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Dejar de fumar: un proceso difícil pero posible que requiere tiempo

ADICCIÓN. Un hombre fuma un cigarro en Ourense. Ni la pandemia del coronavirus ha podido terminar con este extendido vicio. Foto: Brais Lorenzo

NOTICIAS: 25.10.2021

Galicia es la autonomía que tiene la menor tasa de fumadores de España // El 18 % de la población consume tabaco a diario // Casi el 83 % declara no haber intentado dejar la adicción

 

GALICIA. El consumo de tabaco constituye un problema de salud pública y es responsable del 33 por ciento de los tumores y del 22 por ciento de las muertes por cáncer, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Causa del 85 al 90 % de los cánceres de pulmón pero es también factor de riesgo para multitud de tumores (cabeza y cuello, vejiga y tumores digestivos, entre otros).

En muchas ocasiones el humo interno consigue terminar con la vida de muchas personas. El consumo de tabaco provoca 52.000 muertes anuales en España, un país donde el 24 % de la población sigue siendo fumadora. Esto significa que más de 10 millones de españoles son fumadores, según comunican desde la AECC a este medio.

Muchos luchan a diario para romper con este hábito, y lo consiguen, otros al contrario no piensan en las consecuencias y siguen fumando sin preocupación o afirman no ser capaces de dejarlo.

LA SITUACIÓN EN GALICIA La comunidad gallega tiene 17.659 fumadores por cada 100.000 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) recogidos por la AECC, referentes al año 2020. Una tasa que la convierte en la comunidad con menor porcentaje de toda España.

En este ranquin, la Comunidad Valenciana es la que registra el mayor número, con un total de 1.033.087 fumadores diarios, lo que supone más de 24.479 habitantes por cada 100.000 personas y cerca de la cuarta parte de la población mayor de 15 años.

Le siguen Castilla-La Mancha y Ceuta, con tasas de 24.176 fumadores diarios por cada 100.000 habitantes y 23.953, respectivamente. Por la cola, junto a Galicia, se encuentran Melilla, con 28.590 y la comunidad de Madrid, 18.604.

En consonancia total con los datos por comunidades, las cuatro provincias gallegas son las que menos tienen. Ourense es la que mejor puntuación obtiene, 16.418; seguida de Lugo, 16.850; A Coruña, 17.818, y Pontevedra, con 18.184 fumadores diarios por cada 100.000 habitantes.

En la franja de edad que hay un mayor número de fumadores en la comunidad, en 2020, es en la de 45-54 años con un 59 % de fumadores (31 % hombres y 28 % mujeres). En segundo lugar están los de 35-44 años, con 49 % de fumadores, el 26 % hombres y el 23 % mujeres. A partir de los 65 años apenas hay mujeres fumadoras. En concreto, de la franja de edad 65-74 años, son sólo el 3 % del 22 % total. A partir de 75 años solo hay un 2 % de fumadores que corresponden al género masculino.

EXFUMADORES. Los datos indican que en Galicia había 661.851 exfumadores en 2020. La última Encuesta Nacional de Salud del INE revela que en la comunidad un 27,75 % declara ser exfumador y casi un 54 % no fumó nunca en su vida.

Al contrario, los gallegos que sí fuman lo hacen diariamente el 17,8 %, que representa a 418.920 personas. De ellas, 224.366 son hombres (54 %) y 194.554 son mujeres (46 %). Ocasionalmente lo hacen 11.096 personas, el 0,49 %

Con respecto a la provincia de A Coruña en el 2020 hubo 273.440 exfumadores: 85850 mujeres y 187.590 hombres. Esta cifra corresponde al 27,92 % de su población.

INTENTOS DE DEJARLO. En cuanto a las veces que una persona que fuma intentó dejarlo en el último año, en Galicia el 82,7 % declara no haberlo intentado ninguna; de una a dos, el 16,5; de 3 a 4, el 0,15, y cinco o más intentos, el 0,60 de los fumadores.

