NOTICIAS: 13.11.2022
Por primera vez en años puede decirse que el cannabis está a un paso de igualar a la cocaína en el número de consultas generadas en los servicios de urgencias españoles, algo que probablemente pueda deberse a la potencia que tiene hoy en día, en nada parecida a la que poseía la marihuana que se fumaba en los años 60.
CANARIAS. Esta rivalidad con la cocaína, que hasta ahora ha acaparado las urgencias médicas por consumo de drogas, saca a la palestra los terribles efectos que la que un día se conoció como droga blanda puede llegar a causar.
Lo que pasaba antes con la cocaína, que consumida de forma compulsiva podía producir brotes psicóticos, está pasando ahora con el cannabis. El hecho de que su potencia haya pasado del 8% al 25% en 60 años es la razón por la que se están produciendo más cambios en las personas que la toman, especialmente en la esfera psiquiátrica, explica Guillermo Burillo Putze, profesor asociado asistencial del Departamento de Medicina Física y Farmacología de la Universidad de La Laguna y coordinador del grupo de toxicología de la Sociedad Española de la Medicina de Urgencias y Emergencias.
“Hablamos de psicosis agudas, brotes psicóticos o esquizofrenias paranoides. No se sabe aún por qué; pueden ser debidos a un tiempo prolongado de consumo o a un uso intensivo agudo. Otro aspecto que hemos observado con el consumo de cannabis son los efectos cardiovasculares que produce, sobre todo en lo que respecta a los síndromes coronario y cerebral, desde un infarto a un ictus o una hemorragia. Es algo que estamos comprobando en estos momentos”, aclara el experto.
Resulta paradójico que la droga que ahora se encuentra sobre la mesa del Congreso de los Diputados a la espera de que se regule su consumo para uso medicinal en España, sea la misma a la que muchos de los psiquiatras de este país achacan una influencia lo suficientemente peligrosa sobre el cerebro como para afectar a su formación. Y es que según la cantidad que se consuma, la probabilidad de padecer una psicosis esquizofrénica se multiplica por dos, e incluso por cuatro. En esto, los expertos son tajantes.
“Esto es algo que no dice la industria, sino otras tonterías como que cura la esclerosis múltiple o el VIH. Es cierto que hay preparados farmacéuticos de cannabis específicos para determinadas enfermedades en las que está aprobado su uso, como en ciertas epilepsias infantiles o en el dolor crónico intratable, pero hay que precisar que se elaboran con THC y CBD, dos de sus componentes más importantes, y no con el cannabis en sí”, precisa Burillo.
De momento, los dos medicamentos elaborados a base de cannabis autorizados en España para uso medicinal son el Sativex y Epidiolex, y su utilización, a día de hoy, se restringe a los hospitales solo en los casos en los que otro tipo de medicaciones no resultase efectiva. Sin embargo, la inminente legalización del cannabis con fines terapéuticos cambiaría por completo esta situación. Aunque no da carta libre a su dispensa ‒tal y como se apunta en el borrador del informe elaborado en el Congreso‒ sí que ampliaría su radio de acción, beneficiando con su administración a más de 200.000 personas que lo tomarían como fármaco en segunda instancia, algo que no es del agrado de sus defensores.
La banalización del consumo de marihuana
Avalado por tres décadas de trabajo en el campo de la toxicología y las urgencias ‒una labor desarrollada principalmente en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) y junto a su grupo de investigación Urgencias y Toxicología Clínica: patologías agudas y procesos asistenciales de la Universidad de La Laguna‒ este profesional de la medicina advierte de la (peligrosa) banalización que se está haciendo alrededor de los usos de la droga ilegal más consumida en Europa, que ha llegado a cuadruplicar su potencia en algunas partes del planeta en menos de un cuarto de siglo.
Así lo evidencia el Informe Mundial sobre las Drogas 2021 emitido por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en el que se cifra en 36, los millones de personas en todo el mundo que sufrieron el año pasado algún tipo de trastorno a causa del consumo de drogas. Aun así, el estudio advierte de que la percepción que tiene la población adolescente que consume marihuana no casa, en absoluto, con los daños y graves efectos que ocasiona.
“Es evidente que hay una presión de la industria muy fuerte detrás para que se legalice y, también hay que decir, que cuenta con adeptos. En este sentido, nuestro grupo de investigación lo que dice es que si se quiere legalizar, que se abra el debate social, lo que no puede ser es que se use un subterfugio y se hable de cannabis medicinal para una legalización encubierta que dé pie al consumo de forma libre”.
