03-06-2020
Autoría: Mike Vuolo y João Matias.
Un análisis realizado a partir de los datos de la encuesta
europea en la web sobre drogas muestra que las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la forma de adquirir sustancias están mediadas por la frecuencia de consumo.
Las redes sociales determinan la disponibilidad de drogas, lo que a su vez afecta los patrones de uso. Aunque existe un amplio consenso sobre la existencia de diferencias de género en el consumo tanto en la edad y patrones de inicio como en los consumos problemáticos, hay evidencia limitada sobre las diferencias de género en la forma de adquirir las sustancias hecho relevante en las políticas de drogas que reducen la oferta.
En un artículo que se acaba de publicar en International Journal of Drug Policy se examina si las diferencias de género en el canal de adquisición de cuatro sustancias están mediadas por una mayor frecuencia de uso.
Se recopilaron datos de 36.469 participantes a partir de una encuesta en línea entre los 16 países europeos que forman parte de la red de socios nacionales del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA, por sus siglas en inglés) entre 2016 y 2018.
Se examinaron los canales de adquisición de drogas (cannabis, hachís, cocaína y MDMA) por género y frecuencia de uso. Las opciones de fuentes incluidas en la encuesta son: 1) traficante 2) gratis o 3) deep web (aunque entro al cuestionario en 2017 y es una opción minoritaria)
Los resultados mostraron que para todas las sustancias analizadas, las mujeres que usan drogas con poca frecuencia tienen probabilidades significativamente más bajas que los hombres de acudir a traficantes. Sin embargo, las mujeres son igualmente propensas a usar traficantes cuando el uso es frecuente.
La probabilidad de adquirir drogas de forma gratuita es mayor para las mujeres, excepto entre las que consumen con mayor frecuencia, donde no se registran diferencias de género significativas –excepto para el cannabis a base de hierbas.
Este estudio corrobora la necesidad de incorporar la perspectiva de género en las políticas de drogas ya que consumidores y consumidoras presentan patrones diferenciados.
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