NOTICIAS: 25.05.2021
La semana pasada, Julián Quintero –director de la Corporación Acción Técnica Social– intervino en la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas, en Viena. Además, como parte del grupo Acciones para el Cambio (que intentan abordar el tema de las drogas desde un punto de vista diferente al del prohibicionismo), participó del evento que las organizaciones civiles desarrollan en paralelo y que contó con representaciones de Colombia, México, Argentina y Brasil. Aquí les dejamos una corta reflexión que Julián compartió con nosotros.
Julián Quintero (*)
Constanza Sánchez del ICEERS (International Center for Ethnobotanical Education, Research & Service) escribió un texto (en el fanpage de ATS) sobre cómo funciona y de qué se trata la Comisión de Estupefacientes (CND) de las Naciones Unidas. Decía que todas las personas que trabajan el tema de drogas deberían ir al menos una vez en la vida a conocer cómo 53 naciones del mundo, en este escenario, rigen y orientan las políticas de drogas a nivel mundial. Para muchas organizaciones y agencias de cooperación, asistir a la Comisión es perder el tiempo. Para otros relegados del debate, allí no se hace nada. Sin embargo, para los que tenemos la oportunidad de ir, escuchar, conversar y dejar una huella, se trata de un acontecimiento muy significativo.
Por ejemplo, al escuchar los debates del plenario, se da uno cuenta de que actualmente no hay lugar para el consenso. Mientras Rusia, China y Japón se oponen a regulación de la marihuana medicinal y piden más control por parte del a JIFE (la Junta Fiscalizadora de Estupefacientes que se encarga de velar por el cumplimiento de las convenciones pero que no tiene ningún poder real de sanción), Canadá y Uruguay explican el contexto y los logros de la regulación. Por otro lado, Suiza pide evidencia para seguir prohibiendo lo que ya es imposible de prohibir.
Mientras tanto, Estados Unidos pasa de agache y en silencio porque está regulando por la puerta trasera y Colombia ya no es protagonista e innovadora como en años anteriores. Los países africanos luchan por el desmonte de la regulación de los medicamentos para el dolor y el Tramadol es su principal problema. Mientras tanto, Nueva Zelanda (en el culo del mundo) denuncia el “Uso inadecuado del correo postal internacional para actividades ilícitas”, pues la mayoría de las drogas llegan a sus usuarios vía correo postal, a la puerta de la casa, compradas en la deep web con criptomonedas.
Muchos de los países con el problema del fentanilo (un opioide muy fuerte que, por ejemplo, en Estados Unidos es la principal causa de muerte por sobredosis) ven en los análisis de drogas una opción real para salvar vidas. La mayoría de las personas de los gobiernos con carrera diplomática coinciden en que lo más innovador de los plenarios de la Comisión de Estupefacientes lo dice la sociedad civil con más de 20 intervenciones.
Paralelo a esto, hay una serie de reuniones privadas en la que los gobiernos hacen acuerdos de cooperación o cuadran bloques de votaciones. También se discute la aplicación de las resoluciones. Por ejemplo, este año la resolución de las facultades de la JIFE ha sido la más debatida, pues no tiene dientes y ya ni en la casa le tienen respeto. Así es como en el pleno vemos como algunos países van regulando el cannabis medicinal y empiezan a descriminalizar los consumos, mientras todos muy juiciosos suman a la gran lista de prohibiciones de fentanilo, cannabis sintéticos, catinonas sintéticas y precursores que de nada impactaran el tráfico internacional.
Mientras tanto afuera, antes del plenario y en la hora de almuerzo, hay más de 50 eventos alternos donde gobierno, sociedad civil, agencias de cooperación debaten sobre los mismos problemas, las mismas fallidas soluciones y se escuchan las nuevas propuestas. En los pasillos se cuecen habas, muchas reuniones, cafés, almuerzos, conversaciones que ayudan a fortalecer las relaciones entre gobiernos y la sociedad civil, las agencias de cooperación, etc y se ve a la industria de fármacos y cannabis camuflada entre los asistentes viendo cómo se mueve el mundo en función de su negocio, buscando reuniones de negocios.
Al final, en el patio, todos estábamos listos para tomarnos la foto de la sociedad civil. La foto iba para la campaña “Apoye no Castigue 2019” con unos afiches de personas víctimas que han analizado la guerra contra las drogas y que no habían podido venir. En ese momento nos rodeó la policía y casi nos saca del evento porque no permiten las manifestaciones, así como la que días antes hicieron unos colegas al acostarse en frente del stand de Filipinas simulando muertes por culpa de la prohibición.
Así pues, quien piense que esto no es divertido y que ir a CND es perder el tiempo, no debería estar en el tema de drogas. O debería dejar de llorar y hacer el esfuerzo por estar allá, al menos una vez en la vida. En esta ocasión para mi gusto y fuera del evento, fui a una cena familiar y me pegué una bailadita de techno en el Sass Club. Fui con Nuria (directora de Energy Control) y Diana (una de las fundadoras de Anandamida Gardens) para cerrar la visita y correr como cenicienta a tomar el avión antes del amanecer para volver a Colombia.
(*)Julián Quintero, director de la Corporación ATS compartió con este texto la experiencia de haber estado en la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas.
Video intervención en la CND: Somos una generación que no le tiene miedo a las drogas
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