Gran incertidumbre en torno a la 63 Sesión de la Comisión de Estupefacientes de la ONU que desde este lunes debatirá si suaviza la fiscalización internacional de la marihuana para facilitar su uso medicinal.
SEVILLA – SANTIAGO F. REVIEJO – 1-3-2020
La Comisión de Estupefacientes de la ONU abordará desde este lunes en Viena la propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para suavizar la fiscalización internacional del cannabis y facilitar su uso medicinal, una votación que aplazó el pasado año y que éste se presenta con una gran incertidumbre sobre su resultado debido a las fuertes discrepancias y el secretismo que mantienen los países participantes.
Casi 60 años después de que la Convención sobre Estupefacientes de 1961 incluyese al cannabis en su Lista IV de fiscalización internacional, la reservada para las sustancias más peligrosas, como la heroína, la organización mundial podría dar marcha atrás, sacar la planta de la marihuana de esa clasificación y dejarla únicamente en la Lista I, a la que se aplica un control más liviano que facilita el acceso para usos médicos, científicos y farmacológicos como el que se aplica a la morfina. Eso, y el futuro legal de los extractos y los componentes como el cannabidiol, van a ser debatidos en Viena entre el lunes y el viernes de esta semana en la 63 Comisión de Estupefacientes, donde 53 países tienen derecho a voto, entre ellos España.
La posición de España no debería de variar de la que mantenga el resto de la UE. La Comisión Europea propuso en diciembre, como adelantó Público, que los 12 estados miembros con derecho a voto en la Comisión de Estupefacientes aprueben retirar el cannabis de la Lista IV, pero que soliciten un nuevo informe a la OMS para seguir analizando la conveniencia de dejar de considerar fiscalizable el cannabidiol (CBD), componente utilizado en algunos fármacos, o las tinturas y extractos. Sin embargo, esa propuesta fue analizada posteriormente por el Comité de Representantes Permanentes (Coreper) para trasladar un dictamen al Consejo de la Unión Europea, que el pasado 17 de febrero acordó la posición definitiva de Bruselas, pero cuyo contenido es secreto y no ha sido difundido.
La posición que adopten los estados miembros de la UE en la votación tiene bastante trascendencia, puesto que suponen casi la cuarta parte de los países con derecho a voto. Las decisiones de la Comisión de Estupefacientes relacionadas con la Convención de 1961 –la que afecta a la fiscalización del cannabis- se toman por mayoría simple de los países miembros que voten, ya que a los que se abstienen se les considera no votantes y no computan.
Kenzi Riboulet-Zemouli, experto sobre políticas internacionales del cannabis que ha asistido ya a seis reuniones anuales de la Comisión de Estupefacientes, ha abierto una web para monitorear las posiciones de todos los países participantes en la 63 sesión que comienza este lunes, agrupados en cinco bloques geográficos: América Latina y Caribe, África, Asia, Europa del Este y el Occidental, que incluye a la UE, EEUU, Reino Unido, Canadá y Australia. Y hace una semana ya estuvo en Viena para asistir a una reunión preparatoria de la comisión, donde pudo apreciar la dificultad que hay para llegar a un consenso: el encuentro público de los representantes de los países miembros sólo duró 45 minutos para evitar más tensiones en torno a un tema que sigue dividiendo mucho a la comunidad internacional.
En la web de monitoreo se pueden consultar las posiciones más o menos concretadas de cada país ante esta comisión crucial para el futuro del cannabis en el mundo, aunque una buena parte sigue escondiendo sus cartas y aún no ha hecho pública su postura en este tema, como es el caso de Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá o Colombia, donde, paradójicamente, ya se han aprobado leyes que han regularizado a mayor o menor escala el uso de la planta de la marihuana para su uso medicinal y terapéutico, y en algún caso también recreativo.
Así, se puede observar que Japón propone aplazar nuevamente la votación sobre la fiscalización del cannabis, ya que asegura que aún no tiene evidencias científicas sobre los beneficios terapéuticos del uso de esta planta y teme que una «relajación» suponga un «riesgo» para la salud pública, aunque no ve tan mal los cambios referidos al uso médico de algunos componentes. O que China se opone rotundamente a cualquier cambio, ya que, a su entender, se reduciría la percepción de la opinión pública «sobre la gravedad de los peligros» que entraña esta sustancia, y que Rusia considera que una flexibilización sólo conduciría a aumentar el abuso del consumo de drogas entre la juventud.
La posición decisiva del bloque latinoamericano
Las posiciones que adopten finalmente China y Rusia en la Comisión podrían ser, según fuentes consultadas, determinantes para el sentido del voto que acuerden los bloques de África y Asia, donde ambos países ejercen una importante influencia y podrían cercenar vías más aperturistas como la que se espera de estados miembros como Tailandia, India, Nepal o Suráfrica. La incertidumbre también es grande en el bloque de América Latina y el Caribe, al que pertenecen algunos de los países habitualmente más proclives a la desfiscalización del cannabis, una postura que podría verse afectada por los cambios políticos que se han producido en gobiernos como el de Uruguay, Chile o Brasil. La evidencia: ninguno de los estados iberoamericanos con derecho a voto en la Comisión ha hecho público todavía qué postura adoptarán en Viena esta semana, según se aprecia en la web de monitoreo de Kenzi Riboulet.