Burillo aclara que no se trata de decir que el cannabis no sirve para nada, ya que ahora mismo hay en torno a un millar de estudios clínicos sobre su uso y aplicaciones, pero sí que se debe estudiar científicamente para saber dónde puede aplicarse. De hecho, señala que en varios de los estados de EEUU en los que se ha legalizado han aumentado por partida doble las consultas en urgencias, así como los brotes psicóticos y los casos de consumo infantil. ”En Canadá se han disparado de forma exponencial las visitas a urgencias por su consumo”, a pesar de que la comunidad médica ha alzado la voz en varias ocasiones.
“En el caso del cannabis, de las anfetaminas y la cocaína es una ruleta rusa que se pueda despertar una enfermedad mental o no. A fecha de hoy no podemos saber si alguien tiene el perfil de que vaya a desarrollar un cuadro psicótico, pero cuando le pasa a una hija, un amigo o un hermano pensamos en que si lo llegamos a saber, quizá podríamos haber hecho algo al respecto, por eso nuestra obligación es decirlo”.
Las intoxicaciones causadas por las drogas
Y así lo hacen (él y su equipo de investigación) con datos y evidencias en la mano, los que emanan de un estudio enmarcado en un proyecto financiado por el Plan Nacional sobre Drogas denominado Red de Estudio de Drogas en Urgencias Hospitalarias en España (Registro REDUrHE) en el que se han analizado 4.526 consultas a urgencias por intoxicaciones a causa del consumo de drogas en 11 hospitales de 6 comunidades autónomas españolas, entre los que figura el HUC.
Las cifras hablan por sí solas: la mayoría de las personas que acudió a urgencias por intoxicación había ingerido cocaína (47,8%), seguidas de las que optaron por el cannabis (44,5%), que va pisando los talones de una forma meteórica al polvo blanco. De representar el 7,5% de las urgencias en el año 2000, la marihuana pasó al 31,8% en 2006 y roza el 50% en la actualidad. Y aunque la cocaína sigue manteniendo su ‘reinado’, los datos que maneja el grupo de investigación de la Universidad de La Laguna acreditan que el consumo del cannabis va, irremediablemente, in crescendo.
Un aumento exponencial que es aún más evidente en adolescentes y jóvenes, tal y como prueba otro estudio realizado recientemente por su equipo, en el que el cannabis es el causante del 52% de las intoxicaciones que entran por urgencias, frente al 41% de las provocadas por la cocaína. Pero la cosa no se queda aquí: la psicosis inducidas por el consumo de cannabis alcanzaron el 57,7%, situándose más de 10 puntos por encima de las producidas por la coca (42%) y las anfetaminas y sus derivados (26,4%).
Y esto es solo la punta del iceberg, como señala el investigador. “Nosotros atendemos a los que se toman la droga, a las personas que llegan a urgencias porque se encuentran mal tras su consumo; de ahí hacia abajo ya sería teorizar”. Y precisamente para seguir profundizando en este asunto, trabajan actualmente en el conocido como RIAPAd, Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones, un proyecto en el que participan 18 grupos de toda España, y cuyo fin es crear redes de investigación con las que abarcar los aspectos neurológicos ocasionados por los efectos de las adicciones.
Uno de ellos es la conocida como Spicezofrenia, una esquizofrenia causada por el consumo de spice, la marihuana sintética o Spice/K2, una combinación de productos químicos que producen efectos similares a los del THC. Esta imitación de la marihuana es un cannabinoide sintético integrado en los New Psychoactive Substances (NPS) o drogas psicoactivas que aún no pueden detectarse en los hospitales debido a que es un grupo muy grande y se carece de una aparatología tan diversa para analizarlas todas.
El peligro de las sustancias psicoactivas emergentes
Precisamente en ese campo, el de las NPS, también han logrado avanzar e innovar. Lo han hecho con un proyecto financiado por el Gobierno de Canarias con el que han podido detectarlas en 106 pacientes atendidos en urgencias que llegaban con síntomas de intoxicación, psicosis y con un “cuadro abigarrado”. De hecho, se trata de un estudio pionero: por primera vez se sabe qué clase de NPS (de las numerosísimas que existen) aparece en las muestras de orina y sangre analizadas en los servicios de emergencia de los hospitales de Canarias.
