de Ordenación del Juego reveló que el 0,9% de la población lo era, pero que un 4,4% presentaba alguna conducta de riesgo.
Cambios bruscos de humor, aislamiento social, deudas y negligir responsabilidades son alertas comunes en el adicto al juego. Núria G. empezó a los 43 años. Casada, madre de un hijo y con una exitosa carrera profesional empezó a desear lo que no tenía. «Sentía que necesitaba más para sentirme bien y pensaba en lo que podría dar de más a mi hijo, a quien nada le faltaba», expresa 7 años después de un verdadero calvario.
Al principio, ya lo tienen estudiado, hacen que te vaya muy bien, y así te vas enganchando. Cuando empiezas a perder solo quieres recuperar lo perdido
Ella se enganchó al juego de apuestas en línea. «Recibes tantos inputs para entrar y jugar… Solo te dicen lo que ganan, nunca lo que pierden, y te lo dicen referentes deportivos, como Piqué. La publicidad juega con la confianza que ellos infunden. Y, en cualquier momento de debilidad, entras», expone Núria.
«Al principio, lo tienen estudiado, hacen que te vaya bien, incluso muy bien, y así te vas enganchando», dice. Empiezas a ingresar pequeñas cantidades y la espiral comienza a girar más y más rápido. «Entonces ya no controlas, empiezas a perder y pierdes literalmente el mundo de vista, solo quieres recuperar lo perdido», afirma.
Empezó a pedir microcréditos. «Solo pensaba en llegar a casa y, cuando todos durmieran, retomar el juego. Era como una droga. Para calmarme, me tomaba una copa de cava, me aislaba de todo y me concentraba en el juego». Mentiras para ocultar pagos, retrasos o faltas en el trabajo, y perder más de 10 quilos acabaron explotando en la verdad de esta paciente.
«Ese es el peor momento. Sabes que eres una mujer emprendedora, luchadora, trabajadora, ¿Y cómo explico todo lo que he gastado, que soy una ludópata? Te sientes basura».
Núria repasa todo lo vivido por su adicción delante de la psicoterapeuta que la ha acompañado en su proceso de recuperación. Susana Jiménez Murcia es jefa de la Unidad del Juego Patológico del Hospital de Bellvitge, adscrita a su departamento de Psiquiatría. “Los últimos 10 años, las consultas por juego online se han multiplicado por 6. Y desde el 2015, por apuestas deportivas se han doblado que son, entre los 18 y los 30 años el juego más problemático”, informa. «La rapidez entre apuesta y resultado dispara el potencial adictivo del juego». La afirmación de Susana Jiménez explica por qué juegos como la lotería nacional tienen menos riesgo de devenir adicción, aunque según explica, personas adictas a las loterías tradicionales también hay.
Online y offline
“A nivel psicopatológico y de personalidad no hay diferencia entre la adicción al juego online o al offline. Pero en el juego presencial se tardan de 5 a 7 años en venir a consulta, mientras que la evolución del enganche online es muy rápida, en 1 o 2 años ya piden ayuda”, explica la doctora de Bellvitge. En su unidad, que tratan a pacientes a partir de los 14 años, ven unos 350 casos nuevos al año. “No queremos demonizar el juego, pero se está asociando el deporte, actividad saludable, a un potencial adictivo que se debe conocer y tomar precauciones”, apunta. En un reciente estudio multicéntrico de pacientes con adicción al juego, se detectó que más del 37% habían empezado a jugar antes de la edad legal.
Gran parte de la población hace un sobreuso de tecnologías y videojuegos que puede esconder muchas cosas. Son un refugio si se pasa un mal momento
Entre los menores de edad, el cambio social es evidente. “Si en las generaciones anteriores las madres tenían que salir a la plaza en busca de sus hijos a la hora de cenar, hoy son las madres quienes tienen que sacar a sus hijos de casa”, explica el jefe de Psiquiatría y de la unidad de conductas adictivas del Hospital Sant Joan de Déu, Josep Lluís Matalí.
“La tendencia al aislamiento evolutivamente es normal en la adolescencia. Los jóvenes quieren separarse de sus padres y buscan su mundo con sus amigos. Pero con las nuevas tecnologías, a algunos se les escapa de las manos y derivan en problemas con el juego, sobre todo videojuegos”, añade Matalí.
Según explica, “gran parte de la población hace un sobreuso que puede esconder muchas cosas. El juego se usa como refugio cuando se atraviesa un mal momento y a los padres les cuesta mucho poner límite”.
