El 18 % de los adolescentes dedican la mayor parte del fin de semana al ocio digital
EMILIO MOLDES
CEE / LA VOZ
La Asociación Antidroga Vieiro de Carballo ha realizado una serie de estudios entre niños de primaria y adolescentes de los centros educativos de la localidad que ofrecen algunas claves sobre, por ejemplo, las edades de inicio en el consumo de alcohol y tabaco o el uso de dispositivos digitales. Los datos en algunos casos pueden resultar alarmantes, aunque la propia entidad incide en que hay que contextualizarlos, porque se trata de respuestas de escolares que «pueden estar influenciadas por la deseabilidad social y/o presión grupal». Determinadas cifras, como las edades de inicio en el consumo de alcohol y tabaco, también son ligeramente positivas si se comparan con las de otros años, invitan, según Vieiro, «a no descuidar la labor preventiva y la responsabilidad del entorno familiar, social y educativo, pilares fundamentales en el desarrollo evolutivo y psicológico de los menores».
Entre los datos que más llaman la atención, en el estudio de tabaco y alcohol realizado con unos 600 escolares de entre 9 y 11 años, es el de los 7,4 años de edad de inicio en el consumo de tabaco y de 8,1 en el de alcohol, cuando la media de inicio a nivel nacional, según distintos estudios científicos llevados a cabo, ronda los 16,6 años. Con todas las reservas sobre la fiabilidad de las encuestas a niños, de las que habla Vieiro, destaca que un 34,83 % de los menores de entre 9 y 11 años diga que ha probado el alcohol una o dos veces, ya que los porcentajes de los que afirman consumirlo una vez al mes o todas las semanas son tan pequeños que muy probablemente entren dentro de ese margen de error de la presión social o el ánimo de destacar en las respuestas.
Con todo, y como es lógico por otra parte dadas las edades, más de un 93 % de los niños aseguran que nunca han probado el tabaco. Además, en los casos en los que sí hubo ese contacto el contexto nada tiene que ver con el del alcohol, más social incluso dentro del propio entorno familiar, sino que se relaciona con acciones furtivas en solitario o en pequeños grupos de iguales. Con el alcohol el porcentaje de los que en su corta vida no lo han tocado nunca desciende sensiblemente hasta el 62,88 %.
En cuanto a las nuevas tecnologías, impresiona el número de horas que, sobre todo los adolescentes, dedican a lo que Vieiro denomina como «pantallazos», durante los fines de semana. El 13,6 % de los escolares entre 13 y 16 años dice que menos de dos horas; el 34,20, que entre tres y cinco; el 20,10, entre seis y ocho, y el 6,5, entre 12 y 14. Pero hay incluso un 12,1 que asegura dedicarles más de 14 horas diarias.
«Ao final aos nenos a vida real parécelles aburrida e eles mesmos cho din»
Miriam Romero trabaja con los niños y adolescentes de los centros formativos de Carballo y con sus familias, por lo que conoce la realidad de estos estudios, en los que ella también participa, de primera mano. «Traballamos cos rapaces e cos pais, no sentido de limitar o tempo que botan coas pantallas. Non se trata de quitar a tecnoloxía, senón de fomentar outro tipo de ocio, de xogos de cooperación ao aire libre, o que tiñamos nós, vamos», resume la especialista, a la que se le hacen pocas las horas disponibles, con lo que cree que lo ideal sería incluso una asignatura con estas materias todo el año. «E que son nove sesións nas que tratamos sustancias, habilidades sociais e tecnoloxías, co cal danos pouco tempo para todos», señala.
En cuanto a las pantallas, particularmente los videojuegos, incide en que ofrecen una enorme cantidad de estimulación que, con el abuso, puede llevar a problemas como el déficit de atención o el síndrome del pensamiento acelerado. Si llega al nivel de una adicción, tiene los mismos síntomas de una abstinencia de sustancias, como la irritación y demás. «Ao final aos nenos a vida real parécelles aburrida e eles mesmos cho din. Dinche que imos xogar a iso se iso é aburrido», explica Romero, precisamente en relación con esa concentración de estímulos que suponen los medios digitales, cuando se convierten en casi la única forma de ocio infantil.
«En un botellón o en una verbena puedes hacer cosas que en un bar no estarían permitidas y ni sabes lo que bebes»
El psicólogo Niceto González Valerio, de la Unidade de Tratamento do Alcol e Condutas Adictivas (UTACA), aparte de la actividad clínica, trabaja en la elaboración de estudios estadísticos que publican en la página web de la entidad y que muestran fenómenos que él considera verdaderamente peligrosos para la salud de los adolescentes, como el binge drinking, o atracón de alcohol. Los estudios que han realizado a nivel nacional muestran que en todas las franjas de edad entre los 14 y los 18 años, son cada vez más los encuestados que definen su consumo con ese patrón inmediato y masivo que con el de una borrachera entendida en el sentido tradicional. «La pauta de beber y consumir ha cambiado, antes era más social, más de compartir y ahora es en forma de atracón, buscando el efecto droga, el efecto rápido. El alcohol está socialmente aceptado, es barato y fácil de conseguir y no tiene esa complicación de ir a comprar otro tipo de drogas. Así luego ves esas noticias de menor de 13 años con un coma etílico en un parque. En las ciudades grandes el contexto es el del botellón y en los sitios más rurales, como puede ser vuestra zona, el de las verbenas, pero realmente es cambiarle el collar al perro», opina el experto, que advierte de los riesgos: «En un botellón en una verbena puedes hacer cosas que en un bar no estarían permitidas, como tener sexo detrás del palco o liarte un porro delante de todo el mundo. Ni siquiera sabes lo que bebes, porque si tú en un bar te tomas dos cañas y las pagas, sabes que te tomaste dos cañas, pero si compartes una litrona, ¿cuánto bebiste o sabes la cantidad de alcohol que le echó el que hizo la mezcla?», se pregunta González de manera retórica.
Además, entre los adolescentes está el problema añadido de que se trata de organismo en formación física y mental, con lo que estos consumos exprés pueden tener serios efectos para el sistema nervioso. «Ni siquiera los efectos son los mismos para un chico que para una chica por peso corporal, reparto de líquidos, grasas…», concluye el experto.
Los peligros
En ninguna parte se saca el título de padre o madre. Educar a un niño o a un adolescente requiere mucha atención. Sobre todo para concienciarlos de los peligros de las sustancias y las conductas adictivas. Más que nunca los progenitores deben conocer los peligros que acechan a sus hijos: el alcohol, el tabaco y otro tipo de drogas, amén del exceso de ocio digital. Pueden desviar la salud física, mental y social de un chaval.
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