NOTICIAS: 13.08.2022
La adicción a esta droga y a las redes sociales inquietan a los expertos
JORGE NOYA BOTANA / M. S.
GALICIA. Más de 20.000 personas llegaron en el último año a alguno de los veintitrés centros que constituyen la red gallega de prevención y tratamiento de conductas adictivas. En ellos, doscientos profesionales —entre los que se encuentran psicólogos, trabajadores sociales y personal médico— trabajan mano a mano con pacientes con todo tipo de perfiles que sufren adicciones, relacionadas o no con el consumo directo de sustancias.
En esas unidades, repartidas por toda Galicia, se atienden las necesidades de los pacientes, aplicando el seguimiento y el tratamiento que necesitan según la conducta adictiva que padezcan. Es el caso de las personas enganchadas a las drogas y al alcohol, el problema más frecuente entre quien solicita ayuda. La red de tratamiento cuenta además con hasta ocho unidades de día, donde se trabaja con las personas que necesitan una atención más pormenorizada. Y con varias comunidades terapéuticas donde algunos pacientes adictos a las drogas o al alcohol son internados durante un tiempo con el objetivo de que logren deshabituarse del consumo.
En los últimos años, «a demanda de consultas ten sido estable», afirma María Tajes, psiquiatra y jefa del servicio de Saúde Mental del Sergas. Los datos de admisión de pacientes en estos centros apenas han variado en la última década. No obstante, lo que preocupa a la experta es el aumento en el número de pacientes con patología dual. Esto es, personas que padecen problemas psicológicos y consumen drogas. Tajes llama también la atención a otra problemática: el consumo de cannabis con alto contenido de THC (tetrahidrocannabinol) en edades cada vez más tempranas. Esto «incrementa o risco de padecer trastornos psiquiátricos graves, mentais ou de personalidade», explica esta experta.
Más allá del consumo de sustancias, existen otras conductas adictivas que estos profesionales siguen de cerca. «Estáse alertando sobre o uso de internet e do xogo online», comenta María Tajes, que asevera que el uso de las redes sociales puede impactar en el desarrollo de la adolescencia, con episodios de «aparición de ansiedade e síntomas depresivos». Entre los jóvenes preocupa también el consumo de alcohol, cada vez más precoz. «Son problemas cada vez máis frecuentes, que debemos encarar», sentencia la experta.
El perfil de los pacientes
Si hace unos años el paciente tipo era un varón, próximo a los 30 años y adicto a la heroína, ahora no se puede dibujar un perfil concreto. Varía según la adicción que padezca cada paciente. «Es algo dinámico, que ha ido cambiando con el tiempo», añade Jesús Cartelle, psiquiatra y jefe de la Unidade de Asistencia a Drogodependentes (UAD) de Ribeira, donde cada año son tratados cerca de 750 pacientes.
Cuando los pacientes llegan a esta unidad concreta, el primer paso es ponerles en contacto con una trabajadora social o un psicólogo. Estos profesionales estudian las necesidades de la persona y tratan de abordar su situación. Algunos pacientes son derivados al médico para iniciar un tratamiento, pero no todos los pacientes «necesitan o quieren uno», asevera.
Aparte del tratamiento médico, otra vertiente fundamental del trabajo de estas unidades es la social y educativa, que se desarrolla en el centro de día de la UAD. En él se trabaja la formación de los pacientes a nivel individual y se les anima a incorporarse a la educación reglada. Es todo un camino que tiene como meta la integración social de las personas que atienden, para lo que es deseable la participación de toda la comunidad. «Lo incompleto es la sociedad, no el individuo», refuerza Cartelle. A su juicio, es necesario «fomentar hábitos acogedores para que la sociedad sea más integradora» con las personas rehabilitadas. El centro ribeirense permite a cualquier persona acudir a los talleres que organiza, lo que permite compartir espacio y vivencias con quienes ayudan.
El apoyo de las familias, fundamental en el tratamiento de las conductas adictivas
Otra pieza clave en el tratamiento de estas personas es el apoyo de sus familias. «Tienen una doble función: comprender a su familiar y servir de soporte tanto a él como a nosotros cuando no estamos», asegura el doctor.
¿Y si detectamos que alguien puede estar sufriendo una conducta adictiva en nuestro entorno? Lo primero, recomienda Jesús Cartelle, es «interpelar a la persona, plantearle si es consciente de que está sufriendo un problema y que puede pedir ayuda». El segundo paso es colaborar con el paciente, «una vez que muestre su deseo de ser tratado».
Unir asistencia y prevención
Aunque el jefe de la UAD de Ribeira considera que el centro de la localidad se encuentra en «buena situación» en cuanto a recursos humanos se refiere, asegura que existen otros donde la realidad es otra: «Hay unidades que lo están pasando mal porque faltan profesionales». Jesús Cartelle considera además que el futuro debería pasar por integrar a todos los centros de ayuda a las adicciones —ahora dependientes de los municipios— en el sistema público de salud, convirtiéndolos en unidades especializadas en salud mental.
Para mejorar la atención, considera que las labores asistencial y preventiva —ahora separadas en diferentes entidades— deberían llevarse a cabo en el seno de un mismo organismo. Y pone como ejemplo a Portugal, donde existe «un equipo único» encargado de todo el proceso: prevención, asistencia, integración social y reducción de daños.
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