03/09/2020: OPINION.
En la actualidad todas las naciones del mundo, sin excepción, están pendientes de la pandemia producida por la difusión del coronavirus Covid-19. Al mismo tiempo, preocupa que se estén dejando de lado muchos problemas de salud realmente importantes, como cáncer, diabetes, obesidad, hipertensión, así como otras enfermedades que afectan no solo la salud física, sino también a nivel mental y emocional, como la depresión, la esquizofrenia o la adicción a las drogas, tanto legales como ilegales. Para nuestro pesar, estas enfermedades no se tomaron vacaciones o descanso alguno en esta época.
Si consideramos el problema de las adicciones, lo que podemos observar en nuestro entorno en la ciudad de Tarapoto, Perú, es que el consumo de sustancias se ha vuelto un incómodo integrante en las familias, del que no se desea hablar. A pesar de que existen varios programas sociales promovidos por el estado peruano, sea desde el Ministerio de Salud o desde el Ministerio de Educación, con sus planes de intervención para enfrentar esta problemática social, a menudo estos programas terminan chocando contra un muro de negación, falta de comprensión y sensibilización con respecto al tema, trayendo consecuencias críticas, más aún cuando los consumidores de sustancias son menores de edad.
En los distritos de Tarapoto, Morales y la Banda de Shilcayo que pertenecen a la provincia de San Martín, tenemos un aproximado de 256 mil habitantes según el último censo nacional realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática – INEI en 2017. De ello el 27% son adolescentes, población con la que se realizó una investigación sobre la cual queremos compartir algunos hallazgos.
En 2019 el centro de tratamiento y rehabilitación para drogodependientes Takiwasi, fundado en 1992 en la ciudad de Tarapoto, ha desarrollado un proyecto de prevención del consumo de drogas en alianza con la organización de jóvenes líderes Red Interquorum San Martín y gracias a un financiamiento otorgado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Los beneficiarios de esta intervención han sido 500 adolescentes cursantes del cuarto y quinto año de secundaria de tres colegios de dicha ciudad.
Como parte de este proyecto de prevención, que ha incluido acompañamiento psicológico y talleres de expresión emocional, se ha realizado una investigación utilizando un sistema de evaluación y detección del consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias, y relativos niveles de riesgo de adicción asociados. Este test, conocido con el nombre de ASSIST (Alcohol, Smoking and Substance Involvement Screening Test), fue desarrollado para la Organización Mundial de la Salud (OMS) por parte de un grupo internacional de investigadores y médicos (WHO, 2010).
Antes de comenzar el proceso de evaluación se mantuvo ciertas expectativas con lo que se podría encontrar, pero los resultados fueron más de lo esperado. Solo 121 (24.8%) de los 500 estudiantes encuestados, cuya edad está entre los 15 y 17 años, no tuvieron ningún contacto con sustancias de cualquier tipo a lo largo de sus vidas. Por su parte 379 estudiantes consumieron al menos una sustancia, 124 al menos dos sustancias y 63 estudiantes tres o más sustancias. La cifra llama la atención, ya que resulta que el 75.2% de alumnos ya tuvieron un acercamiento muy próximo con sustancias toxicas y potencialmente adictivas, a pesar de su corta edad.
¿Cuáles son estas sustancias? Por encima están las llamadas drogas legales – sustancias con efectos psicoactivos que son permitidas, su consumo no es penado por ley, aunque es nocivo en exceso o cuando se realiza en un contexto inapropiado. En esta categoría se encuentran el alcohol y el tabaco. Cabe precisar que en Perú estas sustancias son prohibidas para los menores de edad.
En el primer lugar en cuanto a consumo encontramos entonces al alcohol con 362 estudiantes, quienes en su mayoría afirman que su primer contacto con las bebidas alcohólicas fue en fiestas populares, como quinceañeros o reuniones familiares, donde tristemente se normaliza el consumo de alcohol en menores de edad. El segundo puesto es ocupado por el consumo de tabaco con 153 estudiantes. Las siguientes sustancias de consumo pertenecen a la categoría de drogas ilegales: vemos entonces que 66 estudiantes consumieron marihuana y 29 cocaína.
