NOTICIAS:21.07.2021
Las familias tienen un papel clave en inculcar aficiones de todo tipo los niños y que se sientan más realizados
Durante las últimas semanas, más que nunca, se ha puesto el foco en los jóvenes que hacen botellones y acuden a macrofiestas debido fundamentalmente a la propagación de contagios de Covid-19 que conlleva la ingesta de alcohol y la relajación de las medidas de prevención establecidas. Lejos de acusaciones o argumentos críticos hacia este tipo de comportamientos también es necesario preguntarse si los jóvenes tienen el ocio que desean y qué alternativas se les ofrecen a este tipo de quedadas.
Según Juan María González Anleo, investigador del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica y profesor en ESIC, tanto los ayuntamientos como el Gobierno ofrecen propuestas deportivas, gastronómicas…, para el tiempo libre, «pero el problema reside en que culturalmente el alcohol está muy asociado a la diversión. Es ‘la opción’ por antonomasia, la que tienen los jóvenes en la cabeza para pasarlo bien».
Explica que en las clases que imparte a sus alumnos les comenta de modo jocoso «ya sé que tú iras este viernes a la ópera, tu compañero a un museo y el otro a un concierto de música clásica». «Todos se ríen al unísono y dicen un largo ‘¡nooooo!’. Luego les comento, ‘igual vais de botellón por la noche’, y entre aplausos dicen: ‘¡sííí! Esta pequeña broma es una clara demostración de que estructuralmente cuentan con alternativas de ocio pero culturalmente no. Es decir, tienen demasiado interiorizado que tomar copas es la forma de divertirse. Es como un rito y no salen de ahí».
Según este experto es necesario cambiar en nuestra sociedad esta mentalidad, lo que reconoce que no es tarea fácil. Sin embargo, «para empezar, los padres deben inculcar en sus hijos aficiones desde que son pequeños como la lectura, la escritura, tocar un instrumento… El planteamiento de salir por la noche y consumir es, en definitiva, agotador y poco rico en cuanto a aportación personal. Si tienen una afición, además de sentirse más realizados, tendrán la responsabilidad de no acostarse tan tarde y hacerlo en mejores condiciones para rendir al día siguiente en algo que les entusiasma».
Reconoce que intentar que no beban es una utopía, «pero no una quimera». Matiza que hay hobbies que pueden parecer aburridos, pero basta con darles a los jóvenes la oportunidad de conocerlos para empezar a ganar atractivo. El problema, en su opinión, es que están acostumbrados a la cultura del no esfuerzo, «y aquello que cuesta una mínima dedicación es rechazado de inmediato».
No obstante, respecto a las actividades realizadas en el tiempo libre, este experto indica que hay una tendencia a una mayor presencia del ocio tecnológico en el ámbito doméstico y aumento de las relaciones con sus pares en actividades que no solo incluyen las salidas nocturnas, sino también compras, comidas, deporte…
Eulalia Alemany, directora técnica de la FAD, también coincide en que los adolescentes tienen muy integrado el consumo de alcohol en las celebraciones y las fiestas. «Actúan por imitación de lo que ven en su entorno, en los medios de comunicación y en las redes sociales, en los que últimamente, por el tema de los contagios, no hacen más que salir imágenes de botellones y macrofiestas…».
Para prevenir este tipo de comportamientos, Eulalia Alemany también señala que la familia debe ser la primera en ofrecer alternativas de ocio. «Además, es importante que los padres estén pendientes de las amistades de sus hijos, aunque pueda resultar complejo a estas edades. Un factor de protección es que los jóvenes tengan varios grupos de amigos (los del colegio, los del barrio, los de practicar deporte…) para poder motivarles a relacionarse más con la pandilla que tenga mejores hábitos y conducta».
No obstante, la directiva de la FAD apunta que también sería conveniente preguntarse qué hace un joven de 16 años a altas horas de la madrugada en la calle. «Muchos padres se sienten perdidos en este asunto y dejan salir a sus hijos menores por miedo a que se quede fuera de grupo de amigos».
También recomienda que los progenitores hagan más actividades junto a sus hijos en las que no haya ingesta de alcohol, dado que durante el confinamiento su consumo se ha reducido a la vez que se han estrechado lazos familiares. «Es una ocasión para demostrarles que sin beber también hay diversión», puntualiza.
Incide esta experta en que el sistema educativo debe concienciar más sobre este asunto y propone que desde los distintos municipios se pongan las instalaciones como bibliotecas, centros de ocio, deportivos, teatros… a disposición de los jóvenes con programas atractivos sin que supongan un esfuerzo económico, de manera que se facilite el acceso.
Añade, por último, que desde las comunidades autónomas y el Gobierno, «se deben lanzar más campañas de concienciación que informen de lo que perjudica el consumo de alcohol, tal y como en su día se realizó con el tabaco. «Hay que hacer un cambio de mentalidad. Es urgente porque el consumo de alcohol es un problema de salud pública».
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