El cabildeo será, por tanto, abundante en los pasillos de la sede de la Comisión, donde en la sesión del año pasado llegaron a congregarse cerca de 2.000 personas, entre representantes de los estados miembros, comunidad científica y las ONG de todo el mundo que asisten como observadoras. Según fuentes próximas al desarrollo de la 63 sesión, todo está tan abierto que la reunión podría zanjarse finalmente tanto con un apoyo mayoritario a la propuesta de la OMS de sacar el cannabis de la Lista IV, como con un rechazo o con un nuevo aplazamiento del debate, aunque en los últimos días se ha abierto una cuarta vía propuesta por la delegación estadounidense: crear una comisión intergubernamental integrada por representantes de unos cuantos países para supervisar cualquier acuerdo, en un sentido o en otro, dejando a un lado a la Organización Mundial de la Salud.
Todo parece, pues, que está aún por acordar, pese a que la decisión de rebajar la fiscalización a la Lista I tendría un valor más simbólico que efectivo desde el punto de vista estrictamente legal, según Kenzi Riboulet, quien también es investigador colaborador del Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo de Cannabis. Ese valor simbólico serviría, sin embargo, para reconocer la utilidad medicinal de esta planta y acabar con el ciclo negro que se abrió en 1961, cuando fue clasificada en la lista mundial de las sustancias más peligrosas, negándosele de esa forma la posibilidad de explorar cualquier aprovechamiento en el campo científico y terapéutico del que, pese a todo, ya se benefician millones de personas en todo el mundo.
La Comisión de Estupefacientes forma parte del Consejo Económico y Social de la ONU, que es el órgano que se encarga de elegir a sus 53 estados miembros. Periódicamente, la Comisión modifica la lista de las sustancias que figuran en la Convención sobre Estupefacientes y en el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas, basándose en las recomendaciones de la OMS, que a su vez está asesorada por el Comité de Expertos en Farmacodependencia. El 24 de enero del año pasado, la OMS presentó al secretario general de la ONU seis recomendaciones derivadas del análisis crítico realizado por ese comité sobre el cannabis, que son las que se prevé sean discutidas en la sesión del próximo mes de marzo.
El Observatorio Español de Cannabis Medicinal no espera grandes progresos. «Los rumores -dice su presidenta, Carola Pérez- apuntan a que los preparados de THC van a seguir siendo fiscalizados, aunque quizás con algo menos de rigidez que hasta hora, mientras que los preparados de CBD van a pasar a ser fiscalizados más estrictamente. Esto último, es un auténtico absurdo, ya que el CBD, aunque se encuentra en el cannabis, no ejerce ningún efecto psicotrópico ni genera dependencia o abuso. Sería como fiscalizar el resveratrol, un antioxidante presente en la uva, porque a partir de la uva se puede obtener una sustancia de abuso, el etanol».
En caso de que se confirmen estos rumores, se demostraría por enésima vez, a juicio de Carola Pérez, que la guerra contra las drogas no se ha llevado a cabo por motivos de salud pública, sino por motivos sociopolíticos, entre ellos el deseo de las compañías farmacéuticas de monopolizar ahora el mercado de los cannabinoides.
La supresión del cannabis de la Lista IV podría suponer un paso importante para facilitar la regularización
Sin embargo, la supresión del cannabis de la Lista IV podría suponer un paso importante para facilitar la regularización del uso medicinal del cannabis en España. El propio Gobierno, en una respuesta a una pregunta por escrito del grupo de Ciudadanos, señalaba en enero del año pasado que había que esperar a la resolución que tomase la Comisión de Estupefacientes respecto a la modificación de la fiscalización del cannabis para tomar las decisiones pertinentes sobre su uso terapéutico en nuestro país.
A falta de conocer cuál será la posición definitiva de la UE en Viena, la propuesta inicial de la Comisión Europea defendía «apoyar solamente algunas de las recomendaciones de la OMS, que reflejan avances en el conocimiento científico a este respecto y no supondrían cambios importantes en la fiscalización de esas sustancias». De esa manera, consideraba que la supresión del cannabis y la resina de la Lista IV de la Convención sobre Estupefacientes «sería beneficiosa para el avance del conocimiento colectivo en relación tanto con la utilidad terapéutica del cannabis como con cualquier perjuicio aparejado a él».
La Comisión suscribía así la recomendación de la OMS, que considera que el cannabis debe estar incluido en las listas de estupefacientes a un nivel que garantice un control para evitar los perjuicios ocasionados por su consumo, pero que no impida el acceso a preparados relacionados con esta planta para uso médico ni a la investigación científica, que ya han mostrado «posibilidades de uso terapéutico en los tratamientos de dolor y otras afecciones médicas, como la epilepsia o los espasmos asociados a la esclerosis múltiple».
Fuente; Público Público
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