NOTICIAS: 21.02.2022
Los portadores de la variante genética tienen un 27% menos de contraer la infección, según un trabajo publicado en ‘PNAS’
MADRID. Uno de los ‘misterios’ sin resolver todavía sobre la enfermedad de Covid-19 es a quién ‘ataca más’ y por qué. Algunas personas enferman gravemente cuando se contagian por el SARS-CoV-2, mientras que otras solo desarrollan síntomas leves o, incluso, no experimentan nada. Además de los factores de riesgo como la edad avanzada y las enfermedades crónicas, como diabetes o cardiovasculaes, nuestra herencia genética también contribuye al riesgo individual de gravedad del Covid-19.
En otoño de 2020, Hugo Zeberg del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA) del Instituto Karolinska y Svante Pääbo, también del Instituto Max Planck, demostraron que el ser humano ha heredado el principal factor de riesgo genético para la forma grave del Covid-19 de los neandertales. En la primavera de 2021, la misma pareja de investigadores estudió esta variante en el ADN humano antiguo y observó que su frecuencia ha aumentado significativamente desde la última Edad de Hielo.
Entonces, mediante el uso de datos del consorcio Genética de la Mortalidad en Cuidados Críticos (GenOMICC), Zeberg y Pääbo, en un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) mostraron que existe un haplotipo en una región del cromosoma 12 asociado con el riesgo de UCI cuando uno se infecta con el virus. Esta huella genética es una herencia de los neandertales. La clave se encuentra en que esta región tiene la misión de codificar las proteínas que activan enzimas importantes durante las infecciones con virus de ARN.
Asimismo, otro artículo publicado en Nature, por investigadores del Instituto Karolinska, demostró en un grupo de más de 3.000 pacientes que en el cromosoma 3 había un gen que predisponía al riesgo de insuficiencia respiratoria tras la infección por el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2). Los científicos consiguieron identificar la variante estudiando a personas de diferentes ancestros, un hecho que, según revelaron, ponía de manifiesto la importancia de realizar ensayos clínicos que incluyan a personas de diversas ascendencias.
De hecho, este gen se ha vuelto inesperadamente común como variante genética heredada de los nuestros ancestros. Por lo tanto, se infiere que este componente haya tenido un impacto favorable en el pasado. «Este importante factor de riesgo genético para el Covid-19 es tan común que comencé a preguntarme si en realidad podría ser bueno para algo, como brindar protección contra otra enfermedad infecciosa», explica Hugo Zeberg, el único autor del nuevo estudio en PNAS.
El factor de riesgo genético se encuentra en una región del cromosoma 3 que consta de muchos genes. Hay varios a su alrededor que codifican receptores en el sistema inmunológico. Uno de los mismos, el CCR5, es empleado por el virus del VIH para infectar a los glóbulos blancos. Zeberg descubrió que las personas que portaban un factor de riesgo alto de Covid-19 grave tenían menos receptores CCR5. Esto lo llevó a comprobar si también tenían un menor riesgo de infectarse de VIH.
Al analizar los datos de los pacientes de tres biobancos importantes (FinnGen, UK Biobank y Michigan Genomic Initiative), descubrió que los portadores de la variante de riesgo de Covid tenían un riesgo 27% menos de contraer el VIH. «Esto muestra cómo una variante genética puede ser tanto una buena como una mala noticia: es negativo, si una persona se contagia de SARS-CoV-2; y positivo, porque ofrece protección contra la infección por el VIH».
Sin embargo, dado que el VIH surgió durante el siglo XX, la protección contra esta enfermedad infecciosa no puede explicar por qué la variante de riesgo genético de Covid-19 se volvió tan común entre los humanos hace 10.000 años. «Ahora sabemos que esta variante brinda protección contra el VIH. Pero probablemente fue la protección contra otra enfermedad lo que aumentó su frecuencia después de la última Edad de Hielo», concluye Zeberg.
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