Gracias a esta investigación se logró observar también cual es el nivel de riesgo de que este consumo de drogas se vuelva una adicción, segundo los criterios aplicados por el test ASSIST. Para esto se ha analizado el consumo de sustancias tanto por el tiempo de consumo, como también su prevalencia por parte de los estudiantes evaluados.
Solo considerando los estudiantes consumidores de alcohol se obtuvo como resultado que un 15% de ellos muestra un riesgo alto de desarrollar una adicción, el 26% muestra un riesgo moderado y el 59% un riesgo bajo. Nuevamente, son números considerables en una población tan joven. Para resumir, resulta que alrededor de 2 de cada 10 alumnos ya tiene problemas con el consumo de alcohol.
Desde la experiencia de Takiwasi y de otros especialistas que se dedican al tratamiento de adicciones, es justamente el alcohol que usualmente abre las puertas al consumo de otras sustancias, además de provocar un acercamiento a conductas antisociales, problemas sociales y bajo rendimiento académico.
Igualmente, la marihuana, que según nuestros datos es consumida por 66 estudiantes de 500 (13,2%), representa una sustancia de alto riesgo, generalmente minimizado entre los jóvenes. Sus daños no son muy evidentes en el corto plazo y la adicción se desarrolla lentamente. Por eso suele demorar meses o hasta años para que la persona o la familia pueda darse cuenta de los cambios importantes ocurridos en la personalidad y forma de ser. Entre los efectos dañinos de la marihuana encontramos: problemas de atención y de concentración, progresivo descuido de los deberes y responsabilidades, irritabilidad, paranoia, confusión, aislamiento social, mentalización y proyección en una realidad virtual (Mabit, 1997). Consumida junto con otras sustancias (por ejemplo, con alcohol o pasta base de cocaína llamada también PBC) puede provocar hasta brotes psicóticos y suele ser, al igual que el alcohol, la droga de inicio que después es sustituida o acompañada por otras sustancias, más fuertes y dañinas.
El abordaje de estos problemas en sus fases tempranas ayuda a prevenir que los riesgos anteriormente mencionados se amplifiquen y terminen siendo un problema mucho más grave como la drogodependencia, que requiere un tratamiento contundente.
Referencias
INEI. (2018). Censos Nacionales 2017: XII de Población, VII de Vivienda y III de Comunidades Indígenas. Informe Nacional. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1539/libro.pdf
Mabit, J. (1997). Marihuana: ¿Ángel o demonio? Revistas Takiwasi N°5, Tarapoto, Perú, pp 63-77. https://www.takiwasi.com/es/marihuana-angel-demonio.php
World Health Organization. (2010). The Alcohol, Smoking and Substance Involvement Screening Test. (ASSIST) Manual for use in primary care. https://www.who.int/publications/i/item/978924159938-2
Autores
Tito Jhonatan Flores Rojas. Licenciado en Psicología, Universidad Cesar Vallejo, Tarapoto Perú. Colegio Nacional de Psicólogos del Perú – CPsP. 36800. Miembro del equipo terapéutico del Centro Takiwasi (www.takiwasi.com), acompañamiento a los pacientes drogodependientes en el ámbito de la ergoterapia.
Veronika Kavenská. PhD en Psicología clínica por la Universidad de Palacky, Olomouc, República Checa. Se ha formado como terapeuta en análisis jungiano (asociación CSAP, República Checa, reconocida por IAAP), abordaje que también aplica en su praxis clínica. Investigadora en el campo de la medicina tradicional del Perú y sus posibilidades de aplicación en la psicoterapia. Sobre el tema escribió un libro y varios artículos. Psicoterapeuta y coordinadora terapéutica del Centro Takiwasi.
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