NOTICIAS: 24.10.2025
Las chicas jóvenes ya consumen más que ellos y el director de Alborada cree que es porque están objetivizadas. Cuando no pueden responder a los estándares que se les piden, sobre todo en redes, recurren a las sustancias. También hay cada vez más casos de consumo de mefedrona para tener sexo
El Consejo de Ministros nombró el mes pasado a una nueva delegada del Plan Nacional de Drogas, Xisca Sureda. En su nuevo puesto se enfrenta a retos como el aumento del consumo de alcohol por parte de mujeres jóvenes —que ya lo hacen más que los hombres— o la proliferación del uso de sustancias como la mefedrona o el GHB en hombres gays. Vigo no es ajeno a ello: el presidente de Alborada, Jesús Cancelo, cuenta que ambas casuísticas ocurren en la ciudad.
—Es un problema de objetivización de la mujer.
Sí. Hay un empoderamiento equivocado. La mujer no debería querer parecerse al hombre, no adquirir conductas de riesgo. Es un gran error. Debería ser al revés. Hace muchos años ellas solo consumían más benzodiacepinas, ahora cada vez se equiparan en más drogas.
—¿A cuántas chicas jóvenes atendéis en Alborada?, ¿qué problemas tienen arraigados?
Tenemos alrededor 50 al año. En el caso de las mujeres suele haber ligadas historias de maltrato o abusos. Sin embargo, por debajo de quince años tenemos una amalgama de problemas. Vemos situaciones de bullying, autolesiones, situaciones relacionadas con la pornografía y el OnlyFans o el ciberacoso. Todo aderezado con el consumo de sustancias.
—También tenéis un programa para tratar adicciones tecnológicas, ¿qué se considera ‘estar enganchado’ al móvil?
Para empezar todos tenemos adicción. Ya el 90% tocamos el móvil antes de acostarnos. Tenemos absoluta dependencia, pero hay grados. Cuando uno reduce sus actividades sociales y aparecen problemas de desempeño en los estudios o en el trabajo, o cuando el número de horas pasa de cuatro es problemático. No ser capaz de salir de casa sin móvil, tener miedo a estar desconectado o perderte algo son otros síntomas.

—¿La mefedrona y el GHB (y su uso para el chemsex) están presentes en Vigo?
Sí, tenemos bastantes casos de pacientes consumidores de mefedrona, que es la que más se está utilizando en el chemsex. El sexo con drogas es un problema porque además también se está practicando el slam, que es la sustancia pero inyectada.
—¿Qué provocan estas drogas?
Una gran excitación y dependencia. Son de mucha intensidad y duración. No es un sexo sostenible. El sexo normal dura lo que dura y llegar a esos grados de intensidad es a costa de su salud. Después ya no entienden las relaciones sin consumir. Además de los problemas de salud mental y física.
—¿Funcionan las campañas de prevención en estos casos?
Nunca sobran, pero ya saben lo que hacen y el riesgo que corren. Buscan superar un morbo. Al principio es por probar. Me cuentan que lo hacen de forma esporádica y luego tienen que frecuentar más esas relaciones sexuales con mefedrona. Dejan de poder tener relaciones sin drogas.
—¿Cuál es el perfil, en general, del consumidor que tratáis en Vigo?
Un 80% son hombres, de una edad media de 24 años y que principalmente usan cocaína, cannabis, alcohol y la mezcla de ellas. También se suman trastornos como TDAH, ansiedad o insomnio.
—¿El vino es droga?
Hay muy pocos consumidores moderados de heroína. Sin embargo, sí puede haberlos de alcohol. La enología es un mundo que no tiene que ver con el del bebedor de bricks de vino que busca embriagarse lo antes posible. Realmente es una droga como otra cualquiera, aunque haya quien lo vea como cultura o gastronomía.
—¿La heroína está en declive?
No está llegando a la gente joven, o lo hace en una cadencia mínima. Tuvo un gran desprestigio porque se asoció a una idea de delincuencia y al sida. Pero puede cambiar, como ocurrió en Estados Unidos con el fentanilo, que es otra molécula de la heroína mucho más potente. No hay que olvidar que allí ya produce 150.000 muertes al año. Lo mejor es decir no.












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