NOTICIAS: 27-02-2021
pueda llenar instantáneamente el vacío interior”.
-Jean Kilbourne
Un nuevo fenómeno que comienza a tratarse en las consultas psicológicas son las adicciones a las series o a los contenidos de streaming.
Recientemente, Netflix dio a conocer datos muy reveladores de sus suscriptores a nivel mundial, quienes consumen en promedio mil millones de horas de contenido a la semana.
Los mexicanos en promedio consumimos 10.5 horas a la semana viendo series, películas, documentales, entre otros programas de la plataforma en línea.
Con estos números, Netflix, el gigante de los contenidos, tiene una razón poderosa para invertir próximamente 300 millones de dólares en México para realizar 50 series originales.
¿Qué hace tan adictivo al streaming?
Algunos estudios realizados por expertos de la UNAM se enfocan a que hay muchas escenas de sexo y violencia; otros indican que una de las características que las hace tan atractivas son las ráfagas visuales, donde todo ocurre tan rápido que hacen sentir al espectador como parte de la trama; la última es que los contenidos se encuentran disponibles todo el tiempo.
Otro gran punto a favor del streaming es su mercadotecnia, que tiene muy bien estudiada a la psique humana.
Para el psicoanalista Carl Gustav Jung el inconsciente colectivo es un almacén emocional que todos poseemos al nacer. Son dimensiones esenciales que todos padecemos y sentimos por igual como son los sentimientos de amor, miedo, inseguridad, entre otros; ahí está la clave: en las series se repiten personas, culturas, que tienen un gran alcance y cuyos contenidos van dirigidos a ese inconsciente colectivo que está detrás de las pantallas.
Las cadenas de distribución de contenidos saben cómo mantenernos hambrientos de más películas o series.
En este punto, Jung hizo otra gran aportación a la publicidad y a la mercadotecnia a través de su teoría de los arquetipos, en la que explica la similitud entre los personajes creados en las distintas culturas de la historia como son la madre, el padre, el sabio, el héroe, el amante, entre otros, y las empresas utilizan estos arquetipos para capitalizar su audiencia.
En las historias aparecen algunos de estos arquetipos con los cuales la audiencia se identifica social, cultural o afectivamente, más allá del tiempo y la distancia.
La gente ve series, pero esto no es educación, es entretenimiento, porque no llega a detenerse y a profundizar en los contenidos, por lo tanto, contrario a lo que pudiera pensarse, las plataformas de streaming no son para generar conocimientos.
Es impresionante ver cómo las personas ante la pantalla abandonan sus mentes quedándose como simples espectadores de la inmediatez y no se observan modificaciones en su conducta que muestren reflexión alguna sobre lo que observan, perdiendo la iniciativa a la lectura y a la documentación, mientras se conforman con la versión televisiva de la obra, perdiendo la habilidad y el interés por los libros.
Mientras la mente del espectador se adentra a un mundo proyectivo, su cuerpo está sufriendo daños como son la fatiga, dolores musculares, resequedad ocular y trastornos del sueño por las horas de exposición; también se manifiestan ataques de ira cuando la plataforma no funciona o no hay señal de internet y el sujeto se encuentra inmerso en un marcado aislamiento, en un vínculo vacío con la pantalla.
“La actitud inherente al consumismo es devorar todo el mundo. El consumidor es el eterno niño de pecho que llora reclamando su biberón. Esto es obvio en los fenómenos patológicos, como el alcoholismo y la adicción a las drogas”, mencionó el psicoanalista Erich Fromm.
Quién pudiera imaginar que décadas después se sumaría una adicción más como lo que está ocurriendo ahora con el tiempo frente al televisor o a los equipos de cómputo y de celular.
Devorar contenidos como “drogas visuales” no puede saciar a los consumidores, especialmente porque se ha dado la situación perfecta por la pandemia covid-19: quedarse en casa frente al televisor.
Es fundamental que los medios retomen cómo fomentar la lectura y el conocimiento.
MIRIAM COLÍN Y VANESSA AGUILAR
camina.atencion@gmail.com
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