NOTICIAS: 10.02.2022
Un estudio asegura que los patrones de conectividad de algunas personas podrían ayudar a predecir problemas con el alcohol
El alcohol perjudica nuestra salud, pues con el tiempo, esta sustancia puede aumentar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas y otros problemas.
Entre las enfermedades más comunes que causa el alcohol se encuentran alta presión arterial, enfermedad cardiaca, accidentes cerebrovasculares, enfermedad del hígado, problemas digestivos y diferentes tipos de cáncer.
Pero, además, puede suponer graves problemas de salud mental, problemas de aprendizaje y memoria, problemas familiares o sociales y dependencia.
Recientemente una investigación ha descubierto que las personas que consumen alcohol de manera excesiva o que tienen problemas con el alcohol, pueden tener una conectividad funcional más baja en las regiones que procesan las emociones y las situaciones sociales.
Según el estudio, que se ha publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research, el alcohol puede alterar los patrones de actividad neuronal, afectando a la capacidad de algunas personas para interpretar las expresiones faciales.
Tal y como explican los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, estas diferencias en la conectividad cerebral pueden usarse para predecir el consumo futuro de alcohol de las personas y pueden proporcionar la base para nuevas intervenciones para tratar o prevenir el trastorno por consumo de alcohol.
¿Quién está en riesgo de padecer dependencia al alcohol?
Los expertos aseguran que el riesgo de desarrollar un consumo desordenado de alcohol está influenciado genéticamente y se ha asociado con el nivel de respuesta de un individuo al alcohol, o la cantidad de bebidas que debe consumir antes de experimentar los efectos.
Así, aquellos con un bajo nivel de respuesta al alcohol (LR bajo) tienden a beber más y desarrollar problemas con el alcohol con el tiempo, en comparación con aquellos con un alto nivel de respuesta (LR alto).
Según exponen en varios estudios anteriores en personas con LR bajo, “notaron una disminución de la actividad en ciertas regiones del cerebro, incluida la amígdala, que están involucradas en el procesamiento de emociones y recompensas”.
Sin embargo, este nuevo estudio ha ido más allá, siendo el primero en evaluar la conectividad funcional entre estas regiones del cerebro en este contexto.
Ben McKenna, profesor clínico asistente de psiquiatría en la Facultad de Medicina de UC San Diego y autor de la investigación, asegura que “la capacidad de leer las expresiones faciales afecta la forma en que interpretamos una situación y cambiamos nuestro comportamiento en respuesta”, por lo que, si una persona “no puede procesar adecuadamente esta valiosa información social y emocional, esto afectará su comportamiento, incluida su decisión de dejar o continuar bebiendo».
Según indica el estudio, 108 adultos jóvenes sin antecedentes de problemas con el alcohol se caracterizaron por tener niveles bajos o altos de respuesta al alcohol. A todos ellos se les pidió que consumieran un pequeño volumen de alcohol o una bebida de placebo sin alcohol, y que realizaran una tarea de procesamiento de rostros emocionales para identificar rostros felices, enojados y temerosos mientras se medía la actividad cerebral utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).
Una vez realizado el análisis, los investigadores vieron que, incluso sin consumo de alcohol, las personas con bajo LR tenían menos conectividad funcional entre la amígdala y los lóbulos frontales, la ínsula y las regiones parietales mientras procesaban las caras emocionales. Además, después de consumir alcohol la conectividad se redujo aún más en los individuos con LR bajo, mientras que la conectividad aumentó en los participantes con LR alto.
«Nos sorprendió descubrir que las áreas del cerebro se comunican de manera diferente en estas personas, incluso sin haber consumido alcohol, y antes de que hayan desarrollado problemas significativos con el alcohol», explica McKenna, quien sugiere “que estas conexiones disminuidas dificultan que las personas con LR bajo comprendan y respondan de manera adaptativa a su entorno social”.
Utilizar los patrones de conectividad para predecir el futuro
Por otro lado, los investigadores revisaron los datos cinco años después del análisis y vieron que podían usar los patrones de conectividad funcional de los participantes de las exploraciones anteriores para predecir sus futuros problemas con el alcohol.
«Si estas diferencias neurobiológicas influenciadas genéticamente predicen el comportamiento futuro, tal vez podamos identificarlas desde el principio y tratar de educar a las personas antes de que desarrollen problemas con la bebida«, concluye McKenna.
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