MÁS DE UN MES SIN CIGARROS
“Se fumabas parecía que eras máis que os demais”

··· El lunes 13 de septiembre era la fecha que tenía marcada en el calendario B.G. para dejar de fumar. Este joven de 22 años y natural de Zas afirmó a este medio que se veía con fuerza para lograrlo. “Comecei a fumar de moi novo, cando tiña arredor de quince anos. O motivo, sinceramente, non o recordo moi ben ou incluso non o houbo”, cuenta. Al principio lo hacía a escondidas y nadie de su entorno lo sabía. “Con esa idade non lle daba importancia ao tema. Se fumabas parecía que eras máis que os demais e en verdade é todo o contrario”, afirma. Casi todos sus amigos fuman. Aún así cree que es el momento de abandonar el vicio. “O apoio da xente, a conciencia de saber que non é bo, tanto económicamente falando como en canto a saúde”, eso fue lo que lo llevó a tomar la decisión. Dejar de fumar definitivamente lo veía difícil, pero con el apoyo de su gente más cercana sabía que podría salir adelante con su propósito, y así fue.

PROTAGONISTA
“Está todo na mentalidade; Ningúen morre por un pitillo”
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Carlos Noya tiene 62 años y con solo quince fumó su primer pitillo. “Os da miña idade comezamos a comprar paquetes de tabaco e a darnos cigarros uns aos outros. Eu non fun dos primeiros pero aquelo converteuse nunha moda”, cuenta.

En un primer momento lo hacía a escondidas. “Non se podía fumar á vista dos pais nin dos avós”, dice. Cuando tenía 18 años su abuela descubrió que en el cuarto de baño había humo. “O primeiro que dixo foi: ‘o rapaz fuma’ ”, recuerda. En su familia sólo fumaba algo con anterioridad su abuelo, pero después ya nadie lo hacía. “Non me dixeron nada, pero imaxinaba que non lles gustaba. Procurei non fumar á vista deles ata case os 20 anos”, afirma. Comenzó a tener cada vez más adicción hasta fumar una o incluso dos cajetillas de pitillos al día.

Con 32 años fue capaz de dejar de fumar durante tres meses, cuando estaba dando clases de Tecnología Agraria en Formación Profesional. Recuerda que en ese tiempo engordó unos ocho kilos. “Tiña un apetito desbordante. No recreo os compañeiros tomaban un café e eu, a maiores un bocadillo”, apunta. Al engordar volvió a coger en sus manos un cigarrillo y se enganchó de nuevo.

En el año 2017 se enfrentó a una pequeña operación ambulatoria y al salir del hospital estaba convencido de que iba a dejar de fumar. “Parei un ano, pero a comezos do 2018 non sei moi ben o motivo collín un cigarro e volvín ao vicio”, destaca. Tras pasar las navidades, a los dos días de empezar el nuevo año decidió reflexionar sobre el tema como “persoa fumadora fronte a persoa racional que razona”. Finalmente se autoconvenció de que un pitillo no podía dominarlo. “Mentaliceime e conseguín deixalo”, asegura.

Para Carlos lo fundamental para lograrlo fue tener fuerza de voluntad. “Non se precisa axuda externa. Está todo na mentalidade. Ningúen morre por non fumar”, considera. Aún así afirma que fue duro y que por momentos pensaba en ello, sobre todo cuando veía fumar a alguien.

En estos dos años y medio percibe mejoría en todos los aspectos. “Degusto máis a comida, físicamente estou mellor, fago deporte, cambioume a tonalidade da pel. En definitiva síntome moito mellor”, destaca. Tras haberlo conseguido se arrepiente de haber esperado tanto. “Estou convencido de que nunca máis volverei a fumar. Prexudicas a saúde, o bolsillo e as personas da túa contorna”, concluye.

Cree que en la actualidad sucede el mismo sistema de siempre. “Empezas por probar. Tómase como un chiste e acabas enganchando porque é moi aditivo”, dice

“La clave para conseguirlo es querer dejarlo”
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¿Cómo? Lucía Álvarez,psicóloga de la AECC habla de éxito en las terapias grupales para dejar el tabaco

Muchos se preguntan cómo se deja de fumar y cuál es el mejor momento para intentarlo. “La clave para conseguirlo es querer dejarlo”, así lo afirma Lucía Álvarez-Santullano, técnico de atención psicológica, prevención y promoción de la salud en AECC en Santiago de Compostela.

