NOTICIAS: 08.11.2022
El doctor Miguel Marcos participa en un cara a cara entre especialistas donde se alcanzaron conclusiones: consumo cero en jóvenes, no recomendar beber a quien no lo hace y ser flexibles con mayores de 45 que beben ‘poco’, pero advirtiendo: cuanto menos, mejor
CASTILLA-LEON. ¿Tiene realmente algún efecto positivo para el corazón tomar un vaso de vino con las comidas? ¿Existe una cantidad de alcohol lo suficientemente baja como para hablar de consumo seguro? En función de las dos preguntas anteriores, ¿puede un médico recomendarle a un paciente que tome un vaso de vino de vez en cuando?
Se trata del eterno debate en torno al consumo del alcohol y en la última edición del Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición se organizó un ‘cara a cara’ entre dos especialistas que defienden posturas -no tanto- opuestas.
En una esquina, el salmantino Miguel Marcos -médico internista y profesor de la Universidad de Salamanca- con su conocido mensaje: “Si te tomas un vaso de vino hazlo porque te gusta, como harías con un pastel, pero no lo hagas pensando que comer un pastel es bueno para tu salud, porque no es cierto. El alcohol no es saludable. De hecho, cuanto menos beba, mejor”.
Su ‘oponente’ fue el catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra -reciente Premio Nacional Gregorio Marañón en Investigación Médica-, Miguel Ángel Martínez-González, que puso sobre la mesa “más de 100 cohortes de buena calidad que muestran menor riesgo de enfermedad coronaria y de diabetes tipo 2 entre quienes mantienen un consumo moderado de alcohol respecto a los abstemios”.
Al término del enfrentamiento, los especialistas demostraron tener varios puntos de acuerdo. Por ejemplo, ambos coinciden en que el mensaje para los jóvenes -menores de 30 años- debería ser el de ‘consumo cero’. ¿Por qué se es más riguroso con los jóvenes que con los mayores de 40 años? La exposición del doctor Martínez-González es que el consumo de alcohol de los jóvenes va más ligado al ‘atracón’ (beber en grandes cantidades durante los fines de semana) en lugar del consumo bajo durante las comidas, lo que se puede traducir en un menor daño neuronal.
A partir de los 40 años es cuando llegan los roces
Mientras que algunas voces defienden esos posibles efectos beneficiosos del alcohol, el doctor Miguel Marcos descarta esta teoría y lo plantea de otra manera. “A quien no consuma alcohol no se le puede animar, de ninguna manera, a que empiece a hacerlo. La clave está en esas personas de más de 45 años y que tienen ya el hábito de tomar una o dos copas de vino al día. En este caso, las guías clínicas insisten en promover que cuánto menos beban, mejor. A ese anciano que lleva toda la vida tomando vino en la comida no le puedes decir que lo deje porque no te va a hacer caso y porque un vaso de vino supone un riesgo pequeño. Lo correcto es hablar de ‘consumo de bajo riesgo’, no de ‘consumo seguro porque cuando se trata de alcohol no existe el consumo seguro, expone Miguel Marcos.
Respecto a los estudios que encuentran propiedades positivas en el consumo de alcohol, Marcos responde: “Hay datos procedentes de estudios observacionales que sugieren beneficios de dosis bajas de alcohol frente a cardiopatía isquémica, pero no han sido demostrados por medio de ensayos clínicos. También hay estudios que no lo han confirmado. Esta contradicción, sumado al incremento de riesgo de cáncer de mama, colon o garganta motivan que no podamos recomendarlo. No es una sustancia que podamos recomendar como el tomate o las lentejas, porque ni el tomate ni las lentejas producen cáncer, accidentes de tráfico, cirrosis o dependencia”.
Marcos encuentra otros argumentos para tumbar las propiedades beneficiosas del alcohol. “También dicen que el tabaco es bueno frente al Parkinson o para la enfermedad inflamatoria intestinal y a nadie se le ocurre recomendar el tabaco”, expresa.
Entre quienes defienden los posibles beneficios del alcohol se puntualiza que hay que “tener en cuenta los patrones de consumo, que pueden ser más relevantes que la cantidad en gramos de alcohol”. Es decir: si el alcohol se bebe durante la comidas, si es vino u otro tipo de bebida alcohólica, se reparte durante la semana o se concentra en un solo día… “Siempre es mejor durante la comida y nunca con el estómago vacío”, concluyen.
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