22/09/2020: NOTICIAS:
Entre los estupefacientes intervenidos, una partida de cocaína rosa, la droga de la alta sociedad
Que las Rías Baixas sean una de las puertas de entrada de la cocaína en Europa explica operaciones como la desarrollada estos días por la Guardia Civil en Cantabria en torno a una red que se abastecía en Pontevedra. Los sospechosos tenían su base en la localidad de Santiago de Cartes, si bien las detenciones, hasta veintitrés, se desarrollaron en distintas poblaciones tras dos años de ardua investigación. Quince de los sospechosos son 15 son de nacionalidad española, seis son oriundos de República Dominicana y dos de Perú.
En paralelo, los agentes llevaron a cabo dieciocho registros en siete localidades, que han permitido el decomiso de siete kilos de distintas drogas, entre ellas, 2,5 kilos de cocaína y 4,5 de hachís, así como un kilo de sustancia de corte, cerca de medio millar de fármacos indicados para la disfunción eréctil, vehículos, armas y 56.000 euros en efectivo. Una de las sorpresas vino de la mano de la intervención de una pequeña partida de cocaína rosa, un tipo de anfetamina conocida como la «droga de la alta sociedad» por su escasa disponibilidad y su alto precio, precisaron desde la Guardia Civil.
El origen de este operativo se produjo hace dos años cuando el instituto armado tuvo constancia de un dominicano que residía en Torrelavega y del que sospechaba que podía estar moviendo droga «en cantidades notorias» desde una vivienda. Este domicilio funcionaría a modo de «guardería», señalaron fuentes oficiales.
Dos clanes
Tirando del hilo, los agentes llegaron hasta dos clanes asentados en Santiago de Cartes, que, al parecer, disponían de una red de camellos para distribuir los estupefacientes al menudeo. Fue a finales de mayo cuando se produjeron los tres primeros arrestos, dos españoles y un peruano, al interceptarse un transporte de trescientos gramos de coca.
Ya entonces se hizo un registro domiciliario que se saldó con la aprehensión de 140 gramos de metanfetamina o cristal, veinticuatro gramos de cocaína rosa, una balanza de precisión, una pistola de fogueo, otra de descargas eléctricas y un aerosol de defensa personal.
Apenas un mes después caía el principal investigado, junto con su hermano, al regresar de un viaje a Barcelona. En su vivienda se halló una bombona de butano con un doble fondo para ocultar la cocaína, mientras que en el coche en el que se desplazó a la localidad condal se localizó un doble fondo con capacidad para transportar seis kilos de droga.
La conexión pontevedresa
Tras la detención del principal investigado, los clanes buscaron un nuevo proveedor, también natural de República Dominicana, quien, según explicaron desde la Guardia Civil, viajaba a Pontevedra para adquirir la cocaína que, posteriormente, distribuían ambas redes.
Su arresto se produjo antes de llegar a Santander cuando regresaba de uno de sus viajes a Pontevedra en un vehículo que actuaba de «lanzadera» de un segundo turismo que llevaba la droga. Desde el instituto armado añadieron que en este segundo automóvil, ocupado por una pareja de República Dominicana y Perú, se decomisaron dos kilos de coca.
En el registro del domicilio del considerado policialmente como nuevo proveedor, se comisaron más de 15.000 euros en efectivo y pruebas que apuntan a la remisión de dinero al extranjero para su blanqueo.
La desarticulación de los clanes
Casi simultáneamente se destapó la trama Reinosa cuyo epicentro era una bar donde se localizaron dieciocho papelinas de cocaína. Fue arrestado el responsable del negocio, así como uno de los supuestos camellos.
Cortadas las líneas de suministro, semanas atrás, la Guardia Civil asestó el golpe definitivo que permitió el desmantelamiento de los dos clanes. Se realizaron ocho entradas y registros simultáneos en viviendas en Santiago de Cartes, Cartes y Tanos y fueron detenidas diez personas, todas españolas salvo una natural de la República Dominicana. Ya entonces se localizaron tres kilos de hachís, distintas cantidades de marihuana y cocaína, una escopeta, 37.000 euros en efectivo y joyas que pudieron ser entregadas como pago de la droga, entre otros efectos.
A partir de entonces, la Guardia Civil ha venido practicando el resto de detenciones.
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