NOTICIAS: 13.05.2021
Los smartphone y las redes de mensajería instantánea nos facilitan la vida, pero un mal uso puede generar estrés, ansiedad y adicciones.
Hay muchas señales que nos indican que somos adictos a las redes sociales. Facebook, Instagram, Twitter… todas ellas pueden generarnos comportamientos adictivos, pero seguramente es WhatsApp, la aplicación de mensajería instantánea más extendida (y precisamente por eso), una de las que más nos dominan. Todos nos hemos sentido atrapados en algún momento por esa llamada ‘tiranía del WhatsApp’: agobiados ante el aluvión de mensajes, sobre todo de los grupos de amigos- sin gestionar, sentirnos en la obligación de contestar inmediatamente o consultar continuamente las notificaciones, los perfiles y los estados para no perdernos nada.
Es necesario relajarse y comprender que no pasa nada porque el emisor del mensaje vea que estamos conectados o que hemos leído el mansaje y no contestemos en ese momento, muchas veces es mejor esperar a un rato en el que estemos tranquilos y no contestar a toda prisa. Esa necesidad “autoimpuesta” de contestar de forma inmediata nos lleva a contestar en cualquier sitio, sin intimidad, o la tranquilidad necesaria para mantener una buena comunicación. Es lo que se denomina la exigencia de la disponibilidad, el “estabas en línea”. Los grupos del WhastsApp se convierten en una auténtica tortura, todo, por el miedo a perdernos algo, lo que nos hace caer en el FOMO (Fear of missing out). Además, puede producir en algunas personas sensación de agobio, estrés, ansiedad, culpa y remordimiento, poca capacidad de control, falta de intimidad, libertad y autonomía. Termina afectando de forma negativa en otras áreas de la vida. Se sacrifican incluso actividades y obligaciones por estar pendiente de conversaciones. También se suelen dar alteraciones bruscas del estado de ánimo. Y, por último, está el factor más relevante del momento como es la “infointoxicación” “sobreinformación”.
“La vida online y la hiperconectividad está asociada a una menor capacidad de autoconciencia e introspección y a una pérdida de la empatía y de relaciones profundas basadas en momentos y experiencias reales” sostiene Gabriela Paoli, psicóloga y autora del libro “Salud digital: claves para un uso saludable de la tecnología”.
Consejos para escapar de la tiranía del WhatsApp
Como bien se dice, ‘el primer paso es reconocerlo’. Tener una actitud observadora y crítica hacia el uso – o abuso- de internet y las redes sociales es una buena forma de empezar a modificar hábitos nocivos. Si sentimos la irresistible tentación de consultar el móvil a cada momento mientras realizamos tareas que requieren nuestra concentración (el ejemplo más clásico es mientras trabajamos, pero también se aplica a los momentos de juego con nuestros hijos o a las reuniones físicas con amigos), la solución es fácil: apartemos la tentación. Silenciar las notificaciones o simplemente poner un rato el móvil en modo avión no hace daño a nadie y te permitirá aumentar tu atención en lo que estás haciendo.
De la premisa que hay que partir es que no tenemos la obligación de estar disponibles o localizables en cualquier momento. De esta manera, estableceremos ciertos hábitos que nos ayuden a no caer en la hiperconectividad y mantener una buena salud digital. Por ejemplo, algunas personas apagan los datos y la conexión wifi durante buena parte del día. De este modo, si alguien debe decirnos algo urgente o si hay una emergencia, nos pueden localizar mediante una llamada, pero evitaremos las distracciones constantes para consultar WhatsApp e internet. Puedes establecer uno o varios momentos del día (por ejemplo al salir de trabajar o por la noche después de dormir a los niños) para sentarte tranquilamente a leer todos los mensajes de WhatsApp y contestar con calma.
Algunas claves:
- Utilizar estas aplicaciones como aliadas: que nos faciliten la vida, nos agilicen las gestiones, nos acerquen en las distancias.
- Entrenarse en el autocontrol: tener la fuerza de voluntad para renunciar al placer inmediato en pos de alcanzar un bien final.
- Mantener una comunicación respetuosa y utilizar la empatía digital: no digas nada que no dirías cara a cara.
- A nivel laboral o profesional: recordar que tienes el derecho a la desconexión digital, según la ley orgánica 3/2018, de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales.
- Evita la fatiga informática mediante la desactivación de las notificaciones: el sonido es una distracción cuando tienes que enfocarte en otra cosa.
- Informar disponibilidad en los grupos (trabajo/amigos/familiares) poner límites.
- Gana productividad y salud: dejar el móvil fuera de tu mesa de trabajo o estudio.
- Que la comunicación online no desplace y se vuelva exclusiva: prioricemos la comunicación cara a cara. Así evitaremos malos entendidos.
“No corramos el riesgo de que la comunicación digital nos lleve a una vida agitada, fugaz, superficial, sin sentido, pasada por filtros. En definitiva, a una vida editada. Cuidemos nuestra comunicación que es la base de cualquier relación”, concluye Paoli.
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