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Nuevas formas de tráfico y consumo de drogas tras la COVID-19

NOTICIAS: 17.01.2021

Bruselas,  El deteriorado distrito de Praga, en la ciudad de Varsovia, es un punto caliente para drogadictos y traficantes. Botellas vacías, pastilleros y jeringuillas usadas yacen alrededor de chabolas abandonadas. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías y Europol alertan: la pandemia impacta notablemente en el escenario de la drogadicción en la Unión Europea.

El coronavirus perturba la logística y la cadena de suministro de droga en todo el mundo. Y también las rutas mundiales de contrabando. ¿Cómo reaccionan traficantes y drogadictos ante el caos de la pandemia? Lo investigamos en Varsovia.

La pandemia obligó a la ONG ‘Prekursor’ a reorganizar su trabajo en la calle. Los análisis de sangre y el intercambio de jeringuillas se hacen, ahora, fuera de su autocaravana. Antes del virus, a los drogadictos se les permitía entrar en ella para garantizarles un poco de intimidad.

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«Pawel, tienes tres resultados negativos: no tienes SIDA, ni sífilis, ni hepatitis C. Todo está bien», informa, a su paciente, Malwina, integrante del equipo móvil de prevención.

«Estoy muy contento con los resultados. En realidad, esperaba que pudiera ser peor y me alegro de que no sea así. Doy gracias por los resultados negativos», le responde agradecido Pawel, ciudadano que sigue un tratamiento de sustitución de drogas, con metadona.

La pandemia impulsó el negocio en la llamada ‘Internet profunda’ y los servicios de entrega a domicilio de sustancias ilegales. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías observó un impacto en el tráfico callejero: para contrarrestar la presencia policial, el trato ‘cara a cara’ es sustituido, en parte, por las conocidas ‘gotas muertas’, una técnica utilizada anteriormente por los agentes secretos durante la Guerra Fría.

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«Lo único que ha cambiado es que los traficantes no se ponen en contacto directo, no están cara a cara, con los compradores. Te dicen, he escondido la droga en tal sitio. La compraventa se hace por teléfono. Esconden la droga bajo un ladrillo o en cualquier otro lugar como, por ejemplo, un pequeño agujero en la pared, como ocurre en muchas ocasiones», explica Ewa, ciudadana que contrajo el VIH y sigue un tratamiento de sustitución de drogas, con metadona.

Conocemos a Artur, en un centro de acogida para drogadictos. Excamionero, estuvo involucrado en el tráfico de drogas y el crimen organizado. Pasó doce años en prisión por participar en secuestros. Desde que salió de la cárcel, lucha contra su adicción a la heroína. Decidió romper con su pasado. Vive en su coche y no tiene trabajo fijo.

«Debido a la pandemia de coronavirus, será cada vez más difícil tener dinero para poder comprar droga. La gente teme que la situación se pueda complicar. Tal vez es, por miedo a esto, por lo que la gente se inclina por los programas de sustitución de drogas con metadona. Tal vez, temen que se vayan a retorcer de dolor», relata Artur, ciudadano polaco que se encuentra en proceso de rehabilitación.

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Algunas clínicas ofrecen tratamientos para que los drogadictos dejen de consumir heroína. Antes de la pandemia, la metadona se repartía diariamente, bajo control de los terapeutas. Ahora, se administra en cantidades mayores. Se ofrecen dosis para un par de semanas con el fin de evitar aglomeraciones en los puntos de distribución.

«Creo que, para cierto grupo de clientes, las visitas diarias son perjudiciales porque crean dependencia con respecto al entorno, debido a que pasan tiempo entre personas adictas a las drogas. Venir a menudo y tener contacto frecuente con quienes consumen drogas y les ofrecen la posibilidad de venderlas, es tóxico y peligroso para esas personas», declara Aleksandra Stańczak-wiercioch, jefa del centro de reclutamiento de la ONG ‘Prekursor‘ en Varsovia.

La Red Polaca de Política sobre Drogas aboga por soluciones legales para recibir metadona en farmacias. Discutimos la idea con Olga. En su juventud consumió cannabis y terminó siendo adicta a la heroína hasta que optó por un tratamiento con metadona, a largo plazo. Sorprendentemente, está en contra de cambiar los esquemas de reparto, de cotidianos a semanales.