¿Lo más significativo? El 58% de las muestras examinadas dio positivo en fentanilo, un opioide sintético muy similar a la morfina (pero mucho más fuerte) y 50 veces más potente que la heroína. Su detección se llevó a cabo mediante test específicos realizados a las muestras de sangre y orina con los que se consiguió identificar los 72 NPS más frecuentes. Entre ellos, además del fentanilo, el carfentanilo, el acetilfentanilo y el U47700, combinaciones poderosas que están causando estragos en EEUU, un país en el que en un año (de comienzos de 2021 a los primeros meses de 2022) el fentanilo causó alrededor de 110.000 muertes; en dos décadas se ha alcanzado el millón de personas fallecidas.
Los datos de esta investigación, expuestos en el VIII Congreso Internacional de Nuevas Sustancias Psicoactivas, apuntan a que en Europa podría haber ya atisbos de seguir la misma senda. De hecho, ese 58% mencionado supera los datos recabados hasta ahora, tanto en nuestro país como en el viejo continente, por lo que sería necesario ampliar estos estudios con el fin de conocer más a fondo el consumo de este tipo de drogas, una necesidad que Guillermo Burillo explicó en el seminario impartido durante la última edición de la Universidad de Verano de La Palma, en el que incidió en la importancia que tiene la actualización de conocimientos en el uso y consumo de drogas.
“En toxicología nadie te enseña. Yo empecé primero en una unidad que hay en Barcelona y después estuve en Washington, donde sí hay especialidad de urgencias y subespecialidad de toxicología”, comenta el profesor de la Universidad de La Laguna. Porque a pesar de que hay cátedras de toxicología ambiental, forense, industrial y veterinaria, entre otras, en España la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias (MUE) todavía brilla por su ausencia, como sucede en Austria, Chipre y Portugal, también países huérfanos de esta especialización.
La necesidad de empoderamiento de la medicina de urgencias es algo que de momento parece no tener cabida en nuestro país. “Todos los políticos, cada cierto tiempo, prometen que se va a crear, pero no lo cumplen. Y yo, como médico, creo que es absolutamente necesaria. Nadie entiende que te opere el corazón alguien que no tenga la especialidad de cirugía cardiaca, sin embargo las autoridades sí admiten que la medicina de urgencias la haga cualquiera, sin una formación específica”.
La experiencia en el rotatorio de urgencias
Esa formación específica la recibe ahora el alumnado de Medicina de la Universidad de La Laguna en sexto curso con Rotatorio Urgencias, una asignatura que les permite integrarse en el servicio
de urgencias del Hospital Universitario de Canarias y de Nuestra Señora de la Candelaria, como si fueran un médico más. Nada de turnos funcionariales. Los futuros profesionales de la medicina deben conocer qué sucede las 24 horas del día. Y hacen de todo: atender a los pacientes que llegan, historiarlos, indicar cuáles son las pruebas complementarias que convendría hacerles y, por supuesto, dar al paciente un diagnóstico y tratamiento inicial.
“El alumnado está encantado porque comprueban por sí mismos que es una formación muy práctica y respecto a otras rotaciones clínicas ven a los pacientes desde que llegan, con lo que tienen que hacer todo el razonamiento completo”. Es un hecho que en la medicina de urgencias hay que llegar muy rápido a una conclusión, algo en lo que “influyen la formación, la experiencia acumulada y los procedimientos de trabajo”, y en esto no existe gran diferencia con los EEUU.
Fue precisamente en las urgencias de un hospital neoyorkino ‒ en el Bellevue Hospital que inspiró New Amsterdam, una de las series más vistas y aclamadas de Netflix‒ donde Enrique Burillo comprobó cómo tener esa especialidad mejoraba no solo la calidad, sino la eficiencia de los servicios, porque las urgencias en Norteamérica son las mismas que en España, salvando algunas diferencias.
“En urgencias hacemos de todo, y aunque me interese más la toxicología, la polivalencia nace no solo de la asistencia, sino de la investigación”, una tarea que aborda en estos momentos ayudado por nueve doctorandos que están trabajando en distintas líneas. Desde la relación entre la insuficiencia cardiaca con el cambio climático y la contaminación, la influencia de los contaminantes ambientales en la sangre de ciudadanos de Tenerife y en el líquido amniótico de las embarazadas (un estudio emprendido junto a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), o la sumisión química, un asunto que llevan tiempo investigando y sobre la que ha hablado en numerosas ocasiones.
