NOTICIAS: 31.01.2021
La ingesta de alcohol y las adicciones comportamentales crecieron en el confinamiento, explica la directora de la Unidad de Conductas Adictivas de Carballo
Después de haber pasado por la unidad Aclad de A Coruña y por la Asfredo de Ferrol, donde fue responsable de la unidad de centro de día, la betanceira Lourdes Suárez Fernández (1975) llegó en el 2002 a la Unidad Asistencial de Drogodependencias de Carballo (UAD), creada en 1994. Así se llamaba entonces y en el 2007, que fue cuando asumió la dirección del espacio, renombrado en el 2018 como Unidad de Conductas Adictivas (UCA), «porque no se atendía solo dependencias a sustancias, sino también dependencias comportamentales». A mayores del servicio de vigilancia de seguridad, integran el equipo de la UCA cinco personas: junto con Lourdes, que es psicóloga; una psiquiatra, una enfermera, una trabajadora social y una auxiliar administrativa.
-¿Cómo les afecta la pandemia?
-Hemos tenido que cambiar bastantes cosas a nivel funcional [pero han mantenido la atención]. Para muchos pacientes somos un centro sanitario de primera línea, como sucede en atención primaria, ya que no han pasado antes por otro dispositivo sanitario: a veces somos su primer contacto. Otros vienen derivados por su médico de cabecera, el Chuac o una Unidad de Salud Mental. Cuando fue el pico máximo de la pandemia, tuvimos que seguir atendiendo los inicios de tratamiento a pacientes con dependencia de la heroína, alcohol o con patología psiquiátrica grave, en los que la posibilidad de acabar en un servicio de urgencias es elevada y eso es lo queríamos evitar, tanto para evitar contagios, como por la saturación del sistema sanitario.
-¿Es por eso que implementaron el servicio de entrega a domicilio de metadona?
-No exactamente. Debido a la pandemia, algunos pacientes, bien porque estaban infectados, bien porque debían guardar cuarentena por contacto estrecho con un positivo, no podían a venir a buscar la metadona ni enviar un familiar, que también estaría en aislamiento. Así que se impulsó ese servicio, que supongo que no solo hace la Unidad de Carballo, y al que aquí le dimos una estructura de programa formal, en coordinación con los Centros de Salud, Servizos Sociais, Protección Civil, ediles de los distintos concellos… Se articuló para hacerles llegar el tratamiento, de una manera rápida y fluida, para esos casos confinados.
-Se dice que el consumo de drogas bajó en el confinamiento, pero crecieron adicciones a pantallas, juegos… ¿Es cierto?
-Al principio del confinamiento, hubo una disminución en el consumo de drogas ilegales. El consumo de alcohol fue controvertido. La gente no salía a beber fuera, no quedaba para tomar algo, pero sí aumentó el consumo de alcohol en el domicilio. También se incrementaron las adicciones comportamentales. Hace años, estas se limitaban, por ejemplo, a jugar en tragaperras, pero con las nuevas tecnologías la gente pasó a jugar desde casa, a solas, a través del móvil, el ordenador… Hubo muchas demandas de tratamiento cuando acabó el confinamiento en este sentido, pacientes bastante jóvenes con adicciones comportamentales: juego en línea, apuestas deportivas… También repuntó el consumo de cannabis.
-¿Atienden a pacientes de toda la Costa da Morte? ¿Cómo está el nivel de consumo en la zona?
-Sí, pacientes desde Carballo hasta Fisterra. El consumo de tóxicos en la Costa da Morte es muy elevado, sobre todo el de cocaína, y en personas jóvenes. Es algo que llama la atención. Son perfiles de pacientes diferentes a los centros más urbanos. Tienen mayor disponibilidad de recursos, por el trabajo, por el entorno personal… Cada vez está más aceptado socialmente, incluso. Un peligro.
-Ahora, de nuevo en régimen de casi confinamiento, toca volver a extremar precaución, y seguir con toda la seguridad.
-Tenemos unas normas bastante claras de cómo actuar en la unidad, aunque eso no exime, claro, de que pueda pasar algo. Trabajamos con pacientes de alto riesgo, con un alto porcentaje de inmunodeprimidos y con comorbilidades físicas y psíquicas de gravedad, junto con la patología adictiva. Además, muchos llevan un estilo de vida que implica un mayor riesgo de contagios. Trabajamos con todas las medidas higiénico sanitarias (mascarillas FFP2, ventilación, desinfección, distancia física, solo dos pacientes en sala de espera, evitando que vengan acompañados por mayores…). En caso de que no lleguen con mascarilla homologada, se les da una quirúrgica y se les explica qué mascarillas no son adecuadas. Intentamos reducir el riesgo, para ellos y para los trabajadores. Justo hoy [por ayer] recibimos del servicio de salud mental una serie de recomendaciones, en línea con lo que ya venimos haciendo: consultas telefónicas en la medida de lo posible; evitar la entrada de personas externas; uso de mascarillas FFP2, que facilitaba el Concello y espero que ahora Sanidade; promover programas de atención psicológica al dolor y trauma y una atención, prioritaria, a personas con alto riesgo de suicidio, altas hospitalarias, trastorno mental grave y situaciones traumáticas derivadas del covid.
-Quedan para muchos horas vacías, con el ocio recortado.
-Se ve un claro aumento de psicopatologías. La gente ha tenido que cambiar sus hábitos, sin socializar como lo hacían y con las relaciones familiares muy limitadas. Después está el miedo, aumentando los problemas de ansiedad y los síntomas depresivos. Hay un cansancio psicológico a raíz de todo esto y nos llevamos bastante mal con la incertidumbre, ya que tenemos miedo de lo nuevo, de lo que no podemos controlar. También existe un agravamiento en los pacientes que ya tenían problemas de salud mental.
«En esta situación, estar ocupado es una de las mejores prevenciones»
¿Qué recomienda Suárez para esas horas vacías que pueden quedar? «Estar ocupado es una de las mejores prevenciones. No estamos acostumbrados a enfrentarnos al tiempo libre, al aburrimiento, a no saber qué hacer. Al margen del trabajo, si se puede seguir con él, convendría fijar rutinas, huir del desgobierno horario y tener pautas de sueño y alimentación saludables, aprovechando para cocinar, hacer actividades en común con la familia. Con los niños, igual. Debe haber una rutina de ejercicio físico: si se puede salir a caminar, mejor, si no en casa. Hemos de buscar algo que nos mantenga entretenidos a nivel intelectual y, siempre que se pueda, fomentar relaciones de manera telemática: aquí la tecnología juega a nuestro favor», apunta.
Lourdes, de otro lado, espera que la gente se conciencie de la situación y no asuma conductas de riesgo. Aguarda que una vez que se alcance el pico de esta tercera ola, se estabilicen nuestros hábitos de vida: «Pero esto no nos puede hacer bajar la guardia. La vacunación es una buena noticia, pero de aquí a que se alcance la inmunidad colectiva, puede pasar tiempo. Los casos se suceden; hay gente que pasa el covid como una gripe, pero otros requieren hospitalización, con un proceso de recuperación lento, a veces con secuelas». Aguarda que se agilice la vacunación, sobre todo entre los colectivos de riesgo, como el personal sanitario: «Se ha hecho con la atención primaria, pero hay más estratos».
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