NOTICIAS: 23.09.2021
Un grupo de expertos propone controlar las recetas y revisar la financiación de estos fármacos analgésicos
MADRID. El consumo abusivo de opioides se ha convertido en un grave problema de salud pública en Estados Unidos y se está trasladando a otros países como España. El uso de estos fármacos es idóneo en la práctica clínica para el tratamiento del dolor intenso en pacientes oncológicos y en cuidados paliativos o terminales. Sin embargo, su utilización resulta controvertida para el alivio del dolor crónico no oncológico, dado que la expectativa de eliminación total del dolor por parte de pacientes y sanitarios propicia una escalada de uso de diferentes medicamentos a dosis cada vez más altas que pueden desembocar en daños para el paciente y riesgo de adicción sin conseguir el objetivo terapéutico deseado.
Por ejemplo, el fentanilo no tiene autorizada por la Agencia Europea del Medicamento la indicación de tratamiento de color crónico no oncológico. Pese a ello, los enfermos sin diagnóstico de cáncer representaron en España un 27% de los nuevos usuarios de estos medicamentos, y predominantemente fueron mujeres, según un estudio realizado a partir de la base de datos de información Farmacoepidemiológica de Atención Primaria. El diagnóstico asociado mayoritariamente entre estos pacientes no oncológicos fue el de alteraciones musculoesqueléticas.
Según las estadísticas de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, con datos de 2020, España se ha convertido en el tercer país con mayor consumo de fentanilo, sólo por detrás de EE UU y Alemania. Estos datos aparecen reflejados en un informe que ha elaborado el Ministerio de Sanidad para contextualizar su nuevo plan de optimización del uso de los analgésicos opioides en dolor crónico no oncológico dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS). En él queda reflejado que España es uno de los países que aumentan su consumo respecto al año anterior, a diferencia de EE UU y Alemania, que presentan bajadas notables del consumo de un 49% y un 29%, respectivamente.
Sanidad revela que el consumo de opioides se ha incrementado de forma notable en los últimos años. En concreto, se ha detectado un aumento de un 53,6% de las dosis por cada mil habitantes al día desde 2013 a 2020, pasando de 3,57 a 5,48. El fentanilo es el principio activo de mayor consumo, al representar el 50,2% en el uso de todos los opioides. En nueve años, los envases dispensados de fentanilo (nasal y bucal) se han incrementado un 78%. Las dosis de las formas nasales se han incrementado un 110% y las bucales un 41%.
¿Qué propone Sanidad para atajar este problema de salud pública? Las propuestas de un grupo de trabajo ligado al Ministerio pasan por redoblar el control de la prescripción de estos fármacos –habla en concreto del «establecimiento de indicadores comunes de adecuación de la prescripción y consumo de opioides»– y revisar incluso las condiciones de financiación del fentanilo de liberación inmediata. Sobre este punto precisa que utilizar los visados para los nuevos tratamientos, no a los que actualmente existen en el mercado., «para garantizar la adecuada utilización de las presentaciones de liberación inmediata de fentanilo en las indicaciones autorizadas en la ficha técnica».
El grupo también propone un reajuste de dosis, dosis máximas y duración del tratamiento, mejorar la identificación de los pacientes con trastorno por consumo de opioides, mejorar la accesibilidad de naloxona en formato intranasal, y poner en marcha una hoja de información al paciente en el inicio de la prescripción de opioides para que comprenda que va a tomar morfina. El plan de Sanidad presenta, según señala, «un enfoque preventivo para evitar alcanzar situaciones como las que se están produciendo en otros países como EE UU y Canadá», con el objetivo de optimizar el uso de estos medicamentos en el SNS.
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