NOTICIAS: 06.10.2021
Expertos independientes apuestan por la creación de un observatorio europeo sobre los efectos de los nuevos productos de nicotina para ayudar a dejar de fumar
Pero, entonces, ¿dónde debería ponerse el foco?, ¿hacía qué dirección habría que mirar para no equivocarse en la lucha contra el tabaquismo? Fernández Bueno lo tiene claro: en primer lugar, hacia la evidencia científica, pues, recuerda, «hoy está demostrado que la nicotina, aunque es una sustancia adictiva, no es el principal problema, sino la combustión, que es la causante de enfermedades ligadas al tabaquismo». Un hecho que, como afirmó en el mismo encuentro el doctor Ignatios Ikonomidis, profesor de Cardiología en la Universidad de Atenas y presidente de la entidad organizadora Scohre, no está siendo tenido en cuenta por la Unión Europea (UE), que en febrero de 2020 presentó un plan de lucha contra el cáncer en el que, en su opinión, no se han valorado suficientemente las posibilidades de las alternativas sin humo: «La evidencia de que los cigarrillos electrónicos y los nuevos productos de tabaco calentado parecen tener un menor riesgo de exposición a sustancias tóxicas en comparación con los cigarrillos convencionales no se introdujo en el debate; no tenemos certeza del nivel exacto de reducción del riesgo, pero lo que sí es cierto es que ambos son productos prometedores de reducción de daños para aquellos fumadores que fracasan o no están dispuestos a dejar de fumar».
En segundo lugar, siguiendo las indicaciones del doctor español, conviene girar la cabeza a un lado y a otro para observar qué se está haciendo en otros territorios como, por ejemplo, Suecia, donde la prevalencia del tabaquismo es del 4% según el Eurobarómetro 2021, lo que lo convierte en el único país que registra un número por debajo del objetivo marcado por la UE, sin olvidar que, como demuestra el Estudio sobre el Peso de las Enfermedades a nivel Global de 2019, registra la tasa de mortalidad por tabaquismo más baja entre este conjunto de países. A este respecto, el famoso psicólogo sueco Karl Fagerstrom, creador del test que lleva su nombre para medir el nivel de adicción al tabaco, argumentó que esto es así gracias a la popularización entre los fumadores del snus, un producto de tabaco sin humo que se consume por vía oral.
Durante otra sesión de la misma cumbre científica que se desarrolló virtualmente, el doctor griego Dimitri Richter, presidente del Consejo de Práctica Cardiológica en la Sociedad Europea de Cardiología, hizo hincapié sobre lo que pasa más allá de las fronteras del continente: «La ley de Estados Unidos ha establecido una categoría especial separada para los productos de tabaco sin humo regulada por su Administración de Medicamentos y Alimentos, la FDA, de manera que todas las alternativas deben proporcionar datos científicos significativos, un archivo que demuestre que previenen la salud pública mejor que los productos existentes antes de su comercialización; el año pasado, un producto de calentamiento de tabaco obtuvo la autorización para venderse en el mercado estadounidense a través de este proceso». Él, como tantos otros participantes, apuestan por la imitación de esta idea en Europa, a modo de observatorio, que propone el español Fernández Bueno.
Como un rayo de esperanza para estos científicos, en el evento participaron también voces políticas dispuestas a escuchar, como Eva Kaili, miembro del Parlamento Europeo por Grecia que cerró su ponencia en positivo: «Tenemos que participar más en los debates con los científicos, tener la mente abierta, escuchar y entender que no podemos ignorar el hecho de que sigue habiendo un 25% de fumadores y que, por tanto, necesitamos explorar todas las soluciones».
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