La unidad que dirige Matalí se creó en el 2007, y es de alta complejidad, da respuesta a casos –de 12 a 18 años- que en otros centros no pueden atender. Hoy, la mitad de demandas que reciben son por adicción al cannabis y otros tóxicos, y la otra mitad, por enganche a tecnologías. Al acabar la escolarización obligatoria, 15-16 años, es la edad más prevalente.
Riesgo y umbral de la adicción
La vulnerabilidad para llegar a ser adictos al juego es multicausal. «Pueden influir factores de neuromaduración, biológicos, de exposición, de personalidad o genéticos», expone el jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de Sant Joan de Déu, Josep Lluís Matalí. Pero más allá de las tendencias intrínsecas en cada persona, factores sociales también juegan su importante papel. «Ciertos cambios de valores en nuestra sociedad contribuyen a fomentarlo, como una baja tolerancia a la frustración, primar la inmediatez, o la sobreocupación de los progenitores en sus trabajos, que lleva a los jóvenes a vivir más aislados y a pasar de puntillas sobre muchas cosas», argumenta Matalí.
«Si a eso le sumas mensajes potentes de gente conocida que vende el juego como una acción superheroica, comprendes el aumento de casos», añade. El umbral de la patología se cruza «cuando el juego deja de ser entretenimiento y pasa a ser una necesidad y desplaza otros intereses o la atención a la familia. Cuando eres incapaz de regularte”, puntualiza la especialista del Hospital de Bellvitge, Susana Jiménez.
Refugio de otras patologías
«Una adicción es involuntaria, y no puedes entender que te pueda llegar a destruir tantísimo la vida. Tienes que mirar atrás para hallar los problemas que te afectaron para caer en ella».
La afirmación de Núria G., que ha estado en tratamiento por su adicción al juego de apuestas online, nos remite al origen y sustrato de muchas adicciones. En los menores de edad se ve rápido, la perspectiva de vida es más corta. «Es muy común que la adicción al juego sea un síntoma de otros trastornos, como depresión, ansiedad, TDHA, o graves problemas de habilidad e interacción sociales», explica el psiquiatra Josep Lluís Matalí.
«El juego es facilitador de las relaciones, tras la pantalla, el joven siente que controla, siente seguridad, muchos son buenísimos jugadores», apunta. Hasta que el juego pasa de ser síntoma a ser un problema más.
Por ello, una buena evaluación desgrana todo lo que el juego esconde. Con tratamiento psicológico, psiquiátrico, psicoterapéutico, farmacológico, individual y/o en grupo se deben trabajar siempre en paralelo, en adultos y menores, involucrando a la familia en la recuperación.
Detectar y controlar la ansiedad
El tratamiento de pacientes con ludopatía cuenta con una aplicación, desarrollada por el Hospital de Bellvitge, con financiación del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO), en formato de videojuego con un sensor de biomedición como los que recogen valores de resistencia en deportistas.
En pantalla aparece una isla tropical diseñada virtualmente en la que se alternan sol y tormenta, según el nivel de ansiedad de quien se pone a prueba. Un cinturón en el pecho y conexión Bluetooth detecta la variabilidad y tasa cardíacas que delatan la ansiedad, componente protagonista en su comportamiento adictivo.
En función de esta, predomina el tiempo agradable o la tempestad. La eficacia del sistema se ratificó cuando 50 pacientes lo utilizaron durante 15 días. Se ocuparon de controlar su estado de ansiedad a través de este ingenio tecnológico. El biofeedback hace que el paciente tome conciencia de su estado, porque el juego se adapta dinámicamente a sus reacciones. En paralelo continuaban su terapia con psicólogo, cosa que hicieron otros 50 de manera exclusiva, sin usar la app. Los primeros mejoraron más su control emocional.
Dos años y medio de tratamiento
Según explica la responsable de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge, Susana Jiménez, una vez se ha valorado con precisión la situación de un paciente y la comorbilidad de su adicción al juego con otras posibles patologías, siguiendo un protocolo de pruebas para identificar su gravedad, es habitual trabajar con el paciente en sesiones semanales durante unos 4 meses. Y después establecer sesiones de seguimiento que pueden prolongarse hasta los 2 años. En total, se habla de un promedio de 2 años y medio de tratamiento, teniendo en cuenta que las recaídas, aprender a superarlas y a evitarlas, forman parte de la recuperación. En el caso de la adicción al juego de apuestas, el objetivo es la abstinencia, como lo es en el caso del alcohol y otras sustancias. Si hablamos de adicción a los videojuegos, se entrena a hacer un buen uso de ellos, saludable, como entretenimiento. Lo que preocupa a los especialistas es que hay en el mercado juegos pensados para que las criaturas perpetúen la conducta de juego requiriendo la adquisición de avatares o apuestas con dinero.
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