ENTREVISTA: 28.11.2022
El doctor Javier Nieto Iglesias, especialista en Nefrología y jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital General Universitario de Ciudad Real, habla del cigarrillo electrónico como alternativa, así como otras medidas a adoptar para reducir los índices del tabaquismo
CASTILLA-LA MANCHASegún la última Encuesta Sobre Alcohol, Drogas y otras Adicciones en España elaborada por el Ministerio de Sanidad, la cifra de personas que fuman diariamente en los últimos 30 días alcanza el 32,3% de la población. Ante estos datos, los facultativos plantean nuevas vías para acompañar al fumador a dejar el hábito o buscar estrategias de cesación que reduzcan el daño. El doctor Javier Nieto Iglesias, especialista en Nefrología y jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital General Universitario de Ciudad Real, habla del cigarrillo electrónico como alternativa, así como otras medidas a adoptar para reducir los índices del tabaquismo, tras su paso por la mesa redonda ‘Los Pilares de la prevención Cardiovascular’ que celebró el pasado viernes la UCAM.
–En los últimos años, el porcentaje de personas fumadoras en España no ha experimentado grandes cambios, ¿falta conciencia de los daños que produce el tabaquismo para que se experimente una reducción considerable?
–Ha habido una disminución pequeña en los últimos años, pero no es lo que se esperaba. Ese 32% de la población implica que 15 millones de personas en España son fumadores. Condiciones como la pandemia han hecho que realmente no se consiga la meta prevista, aunque se prevé que en el futuro las cifras vayan disminuyendo progresivamente, pero para eso hay que tomar medidas.
«El tabaco mata en España a unas 60.000 personas al año y 1.200 son fumadores pasivos; eso es un número inasumible»
–¿Hay alguna asociación entre el empeoramiento de la situación de la salud mental en estos últimos años o la ansiedad y el tabaquismo?
–La pandemia ha influido de una manera clara no solo por el hecho de estar todos metidos en casa, sino porque ha multiplicado la situación de alternaciones psicológicas, incluso de los que ya tenían cierta enfermedad previa, y el tabaco está claro que va asociado a la parte psicológica.
–¿Qué lleva al hecho de que alrededor de un 40% de españoles no se planteen dejar de fumar?
–Realmente no llegamos a manejar una información que haga que vean realmente lo peligroso que es. Hay diferentes vías para llegar ahí pero está claro que no estamos llegando. El tabaco mata en España a unas 60.000 personas al año y 1.200 son fumadores pasivos; eso es un número inasumible.
–Los niños siguen siendo los más perjudicados en la conducta de fumar.
–Es muy peligroso el alto porcentaje de niños que viven en ambiente de fumadores, porque además tienen muchas posibilidades de ser fumadores cuando sean adultos. Hay que evitar que los críos se vean perjudicados por la socialización de los mayores, que no vean fumar en casa y no sean fumadores pasivos.
–Solo 3 de cada 10 pacientes que están sometidos a tratamiento para la cesación consiguen dejar de fumar. ¿Qué impide que una persona que ya está concienciada que no pueda hacerlo?
–El tabaquismo es una enfermedad adictiva, crónica y recidivante, es decir, que la gente recae. Hay que considerar al fumador como un paciente que tiene un problema adictivo y, por tanto, está enfermo, por lo que no es culpable de tener los problemas de adicción que supone la nicotina. La gente se inicia en el tabaquismo por factores familiares, sociales, del entorno… Y luego ocurre que la adicción produce una situación de recompensa a nivel cerebral, porque hay unos transmisores que van a reproducir esa sensación que reconforta a la gente y ya es difícil salir de ahí. Hay personas más vulnerables que otras por diferentes factores, como la genética o la personalidad, y es frecuente que la persona recaiga y que el fumador no lo consiga a la primera. Por eso hay que acompañarles durante el proceso.
«Es muy peligroso el alto porcentaje de niños que viven en ambiente de fumadores, porque tienen muchas posibilidades de fumar cuando sean adultos»
–¿Con qué estrategias se les puede acompañar para que dejen de fumar?
–Interesa que la gente tenga menos relación visual con el tabaco haciendo que los espacios libres de humo sean cada vez mayores. Además, hay que intentar evitar que sea algo que pueda entrar por los ojos, creando cajetillas neutras, que no lleven colores y sean más pequeñas, o subir los impuestos sobre el tabaco.
–¿Qué hay del cigarrillo electrónico? Se ha pasado de no poder fumar en interiores a que el vapeo esté por todas partes…
–Hay que tener en cuenta que el tabaco por combustión libera unas 7.000 sustancias químicas en suspensión, de las cuales aproximadamente 100 son dañinas para la salud porque son cancerígenas o producen problemas cardiológicos, respiratorios y otras enfermedades, aunque probablemente haya más y se vayan descubriendo. Sin embargo, cuando vapeas pones un aerosol, pero no estás poniendo los tóxicos, de manera que más del 95% de esas sustancias dañinas o peligrosas no están presentes. Cuando se aspira ese vapor de agua en suspensión, no tiene nada que ver con el humo del tabaco en combustión y, aunque habrá que ir viéndolo con el tiempo, no tiene por qué ser tan perjudicial. No obstante, el cigarrillo electrónico debería utilizase únicamente para sustituir al tabaco en aquellas personas que no pueden dejar de fumar al ser menos dañino. Pero no se puede pretender que ahora fume todo el mundo cigarrillos electrónicos u otro tipo sin combustión porque puede incitar a que pasen al otro lado, especialmente los jóvenes.
–El que este cigarrillo electrónico pueda tener sabores, ¿puede ser un foco de atracción para estos jóvenes?
–En Estados Unidos hay una verdadera lucha con la FDA –siglas en inglés de Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE UU– para que no haya sustancias caramelizantes en los vapeadores que vayan a hacer que los jóvenes se inicien. De hecho, han hecho una encuesta reciente que señala que entre los 12 y 18 años hay más de 2 millones y medio de fumadores, de los cuales el 80% fuman cigarrillos electrónicos, y de estos, el 80% fuman con sabores. A ello se suma la pelea de la FDA con las casas comerciales que utilizan cajetillas que simulan juegos o añaden personajes de dibujos animados para que se retire del mercado y evitar que los jóvenes se inicien, porque puede hacer que acaben por el tabaco por combustión u otro tipo de drogas y les produzcan dependencia.
–Y si se deja de fumar, ¿se reducen los riegos a sufrir las enfermedades asociadas al tabaquismo?
–Lo que más produce el tabaquismo es el estrés oxidativo y la disminución de la cantidad de oxígeno que uno inhala de forma general del ambiente. Esa circunstancia hace que se produzca una inflamación que altera de una manera específica las arterias y lo que está dentro de ellas y genera una serie de problemas que facilitan y aceleran que haya trombosis o arterioesclerosis. Eso redunda en cardiopatía, en infartos, ictus, accidentes cerebrovasculares, enfermedad arterial periférica, aneurisma de aorta… y todo esto sin contar el cáncer. Se sabe que tras 10 y 15 años sin fumar, aunque se hayan producido daños, dejan de acumularse y la persona volverá a tener un riesgo similar ante esto que el no fumador.
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