NOTICIAS: 07.02.2022
JAVIER, IÑAKI Y MIGUEL, TRES MIEMBROS DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS DE UNO DE LOS GRUPOS DE PAMPLONA, HABLAN DE SU EXPERIENCIA
NAVARRA. Las bebidas alcohólicas están muy presentes en nuestra sociedad. Por ejemplo, ¿quién no celebra una victoria con bebida? ¿Quién no brinda con cava en Nochevieja? Pero el alcohol también puede suponer un pozo sin fondo para muchas personas. En esa situación, como con cualquier otro problema de salud, lo primero que hay que hacer es pedir ayuda. Para ellos, Alcohólicos Anónimos, que este mes de junio cumplirá 87 años, puede ser una solución. Unas 250 personas acuden habitualmente a reuniones en uno de los 17 grupos que Alcohólicos Anónimos mantiene en Navarra. Javier, Iñaki y Miguel son tres de ellas.
La manera de acceder a la asociación varía de una persona a otra. Hay quien lo hace por su cuenta, pero también está el que entra por insistencia de su familia o amigos. Es el caso de Miguel, que tiene 65 años y en junio de 2019 cumplirá 3 acudiendo a uno de los grupos. «Sabía que tenía un problema y que existía Alcohólicos Anónimos, pero no quería oír hablar de eso. Fue mi mujer quien se puso en contacto con ellos», relata Miguel, que explica que su situación por ese entonces era ya «muy complicada». «Había tenido tres ingresos en el hospital en el último año y medio. Estaba en una situación en la que supeditaba todo al alcohol y además hacía todo lo posible para que no se notara. Tenía que vigilar cómo y cuándo bajar la basura para que no se viera todo lo que llevaba, comprar en sitios diferentes para que no notaran todo el alcohol que me llevaba…», explica.
En esta situación, y poco después de su último ingreso hospitalario por esta causa, acudió a su primera reunión, y lo hizo con ideas equivocadas. «Al principio pensaba, todo iluso, que iba a venir aquí, iba a estar dos o tres meses, como mucho, y me iban a enseñar a beber como lo hacen todos los demás. Rápidamente me di cuenta de que no era así, y fue muy complicado», relata Miguel.
Javier, por su parte, tiene 69 años y en mayo cumplirá 32 acudiendo a la asociación. También conocía la asociación en el momento en el que fue plenamente consciente de su problema con la bebida. «Lo primero que se me pasó por la cabeza fue llamar a Alcohólicos Anónimos, y eso hice. Fue algo automático», explica.
Javier cuenta que se dio cuenta de que iba «más allá de los síntomas de un bebedor social fuerte». «Recuerdo una mañana en la que me temblaban las manos. Solemos decir que el camino de subida del alcoholismo se hace poco a poco y se puede aguantar, pero la caída siempre es en picado. Yo creo que estaba en llegando a la cima, si llego a seguir bebiendo probablemente hubiera sido catastrófico».
El perfil del alcohólico Por último, Iñaki hará en marzo hará 5 años en Alcohólicos Anónimos. Tiene 46 y antes de entrar «nunca había oído hablar de ellos», a pesar de que era consciente de que «tenía problemas con el alcohol». «En un momento de frustración me dio por mirar en Google y encontré Alcohólicos Anónimos».
A pesar de que por entonces ya era consciente de su adicción, explica que le costó muchos años darse cuenta y que nunca ha sabido el momento en el que empezó a ser un problema. «Yo era muy fiestero, pero era bebedor de fin de semana, entre semana no bebía. Cuando pensamos en un alcohólico todos tenemos en la cabeza alguien que bebe todos los días y pensaba que, al no ser así, yo no podía serlo. Estaba equivocado, por supuesto, porque llegó un punto en el que el alcohol me dominaba. Quería parar y no podía. Ahí tienes un problema, aunque bebas dos o tres días a la semana», subraya.
LA ACEPTACIÓN, IMPRESCINDIBLE
Los tres coinciden en que la parte más complicada del alcoholismo es la aceptación. En ese sentido, Miguel apunta que «la mayoría de la gente que tiene un problema con el alcohol o no es consciente de ello o no ha dado el paso para tratar de solucionarlo».
Iñaki, por su parte, explica que «cuando eres alcohólico no basta ni que te lo digan ni que tú lo sepas», sino que hay que «aceptarlo y buscarle solución», algo que pasa fundamentalmente por pedir ayuda. «Ese paso, el de pedir ayuda, es el más importante, pero también el más difícil». Javier incide: «cuando tienes un problema de salud vas al médico, o buscas ayuda. Con esto es lo mismo, hay que pedir ayuda, si no lo haces es seguro que no te vas a recuperar».
No solo es la autoaceptación, y esa es la clave de Alcohólicos Anónimos: la idea de que únicamente puede entenderte realmente quien ha pasado por lo mismo que tú. «Cuando vine aquí, me encontré con unas personas que no conocía de nada, que me arroparon me dieron su cariño. Te hacen sentirte entendido. La gente te quiere entender, pero no pueden, y es mejor que no te entiendan, porque para hacerlo tienes que vivirlo».
Otra de las claves es que en la asociación «cabe todo el mundo». «Aquí no hay distinción por ideología, religión y ni mucho menos por raza o sexo. Aquí todo el mundo cabe, si quiere. Solo nos dedicamos a una cosa: a recuperarnos y a ayudar a otros a hacerlo», subraya Miguel.
Javier, el más veterano de los tres, apunta que el programa de la asociación no ha cambiado casi nada a lo largo de sus casi 87 años de historia, aunque sí lo ha hecho el perfil de los usuarios, y para mejor. «Antes había más gente con muchos ingresos y en peor situación que ahora. Digamos que el fondo ha subido, lo cual es una grandísima noticia», valora.
Por todo ello, ninguno de los tres tiene la intención de dejar de acudir al grupo. Ninguno de los tres ha vuelto a probar la bebida desde que entró.
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