NOTICIAS: 26.10.2022
El consumo de sustancias ilegales empeora el pronóstico y el control de la esquizofrenia. Se debe establecer un abordaje global del problema e implantar un tratamiento individualizado en cada paciente
NACIONAL. El cannabis es la droga ilegal más consumida por parte de la población general a nivel mundial y es una de las más prevalentes en pacientes psicóticos. No se conoce con exactitud la prevalencia de su consumo, pero se sitúa entre el 20 y el 40 %.
El consumo de cannabis en la esquizofrenia se ha asociado a un peor cumplimiento terapéutico, a una mayor productividad sintomatológica y a un empeoramiento en el pronóstico del cuadro clínico. También es más acentuada la sintomatología negativa y los síntomas como la acatisia, la rigidez o las discinesias.
Hay que destacar que los pacientes que abandonan el consumo de cannabis después del primer episodio psicótico mejoran claramente su pronóstico en relación con los que no lo abandonan. En sentido contrario, el consumo de cannabis después del comienzo de la enfermedad es un factor de riesgo para una posible recaída.
Consecuencias
La prevalencia del consumo de cocaína en pacientes esquizofrénicos varía entre el 10 y el 40 %. Una hipótesis es que su consumo podría mejorar su estado afectivo, ya que, paradójicamente, se ha sugerido que la cocaína podría reducir la sintomatología positiva y negativa, y mejorar los síntomas depresivos.
Sin embargo, el abuso de cocaína se ha asociado a una disminución de la eficacia de los antipsicóticos y a un aumento de efectos secundarios. Los esquizofrénicos dependientes de cocaína tienen mayores niveles de craving en el periodo temprano de su tratamiento de la dependencia de cocaína.
El patrón de uso de cocaína de los esquizofrénicos es más intermitente que en la población general, lo que se ha relacionado con las variaciones en la gravedad de la sintomatología positiva y negativa.
Empeoramiento de los síntomas
En líneas generales, alrededor del 80 % de las personas con esquizofrenia consumen sustancias tóxicas. Estos presentan mayor gravedad psicopatológica y psicosocial, mayores tasas de recaídas, menor adherencia al tratamiento, mayor complejidad en el consumo, mayor riesgo de suicidio y peores condiciones de salud física.
Además, utilizan más los servicios sanitarios y sociales y su situación laboral es precaria, lo que empeora el pronóstico.
Tabaco
Las interacciones entre el tabaco y los fármacos más empleados son las de tipo farmacocinético, las que afectan al tránsito del fármaco en el organismo.
De los componentes del tabaco, los hidrocarburos aromáticos policíclicos son responsables de las principales interacciones con los fármacos. Son inductores enzimáticos del citocromo P-450 (CYP-450 1A1 y 1A2 y en menor medida 2E1) y de las UDP-glucuronosiltransferasas.
Por su parte, la nicotina se metaboliza por la enzima CYP2A6. Las interacciones a estos niveles pueden acarrear alteraciones posológicas para algunos fármacos. Esto debe tenerse en cuenta tanto para fumadores como no fumadores, sin pasar por alto los fumadores que dejan de fumar en un ingreso hospitalario.
En la mayor parte de los tratamientos psicofarmacológicos, se han objetivado disminución de su eficacia por la disminución de los niveles plasmáticos de dichos fármacos, tanto en los administrados por vía oral como en algunos de los antipsicóticos administrados vía intramuscular.
Interacciones
No obstante, fármacos como la cariprazina han demostrado en diferentes estudios que sus niveles plasmáticos y, por tanto, la eficacia psicofarmacológica se ven afectados en menor medida por el consumo de tabaco.
Las interacciones entre el alcohol y los fármacos son complejas, pues dependen de varios factores, como son la cantidad de alcohol, simultaneidad o no de la toma, patologías que pueda haber derivadas del consumo de alcohol, consumo ocasional o crónico.
Estas interacciones pueden ser bidireccionales; es decir, del alcohol sobre los fármacos, o viceversa. El alcohol se absorbe a través del estómago y de forma más rápida y eficaz en el intestino delgado. Por eso, el vaciamiento gástrico también va a influir en la absorción.
Una parte significativa del alcohol se metaboliza a nivel gástrico y hepático, a través de la alcohol-deshidrogenasa (ADH), presente sobre todo en el hígado. Por otro lado, el citocromo P-450 2E1, que interfiere en el metabolismo de numerosos fármacos, contribuye a dicha metabolización, vía inducida en bebedores crónicos.
Desde el punto de vista farmacocinético, las interacciones son múltiples, y pueden tener relación con la alteración de las propiedades del alcohol, de la biodisponibilidad y el aclaramiento del fármaco y fisiopatológicas.
Entre las más conocidas destacan las relacionadas con benzodiacepinas, antihistamínicos, AINES, aspirina o antidiabéticos orales.
Prevención
El abordaje del consumo de drogas se debe llevar a cabo desde la prevención. Sería adecuado realizar un trabajo en instituciones educativas tanto de profesionales como de usuarios/pacientes que hayan tenido problemas secundarios al consumo de tóxicos. Además, es importante explicar sobre todo a adolescentes y pacientes jóvenes de los riesgos del consumo y la repercusión que esto puede provocar.
También puede ayudar diseñar plataformas o apps en los que el paciente disponga de información sobre lo que consume, sus riesgos y evidencia científica sobre dicho consumo.
Pauta integral
Por eso, el tratamiento debe ser integral y abarcar todas las necesidades del paciente, no solamente el consumo de tóxicos. Idealmente, se debe establecer un modelo asistencial multidisciplinar, que integre y/o coordine la red de adicciones y de salud mental, y, por tanto, aborde tanto la patología adictiva, como otros trastornos mentales, de manera individualizada.
El consumo abusivo de sustancias tóxicas genera un problema añadido al adecuado tratamiento y prevención de recaídas en pacientes con esquizofrenia.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Ester López González, Maite Sellart Altisen y Mónica Delia David, de Lérida; Íñigo Alberdi Páramo, Rafael Ángel Baena Mures y Lluis Niell Galmés, de Madrid; y Maitane Oscoz Irurozqui, José de Blas Soto y Fabrizio Zúñiga Montes, de Pamplona.
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