«No nos vamos a engañar. Algunas de las personas que se han apuntado al programa de sustitución con metadona, no lo han hecho para salir del problema en el que están metidas, es decir, la droga. Por otra parte, la metadona no es un sustituto de la droga, no se trata de lo mismo. Ni siquiera la consumen cuando la reciben sino que la revenden. Si se mantienen los cambios establecidos debido a la pandemia y reciben dosis de metadona para dos semanas… pueden venderla. Y el dinero, todos lo dicen, no se destina a comprar alimentos sino, a comprar droga», afirma Olga, exdrogadicta que se ha rebabilitado, mediante un tratamiento con metadona.

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La pandemia destruye la economía e impacta brutalmente en el mercado laboral; destroza las esperanzas de muchos drogadictos.

«La pandemia cambió mi vida. Después de salir de la cárcel y encontrar un trabajo, en principio, todo parecía ir bien. Incluso tenía un piso. Pero lo perdí todo, de nuevo; tanto el trabajo como el piso. Llegué a un punto en el que tuve que elegir entre convertirme en un vagabundo y estar en la calle o empezar a robar de nuevo. Ahora, debido a la pandemia, muchos se enfrentan a esta situación y tienen que elegir entre uno u otro camino», señala Wojtek, nombre ficticio con el que se presenta un antiguo traficante de heroína.

Después de haber conversado con su terapeuta, en la clínica, Wojtek accede a contar su historia. Tenía un buen trabajo en un bar de lujo. El desastre del coronavirus lo empujó de nuevo hacia su antigua vida: volvió a robar. Wojtek es un nombre ficticio para proteger su identidad. Tras buscar, sin éxito, un trabajo ‘normal’ en varias agencias temporales, se rindió.

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«Durante toda mi vida, he trabajado como cocinero así que, para mí, ahora mismo, no hay trabajo. Esta es la verdad. Hubo un periodo en el que fui adicto. Lo fui durante más de dos años. Yo mismo vendí droga. Vendía aquello a lo que yo era adicto: la heroína. Fue un auténtico drama», cuenta Wojtek, exdrogadicto y, también, antiguo traficante de heroína.

Wojtek dejó de consumir drogas pero sigue siendo adicto al alcohol, al juego y a las mujeres. Para satisfacer esas adicciones necesita enormes cantidades de dinero; logradas ilegalmente.

«No es mucho dinero. Estos 3 000 eslotis, al cambio actual unos 660 euros, no son nada. Para una persona normal es una cantidad suficiente para pasar un mes. En mi caso, esto es suficiente para apenas un día o dos, como máximo. Puedo ir a robar en cualquier momento. Suelo robar en almacenes y, en Varsovia, hay muchos. Hoy en día, es más fácil robar que tener un trabajo normal y honesto», concluye Wojtek.

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Mientras él gana dinero de forma ilegal, nos dirigimos hacia el cuartel general de la Guardia de Fronteras de Polonia.

El subdirector de la Comisión de Investigación nos muestra el sofisticado laboratorio de detección de drogas. Debido a las restricciones de movimiento generadas por la pandemia, menos vehículos atravesaron las fronteras europeas y los traficantes de drogas trataron de ocultar sus sustancias ilegales de manera más sofisticada.

«Tenemos más casos en los que la droga se ocultó en zonas dentro de los chasis de los vehículos. Los automóviles que transportan droga han tenido dificultades para circular, sin levantar sospechas, a través de España, Francia y Alemania, con destino a Polonia. Respecto a los próximos meses, creemos que el crimen organizado quiere recuperar el nivel de beneficios y ganancias, que producía su actividad criminal, antes de la pandemia. Para ello, trabajará más intensamente», declara Arkadiusz Olejnik, subdirector de la Comisión de Investigación de la Guardia de Fronteras de Polonia.

La primera oleada de la pandemia y las restricciones de movimiento redujeron, en poco tiempo, el volumen del tráfico transfronterizo de drogas. Pero la batalla contra la adicción y el tráfico de drogas, continúa.

Fuente: Euronews

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