El tabaco es una droga que crea una adicción y cuyos efectos más perjudiciales se ven a largo plazo. “Si uno no quiere y no está convencido de querer hacerlo va a ser difícil que lo consiga porque es un proceso difícil y duro”, reitera.

Cada persona es distinta y no a todos les ayudan las mismas cosas. Sin embargo, los estudios dicen que la terapia grupal tiene una tasa de éxito alta. En la AECC utilizan los cursos de deshabituación tabáquica. “Es cierto que hay gente que deja de fumar sola pero el grupo tiene un poder muy importante que es el sentirse comprendido e intercambiar historias”, comenta.

El protocolo que siguen es de reducción gradual, es decir, se hace en función de los cigarrillos diarios que fuma cada persona. “Primero hacemos una evaluación para saber en qué punto está la persona, cómo se encuentra, la motivación, nivel de adicción… Eso se hace de forma individual. Después en el grupo se empieza a trabajar sobre herramientas de reducción gradual hasta que llegamos a la fase de abandono, el día D (el día que se deja de fumar). Cada uno decide el suyo en función de cómo se encuentra. Por último, se pasaría a la tercera fase de mantenimiento en la que se trabajaría la prevención de la recaída, situaciones complejas ante las que se pueden encontrar”, explica en detalle.

En la actualidad, los grupos de deshabituación tabáquica se llevan a cabo de forma presencial u online, según la situación covid. Son seis sesiones semanales y luego tres a mayores que serían las de mantenimiento, desde el día D: un mes después, seis meses después y un año más tarde. “Esas sesiones si podrían ser en grupo o individuales”, apunta.

En la AECC hacen la diferencia entre caída y recaída. Si uno ha dejado de fumar y en un momento dado fuma un cigarrillo puede tener dos pensamientos. “He vuelto a fumar, no lo voy a conseguir o puede decir que es una cosa puntual que utilizará para ver como la gestiona y las herramientas que puede poner en marcha para que no le vuelva a pasar”, dice. En el caso de ser una cosa puntual le llaman caída. Si se retomara el consumo de tabaco constante se trataría de una recaída.

Lucía Álvarez considera que las nuevas generaciones están cada vez más informadas, lo que supone que se reduzca, en cierto grado, el porcentaje de fumadores. “Gente que fuma más siempre la puede haber. Hay gente que incluso estando enferma continúa fumando”, dice. En este punto hace mención de los dibujos en las cajetillas de tabaco con mensajes gráficos sobre sus riesgos. “Hay gente que le impacta pero los que tienen adicción y no lo quieren dejar no les impresiona”, afirma.

Hay personas que empiezan la terapia y en un momento dado deciden no continuar porque no están pasando un buen momento en su vida personal. Para los que con la parte psicológica no son capaces existe la opción de combinarlo con el tratamiento farmacológico Vareniclina y brupopión (Champix y Zyntabac en sus nombres comerciales). “El médico de cabecera les explicaría cómo es el proceso y si es posible utlizarlo según su historial médico”, confirma.

CONTROL PERSONAL CON RESPIRAPP. La AECC ha desarrollado hace años una aplicación bajo el nombre de Respirapp. Es gratuita para la gente que decide dejar de fumar y hacerlo de forma individual, destaca la psicóloga. Funciona similar a la terapia en grupo, con las mismas fases: reducción de consumo, abandono y prevención de la posible recaída. “La tasa de éxito de los grupos de tabaco junto con Respirapp es del 60%”, destaca.

En los primeros seis meses del 2021, a nivel España, la AECC ofreció su servicio para dejar de fumar de manera presencial u online a casi mil personas, según cuenta a este medio Laura Álvarez. En lo referente a la prestación del servicio a través de Respirapp, en la primera mitad del año ya contaba con más de 20.000 usuarios.

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