NOTICIAS: 12-12-2020
Seis de cada diez menores acceden a contenidos pornográficos ante la falta de información.
La edad media para tener el primer móvil, los 8 años, se asocia también al inicio del consumo de porno ante la falta de información sexual. Seis de cada diez menores aseguran haber accedido a algún tipo de contenido porno a través del móvil y para tres de cada diez menores la pornografía también se llega a convertir en su principal fuente de información, como sustituta de la educación sexual.
La conjunción de que el uso de Internet se ha disparado en los últimos años entre los más pequeños, sumado al hecho de que cada vez accedan antes a su primer dispositivo móvil, ha hecho saltar las alarmas entre los expertos al constatar el temprano acceso a los contenidos pornográficos.
«Disponer de un móvil aumenta el riesgo de acceder a contenidos inapropiados, entre ellos la pornografía», como recalca la psicóloga experta en familia y tecnologías María Guerrero, en el marco de una de las plataformas nacionales y de alcance mundial sobre el control parental, Qustodio, que ha elaborado este informe.
La plataforma de ayuda al menor, de la ONG Save The Children, sitúa además la pornografía como una de las mayores adicciones entre los menores de la Comunidad y en toda España, junto a las apuestas online y los videojuegos.
Y entre las primeras consecuencias de la introducción a las imágenes porno a tan temprana edad, se percibe en los niños un cambio en la conducta sexual, el aumento de la violencia, la exigencia, y la despersonalización de la mujer. El informe de la plataforma para el control parental incluye un estudio de la Universidad Jaume I, según el cual uno de cada cuatro menores presentaría un perfil de riesgo para sufrir una adicción a la pornografía.
Como primera premisa para tratar de paliar estos efectos, la psicóloga apunta la recomendación de limitar el acceso a Internet. «Se recomienda limitar el acceso de los menores a determinados contenidos, y abordar el tema en familia desde edades tempranas», concreta.
Guerrero abunda que «hablar de sexualidad y ofrecer a los menores una buena educación afectivo-sexual, se debería empezar a a hacer cuando tienen alrededor de 3 años» cuando empieza a tener lugar una «conducta exploratoria normal».
Lo que se trata de evitar es que los más pequeños acudan a internet para buscar lo que no obtienen de sus tutores más cercanos, los padres, que en hasta un 50% confiesan sentirse incómodos hablando de sexo con sus hijos.
«Aunque a algunos padres pueda resultarles incómodo hablar abiertamente de pornografía con sus hijos cuando son algo más mayores, este tipo de contenidos son perjudiciales para el desarrollo de los menores, y aumenta el riesgo de que puedan ser víctimas de algún tipo de abuso o explotación», subraya la experta, en sintonía con los resultados del informe de la Universidad de Castellón.
También se perciben consecuencias tanto físicas como psicológicas por la exposición temprana a contenidos pornográficos. «Hay niños y niñas que sentirán excitación sexual, otros vergüenza o incomodidad», pero a la larga, el consumo de estos contenidos deriva en «menores más proclives a tener prácticas sexuales de riesgo», puntualizan.
A su vez genera patrones de desigualdad en las relaciones entre chicas y chicos . «Les afecta tanto en su forma de relacionarse como en su forma de pensar», concluye la experta. Hasta un 12% de los adolescentes afirma haber tenido prácticas sexuales porque su pareja lo había pedido, sin que haya mediado por su parte un consentimiento explícito.
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