NOTICIAS: 07.12.2022
Una investigación muestra que, aunque el peso de la cultura es esencial, también se nace con particularidades que incrementan el riesgo de adicciones
MADRID. El número de fumadores ha descendido drásticamente en los últimos años; la información sobre los efectos perjudiciales del tabaco, el incremento de los precios y la prohibición de los anuncios y de fumar en lugares públicos han tenido efecto y siguen teniéndolo. Desde 2014 hasta ahora, en España, por ejemplo, hay un 11,7% menos de fumadores. Los factores culturales marcan la diferencia en el número de personas que tienen ese hábito, pero para seguir mejorando en la prevención de los problemas de salud que causan el tabaquismo o el alcoholismo, también es interesante la comprensión de los factores biológicos que hacen a algunas personas más propensas a estas adicciones. Esta semana, en un trabajo que publica la revista Nature, un grupo internacional de científicos ha encontrado 4.000 asociaciones genéticas que tienen cierta influencia sobre el consumo de alcohol o tabaco, teniendo en cuenta factores como la edad en la que se comienzan a consumir estas sustancias o en qué cantidad se toman.
En este estudio, que incluye a más de tres millones de personas (un 80% de ascendencia europea y un 20% del resto del mundo), se observa que, pese a vivir en un entorno similar, las personas con mayor predisposición genética fuman más. “Los individuos en el 10% superior de predisposición genética al uso de tabaco fuman como promedio el doble de cigarrillos por día que los del 10% inferior (14 cigarrillos frente a 7)”, señala Javier Costas, investigador líder del grupo de Genética Psiquiátrica del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS), en declaraciones al Science Media Center. Esta capacidad para predecir el consumo de tabaco o alcohol es mucho mayor entre las personas con ascendencia europea que con el resto, debido a la menor cantidad de muestras disponibles. Sin embargo, los autores destacan que aunque menores, los efectos aparecían en individuos de todas las procedencias.
El análisis, que es un primer paso para empezar a identificar los factores biológicos de riesgo de tabaquismo o alcoholismo, comprenderlos y utilizarlos en políticas de salud, observa, por ejemplo, que algunas variantes que ayudan a predecir la cantidad de cigarrillos diarios que fuma una persona están relacionadas con las que incrementan el riesgo de recaídas entre los consumidores de cocaína o la agresividad.
En un estudio similar de 2019, equipos de científicos, entre los que se encuentran algunos firmantes del que se publica ahora, buscaron la correlación entre el alcoholismo, que es heredable en alrededor de un 49%, y otros trastornos mentales. En ese estudio genético observaron correlaciones entre el alcoholismo y el déficit de atención, la esquizofrenia o la depresión. Uno de los datos que llamó la atención a los autores era que el solapamiento entre los genes asociados a la adicción al alcohol y los del consumo moderado del mismo no era grande.
Según señala Costas, la principal limitación del trabajo que publica Nature este miércoles y otros similares “es la definición de los caracteres bajo estudio, generalmente declarados por las propias personas participantes y muy poco concretos”. Por ejemplo, dos patrones muy distintos de consumo de alcohol, como un consumo habitual de alcohol con las comidas o un consumo de botellón semanal, pueden dar lugar al mismo número de bebidas alcohólicas consumidas por semana. “También se sabe que las personas con problemas de salud tienden a declarar un consumo de alcohol y tabaco inferior al real”, explica.
Y está claro que las políticas públicas también influyen. En 2014, se cumplieron 50 años desde que el cirujano general de Estados Unidos, la máxima autoridad sanitaria de aquel país, publicó un informe sobre los efectos del tabaco en la salud. El porcentaje de estadounidenses fumadores cayó en ese medio siglo del 42% al 18%, un cambio cultural que ayudó a prevenir, según una estimación publicada en la revista JAMA, ocho millones de muertes prematuras. En otro trabajo que apareció en el mismo número de la revista, se calculaba que entre 1980 y 2014, el porcentaje de fumadores en todo el mundo había descendido del 41,2% al 31,1% entre los hombres y del 10,6% al 6,2% entre las mujeres
Para el futuro, los autores plantean la importancia de ampliar las muestras que se estudian y aumentar la cantidad de personas de ascendencia no europea para afinar mejor en el peso de los genes y el ambiente en el consumo de alcohol y tabaco.
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