Lo ha hecho en calidad de coordinador del grupo de toxicología de la Sociedad Española de la Medicina de Urgencias y Emergencias para decir que hasta la fecha no ha habido un solo caso de sumisión química que se haya registrado en nuestro país. “Hemos atendido en urgencias de toda España y en ningún caso se detectaron sustancias, y tampoco en ningún caso ha habido agresión sexual. Se trata solo de bulos difundidos por gente interesada”.
El curioso caso de la hiperemesis por cannabis
Pero si hay una línea de investigación en la que se ha volcado especialmente su grupo, esa es la centrada en la epidemiologia del consumo de drogas, y uno de los últimos hechos que han podido constatar es la denominada hiperemesis por cannabis, un fenómeno relativamente nuevo y bastante curioso que afecta a las personas consumidoras de marihuana. Comenzó a detectarse en EEUU, donde se descubrió que la gente que se fuma cinco o seis porros al día durante una media de nueve o diez años empezaba a vomitar de repente, y lo único con lo que podían poner freno a esos vómitos era con una ducha de agua caliente.
“Nosotros hemos tenido a una serie de 60 pacientes así en el HUC y pudimos comprobar que los fármacos no sirven. Ni Primperán, ni otros fármacos antieméticos. Nada resulta efectivo”, dice Burillo. Las personas afectadas entraban por urgencias y se les hacía todo tipo de pruebas, pero al no consumir en el hospital, los vómitos paraban, con lo que se les daba el alta. Cuando volvían a consumir cannabis, los vómitos reaparecían. Y vuelta a empezar.
La explicación al alivio conseguido con las duchas de agua caliente se debe a la presencia de unos receptores al calor que actúan (neuronalmente) sobre el centro del vómito. Esa sensación térmica, que también se puede lograr, por ejemplo, aplicando “una pomada de pimienta mejicana”, inhibe el vómito. La explicación al fenómeno aún no se sabe. Puede deberse a múltiples factores, tal y como indica el investigador, pero lo cierto es que se está comprobando que es algo que también está ocurriendo con las drogas sintéticas.
“Con el aumento de la potencia del cannabis solo hace falta esperar cuatro o cinco años. El consumo de cuatro o cinco porros diarios puede desatar antes esas psicosis y brotes psicóticos. También está aumentando el consumo de anfetaminas. Es un hecho que los adolescentes empiezan a consumir drogas con 14 años, aunque depende del tipo que sea. También hay que pensar que el alcohol es una droga, legal, pero una droga que actúa como puerta de entrada a otras drogas, porque ya, afortunadamente, no se habla de drogas blandas y drogas duras”, puntualiza este experto con una larga trayectoria en la que ha vivido en primera persona los cambios producidos en el campo de la medicina.
“En los 29 años que llevo como médico de urgencias se ha avanzado muchísimo. Ahora disponemos de TAC y ecógrafo las 24 horas e, incluso, de resonancia. Se ha dado un paso de gigante en tratamientos, en fármacos y, por supuesto, en los códigos de activación de los ictus o infartos para que determinados enfermos no tengan que hacer un periplo y puedan realizarse las pruebas desde que los detecta el 112, el otro gran avance que también viví desde su nacimiento, ya que trabajé 10 años en el helicóptero medicalizado del SUC”.
Ahora lo que quiere ver Guillermo Burillo es el progreso imparable del big data, los macrodatos con los que se podrá predecir, entre otras cosas, el número de personas enfermas a las que puede atenderse durante una hora en urgencias, donde acuden pacientes de todo tipo, y muchos de ellos complejos, sobre todo las personas mayores, motivo por el que las urgencias geriátricas se han convertido en un segmento sumamente importante en el que la asistencia inmediata es vital, como pudo comprobarse durante la pandemia de la COVID-19.
“Otra de nuestras líneas de investigación son las urgencias geriátricas, por eso formamos parte de un grupo nacional con 78 hospitales y 27.000 pacientes. Queremos saber cuáles son sus necesidades en urgencias, sus características clínicas y su supervivencia en base a la enfermedad que tienen; saber en qué se puede mejorar de forma más ágil”, comenta este médico de urgencias sin dejar de mencionar la palabra grupo. Su grupo de investigación. Una decena de personas (entre doctorandos, venias docendi y tutores externos de prácticas) que comparten una fuerte vocación por una profesión no exenta de sacrificio personal, y cargada de una “gran capacidad de resiliencia”.
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