10/09/2020: NOTICIAS.
Hoy se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y, teniendo en cuenta que la incidencia de suicidio en pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria es alta, la doctora Marina Díaz Marsá, jefe de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, ha querido pronunciarse al respecto.
La doctora insiste en la necesidad de establecer protocolos de actuación especiales, pues »los TCA constituyen un problema de salud con alto impacto en nuestra sociedad y con alto riesgo suicida. Muchas veces los médicos nos enfrentamos a situaciones muy difíciles y no encontramos suficientes apoyos por parte de las instituciones para atajar este problema de raíz».
Además, la doctora Díaz Marsá explica que »en la bulimia encontramos más frecuentemente depresión, autolesiones, abuso de sustancias y comportamientos impulsivos que, en un momento de desesperación, los lleva a cometer una locura. El perfil de la anorexia, sin embargo, es el de una paciente con mayor autocontrol, con rasgos más bien obsesivos compulsivos y que presentan trastornos de ansiedad. No obstante, el suicidio está presente tanto en perfiles de anorexia como de bulimia».
Los TCA constituyen un problema de salud con alto impacto en nuestra sociedad y con alto riesgo suicida
Los intentos de suicidio, desgraciadamente, son frecuentes en los TCA o Trastornos de la Conducta Alimentaria. Se han realizado estudios que indican que en torno al 20% de las personas que presentaban un cuadro de anorexia o bulimia nerviosa intentaron suicidarse.
Asimismo, la experta explica que »aunque controlemos los síntomas de depresión mayor asociados a un TCA, muchas veces el suicidio llega por el abuso de sustancias, los comportamientos o rasgos impulsivos, la comorbilidad con otros trastornos de la personalidad, trastornos de pánico o trastornos de estrés postraumático. A mayor gravedad, mayor riesgo de suicidio».
La doctora Díaz Marsá relata cómo la adolescencia puede ser un periodo especialmente difícil y donde los pacientes, especialmente mujeres, presentan mayor vulnerabilidad y riesgo de suicidio. »Debemos prestar especial atención a los adolescentes y a los cambios de actitud: observar si se aíslan y dejan de relacionarse con familia y amigos; si empiezan a mostrarse más tristes e irascibles; si empiezan a usar ropa mucho más holgada; si empiezan a contar calorías y a mostrar obsesión; si empiezan a saltarse comidas o a ir al baño inmediatamente después de una de ellas… Todas estas actitudes son solamente reflejo de un malestar interior que subyace y en el que los especialistas debemos indagar, desmontando cada capa, para ver de qué forma podemos ayudar al paciente», subraya.
Finalmente, la doctora enfatiza »la depresión y, por tanto, la posibilidad de suicidio se encuentra íntimamente relacionada con los TCA. De hecho, prácticamente la mayoría de las pacientes que presentan un trastorno de la conducta alimentaria acabará padeciendo un trastorno del estado de ánimo a lo largo de su vida. A mayor sintomatología de un TCA, mayor riesgo de depresión y de suicidio. Debemos ayudar a las pacientes que presentan un TCA a reconstruir su autoestima, restablecer la confianza en sus relaciones, hacerles sentir que son personas valiosas y que pueden aportar muchísimas cosas en nuestra sociedad».
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