NOTICIAS: 26.11.2025
Los expertos advierten de una epidemia silenciosa que se vive en los hogares españoles derivada del uso excesivo del dispositivos que afectan a su bienestar emocional y a la convivencia en casa.

GALICIA. Él próximo 10 de diciembre, los adolescentes australianos notarán un cambio en sus hábitos diarios; ese día, las redes sociales quedan prohibidas para usuarios menores de 16 años, en una ley pionera que busca frenar los casos de adicción a las pantallas que sufren los menores de edad, y que ya empiezan a valorar otros países. Es una problemática que afecta a jóvenes de todos los países y culturas, el uso excesivo del móvil preocupa a las familias, empieza a afectar al bienestar emocional y a la convivencia en casa. También en España.
«Cuando le quito el móvil, se enfada, grita y dice que le arruino la vida». Este tipo de frases son cada vez más frecuentes en los hogares españoles. Los ratos que antes se destinaban a jugar se han convertido, para muchos niños y adolescentes, en horas conectados a internet y una necesidad digital constante. La dependencia digital infantil preocupa a padres, educadores y profesionales de la salud mental, que alertan de la obligatoriedad de ponerle freno para el correcto desarrollo de la personalidad de los niños.
Siete de cada diez padres apoyan la prohibición del móvil en los colegios, y más del 60% considera necesaria la restricción del acceso a redes sociales en menores que ahora va a llevar a cabo Australia, según las estadísticas extraídas del reciente Observatorio SaveFamily, empresa española fabricante de dispositivos inteligentes con GPS pensados para menores de edad. Y detrás de estas cifras se esconde una inquietud compartida: la pérdida de control sobre el uso de la tecnología en casa. «Toda esta evidencia científica nos ha llevado a actualizar las recomendaciones por edad del uso de pantallas, ya nadie duda de que los medios digitales afectan a la salud a todos los niveles, y a cualquier edad», destaca María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la Asociación Española de Pediatría.
Síntomas depresivos
Estudios recientes asocian un uso adictivo de pantallas con un mayor riesgo de ideación y conductas suicidas, así como síntomas depresivos en adolescentes. Las consultas psicológicas reportan más casos de irritabilidad, baja tolerancia a la frustración y ansiedad en niños al retirarles los dispositivos. Además, la luz azul y la sobreestimulación antes de dormir son un factor clave en las alteraciones del ciclo de sueño, lo que a su vez impacta negativamente en el rendimiento académico y el estado de ánimo. El exceso de pantallas, especialmente antes de los 4 años, se vincula con la alteración del desarrollo cognitivo y emocional; y la liberación intensa de dopamina generada por las pantallas se compara con el efecto de una sustancia estimulante en el cerebro infantil. Según el informe iCmedia Jóvenes e Internet en Galicia 2024, casi la mitad de los adolescentes gallegos experimentan consecuencias negativas en su salud mental o rendimiento escolar debido a su uso de Internet, y la mayoría de los adolescentes opera sin supervisión.
Cuando el dispositivo deja de ser una herramienta
La psicóloga infantojuvenil María García, colaboradora de la campaña Cargando Valores, explica que la frontera entre el uso y la dependencia se cruza «cuando el dispositivo deja de ser una herramienta y pasa a convertirse en una necesidad emocional». Tras realizar consultas junto a decenas de niños de diferentes edades, la especialista asegura que se repiten los mismos patrones: niños que se irritan si se les retira la pantalla, que pierden interés por otras actividades y que buscan aprobación constante en redes o videojuegos. El problema, subraya García, no está en la tecnología en sí, sino en el modo en que se integra en la vida cotidiana. «No se trata de demonizar las pantallas, sino de enseñar a los menores a relacionarse con ellas de forma sana y equilibrada. El riesgo surge cuando el móvil o la tableta sustituyen el contacto humano, el juego libre o la gestión de emociones», afirma.
El uso de tecnología está prácticamente universalizado entre los menores en España: el 94,7% de los menores de 10 a 15 años usó Internet en los últimos tres meses; el 70,6% dispone de teléfono móvil propio y la mayor variación en el uso de Internet se produce en el paso de los 11 a los 12 años, el momento en que muchos reciben su primer smartphone.
Campaña de concienciación
La campaña educativa Cargando Valores busca concienciar a familias, profesores y autoridades de la necesidad de educar a los niños desde pequeños para que puedan tener una inmersión responsable en un mundo cada vez más tecnológico y eviten caer en los peligros digitales que se esconden detrás de las pantallas de móvil.
La especialista insiste en que los efectos se están notando en edades cada vez más tempranas: alteraciones del sueño, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración y dificultades de atención son ya motivos habituales de consulta psicológica. El 53,3% de los padres afirma que el uso de dispositivos digitales ha tenido un impacto emocional en sus hijos. Además, el 30,9% de los niños se irrita si se le retira el dispositivo y hasta un 23,8% experimenta ansiedad al no tener acceso a ellos.
Y esta problemática se traslada a las aulas: un 37,8% de las familias alertan de que el uso de dispositivos móviles por parte de niños afecta al rendimiento escolar debido al abuso de redes sociales y acceso a internet sin restricciones. Esta amenaza ya está muy extendida ya que, actualmente, hasta el 68% de los menores utiliza internet antes de los 11 años y hasta niños de 4 años ya disponen de móviles.
En el entorno familiar, el conflicto suele aparecer cuando los padres intentan limitar el tiempo de pantalla: lo que empieza como una negociación puede acabar en gritos o castigos. «El sentimiento de impotencia es enorme; sabemos que algo no va bien, pero no encontramos la manera de poner límites sin discutir», reconocen algunas de las familias. El cambio pasa por sustituir la prohibición por el acompañamiento: establecer horarios digitales, fomentar actividades fuera de la pantalla, compartir contenidos y dar ejemplo. «Si nosotros mismos estamos permanentemente conectados, difícilmente podrán desconectar ellos. La tecnología es parte de nuestras vidas, pero necesitamos enseñar a los menores a usarla desde la conciencia: hace falta educación digital real», explica Jorge Álvarez, CEO de SaveFamily, que está convencido de que el papel de la tecnología debe ir más allá del interés económico. «Tenemos la responsabilidad de ofrecer herramientas que promuevan la autonomía y la seguridad, no la dependencia», afirma; y eso implica el desarrollo de productos «que acompañen el aprendizaje, no que lo sustituyan».
Los expertos coinciden en que es clave reservar momentos libres de pantallas como las comidas o la hora de dormir, reforzar actividades que no dependan del móvil y evitar que se utilicen como calmante emocional. «El móvil no puede convertirse en una forma de silenciar el aburrimiento o la frustración», advierte la psicóloga de Cargando Valores y apuesta por ayudar a los adolescentes a tolerar la espera, el silencio o el juego sin estímulos digitales.












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