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Ya sea para calmar la ansiedad, pasar un rato de distensión con amigos o estudiar, algunos jóvenes se abren a consumir fármacos sin indicación médica o mezclar elementos sin saber cuáles son las repercusiones
MADRID. Cuando llega la temporada de exámenes, los estudiantes pasan su día a día en bibliotecas, cafés y también, en sus respectivas habitaciones. “Yo noté que estaba más estresado, me costaba mucho hacer las cosas”, cuenta Ángel Zaragoza, un estudiante de 19 años que cursa segundo de Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Zaragoza acaba de terminar de rendir todos los exámenes. “Yo he sobrevivido a base de café, tabaco y llorar”, bromea Cristina Acosta, una chica de 21 años que va dos cursos más arriba que él. Lucía Camaño de 19 años, en cambio, siente que no llega “a todo a la vez”. Tazas de café, energéticas o pastillas concentradas de cafeína. Los jóvenes utilizan todo lo que esté a su alcance para combatir el cansancio y sentirse despiertos.
La mayoría de los chicos consultados niega el uso de otro tipo de sustancias para estudiar. Tatiana Ramírez, una estudiante de diseño audiovisual, cuenta que nunca ha usado medicamentos para la concentración, pero sí reconoce que unas amigas “tomaron algo para rendir la EBAU”. Es como un secreto a voces y siempre se repite el mismo comentario: “Yo no, pero tengo amigos que sí”. Existen dos clases de sustancias estimulantes que usualmente se emplean en el entorno académico: los metilfenidatos y las anfetaminas.
Algunos de estos componentes están incluidos en la medicación recomendada para pacientes con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), la alteración del neurodesarrollo más común que existe en el mundo. Esto provoca que algunos malinterpreten sus impactos y piensen que también podría apoyarlos a ellos. Un sondeo a estudiantes universitarios en Canadá reveló que un 20% declaran haber probado las drogas para estudiar en 2014. En Australia, una investigación de 2018 señala que estudiantes universitarios consumen estimulantes farmacéuticos para mejorar su rendimiento académico. Otro estudio detectó que el fármaco Ritalin en personas sin TDAH puede provocar cambios en la química cerebral asociados con conductas de riesgo y alteraciones del sueño.
La última Encuesta Europea de Salud (2020) pone de manifiesto que el 6,83% de la población de 15 años o más ha consumido fármacos en las últimas dos semanas sin receta médica en España; pero no hay información clara respecto a cuántos jóvenes se automedican con medicamentos ―destinados a otros tipos de patologías― para mejorar su rendimiento o manejar el estrés. Es común encontrar el término smart drugs (drogas inteligentes, en español) en el mundo digital, pero este no es correcto. Para empezar, porque este tipo de sustancias no existen. Juan Carlos Leza, catedrático de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UCM, es tajante en este aspecto: “Los fármacos no son inteligentes. Es una terminología que desde luego científica no es y tampoco es real”, explica.
El metilfenidato (que también recibe el nombre de Concerta y Atenza), así como el modafinilo (o Modiodal) y lisdexanfetamina (conocido como Elvanse en el país) son fármacos que, en realidad, estimulan el sistema nervioso central y no “las funciones cerebrales”. Lucía Hipólito, catedrática del Departamento de Farmacia de la Universidad de Valencia, señala que el consumo ya sea de medicamentos y otras sustancias “nunca es inocuo para el organismo. Si una persona ha tenido previamente ansiedad o algún trastorno, el consumo de estas sustancias puede incrementar o aumentar la sintomatología”, señala. En cuanto a los efectos a largo plazo, nadie lo sabe con certeza.
Cada una de estas pastillas tiene su indicación terapéutica específica y están sujetas a una prescripción médica restringida, según confirmó a EL PAÍS la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) por correo electrónico. Tal es el caso de Ángel, un estudiante de ESO de 19 años en un liceo de adultos, que sí debe tomar Elvanse por indicación médica ―pues padece TDAH― lo que le ayuda a la concentración y a reducir la impulsividad. “Mi cabeza está como más abierta (sic) y no me da hambre”, dice. Él reconoce que en algunas ocasiones suele consumir marihuana.
Algunos chavales suelen adquirir estos medicamentos con amigos o conocidos. Otros optan por recurrir a internet, en sitios alojados en ladeep web o internet profunda, a través de enlaces que solo funcionan en TOR. Marcos, un joven de 20 años que cursa un grado medio en la carrera de Sistemas Microinformáticos y Redes, ocupa esta plataforma. Él reconoce que el Rivotril―el nombre comercial que recibe el clonazepam― le ayuda a manejar la ansiedad. Aunque no le ha sido prescrito por un médico, él lo compra a un conocido, cerca del barrio madrileño de Canillejas. También adquiere Fentanilo a través de TOR.
La Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España advierte que el alcohol, el tabaco y los hipnosedantes (con o sin receta) han sido los más consumidos por la población española entre los 15-64 años durante los últimos 12 meses, seguidos del cannabis y la cocaína. “Lo que sí tengo recetado es Lorazepam [un ansiolítico]”, asegura Marcos. El Instituto Nacional de Estadística señala que el 2,90% de la población en el país ha consumido relajantes, tranquilizantes o pastillas para dormir sin prescripción.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha llevado a cabo una fiscalización en sitios online. Cerrar páginas y quitar anuncios fraudulentos de plataformas como Amazon, AliExpress y Meta es parte de su labor, pues existe un acuerdo de colaboración. Sin embargo, las páginas que pertenecen a la deep web no son competencia de la AEMPS porque “no están alojadas en España”, según señaló el organismo a EL PAÍS.
A principios de diciembre pasado, la AEMPS reportó que existían problemas de suministro que afectan a los medicamentos para el tratamiento del TDAH, en concreto, los comprimidos de liberación prolongada con metilfenidato. La agencia detectó una reducción de suministro de Concerta de un 12,6% durante 2024. En un comunicado el organismo enfatizó que este año aumentará la producción del medicamento, al menos, desde los laboratorios titulares.
Múltiples efectos adversos
Cuando se consumen fármacos sin indicación médica, los pacientes se exponen a efectos adversos, desde cefaleas, insomnio, anorexia y también arritmias. Inclusive, esto puede ocurrir desde la primera dosis. “Se recomienda tanto en niños como adultos hacer un examen cardiovascular. Lo primero que le dices a un paciente es que vaya a un cardiólogo, que le tomen la tensión arterial”, explica Juan Carlos Leza. Las consecuencias están descritas en la posología de cada medicamento.
Entre los efectos del consumo de fármacos sin supervisión médica está la tolerancia a largo plazo, advierte Alessandro Massaro, doctor en Psicología Clínica y de la Salud. “Tenemos que entender cómo funciona el cerebro”, enfatiza. La neurona presináptica es la encargada de enviar una señal química ―a la que se conoce como neurotransmisor― que es recibida por una neurona postsináptica. Cuando este neurotransmisor ya ha sido utilizado, se recapta.
“Imagine que hay fábricas internas dentro de la neurona que se encargan de reutilizar el transmisor”, explica Massaro. Lo que hacen este tipo de medicamentos es liberar, con mayor o menor volumen, sustancias como la dopamina, lo que produce un “efecto eufórico”. “Entonces en una persona que tiene ese déficit, el modafinilo por ejemplo, le ayuda a sacar dopamina. En el caso de alguien sano, lo que va a hacer es segregar una mayor cantidad, para luego a inhibir su recaptación”, dice.
El problema surge cuando existe una mayor cantidad de receptores, lo que a la larga produce tolerancia, es decir, que la persona necesitará cada vez más dosis. Entre las neuronas hay un “espacio sináptico” en el que quedará pululando esta sustancia. En ese aspecto coincide Guillermo Fouce, presidente de Psicólogos sin Fronteras desde hace 20 años. “Lo que ocurre es que nuestro cerebro se acostumbra a recibir una serie de estímulos y de refuerzos”, enfatiza.
En su experiencia coordinando un Centro de Tratamiento Adicciones en Getafe, Fouce asegura que existen situaciones más que rasgos de personalidad. “Nosotros hablamos de situaciones de vulnerabilidad. Las drogas impulsan de alguna manera eso que la persona está buscando, pero una vez que se obtiene es cada vez difícil de dejarlo”, dice.
Hay una droga para cada persona, según Fouce. “Como por ejemplo la cocaína, que te da una energía que te permite estar de fiesta de un jueves a sábado”, agrega. La seguridad de los medicamentos, incluidos los acontecimientos adversos notificados por cualquier uso no indicado, se supervisa a través de los Informes Periódicos de Actualización de Seguridad.
Por ejemplo, uno de estos procedimientos incluyó la evaluación de un estudio de cinco años de utilización de la dexanfetamina. El uso no indicado fue muy común en la mayoría de los países, pero sobre todo en pacientes adultos, señala EMA. “La información sobre el abuso, el uso indebido, la sobredosis, la desviación y la dependencia de la dexanfetamina era escasa y a menudo se agrupaba con otras anfetaminas u otros estimulantes”, sostiene el organismo.
Hay alternativas
Olga Monteagudo, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, opina que el consumo de estos fármacos sin supervisión es “medicalizar la vida de un estudiante o trabajador” para que pueda mejorar su rendimiento. “El medicamento es necesario cuando hay una enfermedad y hay que abordarla, pero si tú eres una persona sana es un poco paradójico”, sostiene la médico especialista en Salud Pública.
Las personas que buscan un refuerzo sí tienen alternativas más inocuas. Se llaman nootrópicos, no necesitan receta y pueden ayudar a mejorar desde el rendimiento físico hasta la memoria. Entre ellos está la cafeína (el más común), el ginseng, el ginkgo biloba o el omega-3. “Tener estrategias de afrontamiento y resiliencia frente a resultados negativos. Sería importante no tener miedo al fracaso y entenderlo como un aprendizaje más”, sostiene Lucía Hipólito.
También hábitos como dormir bien, hacer ejercicio con regularidad, alimentarse de manera saludable o incluso meditar son opciones que no solo pueden ayudar a estudiar, sino también a aplacar el estrés en periodos de trabajo, exámenes o entregas.
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