OPINION: 27.09.2022
Recientemente ambas sociedades científicas han publicado un posicionamiento sobre el Trastorno por Uso de Tabaco
No es lo mismo “usar tabaco” que tener una conducta adictiva al tabaco que, según todas las clasificaciones internacionales, es un trastorno mental. Se elige usar alcohol o tabaco, pero nadie elige tener un trastorno mental, que para desarrollarse depende de la existencia de vulnerabilidad neurobiológica y medioambiental previa.
Estudios epidemiológicos señalan que la mayoría de los pacientes con trastornos mentales sufre otro trastorno mental, que es la adicción al tabaco, condición clínica que se incrementa en frecuencia y severidad según aumenta la gravedad del trastorno mental.
Todo trastorno mental es un trastorno del cerebro, y que, por tanto, es en la neurobiología donde debemos buscar las causas de esta patología dual. Los expertos no suelen tenerlo en cuenta, siendo el Trastorno por Uso de Tabaco, la causa de mayor morbi-mortalidad en este grupo de personas con trastornos mentales. Las autoridades sanitarias cuentan como únicos interlocutores en este tema a las sociedades científicas de neumología, lo cual es como si el trastorno por uso de alcohol fuera solo un problema hepático.
El tabaco vehiculiza la nicotina, cuyo efecto en el cerebro humano está ejercido por el sistema colinérgico-nicotínico, sistema de señalización del cerebro involucrado en multitud de funciones esenciales para la supervivencia y también implicado en el funcionamiento psíquico en la salud y la enfermedad. Este sistema es disfuncional en las personas con trastornos mentales, lo que explica la incidencia más elevada de la adicción al tabaco en personas con otro trastorno mental, situación clínica que se denomina patología dual.
La nicotina tiene efectos sobre la vida emocional, cognitiva y conductual. No solo es la nicotina, ya que independiente de esta, el tabaco ejerce un efecto IMAO con resultados de efectos antidepresivos.
Todo paciente con un trastorno mental tiene derecho a un diagnóstico de patología dual, o a identificar los otros trastornos mentales que constituyen las adicciones, de las cuales la más frecuente y nociva es el Trastorno por Uso de Tabaco.
Las herramientas terapéuticas existentes son pocas y casi no financiadas por el sistema público, que valora el trastorno como vicio destinado al placer. Se incide además en la “cesación del tabaco” como objetivo ideal que no responde a la realidad clínica de la mayoría de estas personas, para las que la reducción del consumo o los “tratamientos sustitutivos” con nicotina podrían ser mucho más oportunos.
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