OPINION: 01.02.2021
(*) Gemma Nieva Rifà
Los cigarrillos electrónicos (CE) son unos dispositivos que contienen una resistencia y una pequeña batería que calienta y vaporiza una carga de líquido que suele contener nicotina, produciendo un aerosol que se inhala simulando los cigarrillos convencionales. No contienen tabaco. Irrumpieron en España en el 2013 y se comercializaron inicialmente en tiendas especializadas (franquicias) e internet, más tarde algunas marcas lo harían en los estancos. Hay que remarcar que es un producto que está en constante evolución, y tanto los dispositivos como los líquidos se han ido modificando con el tiempo creando varias versiones, algunas de ellas liberan grandes cantidades de nicotina. La mayoría de estas cargas de líquidos vienen preparadas, pero también las hay que las prepara el usuario.
Más allá de nicotina, el líquido a menudo contiene propilenglicol y/o glicerol en gran parte y saborizantes como menta, fruta, canela, vainilla, etc. y otros aditivos. También se producen sustancias por el propio proceso de calentamiento como acroleína, metales pesados, formaldehído y aldehídos, entre otros. Muchas marcas han sido adquiridas y desarrolladas por empresas tabacaleras que, aprovechando un vacío legal, están realizando costosas campañas de publicidad. Los fabricantes publicitan los CE como una forma menos nociva de fumar o como un método para dejarlo.
“Hay algunos datos sobre el efecto de su consumo a corto plazo, pero se desconocen los efectos que pueden tener después de un uso prolongado en el tiempo”
Sobre sus efectos sobre la salud, al ser un producto reciente, hay algunos datos sobre el efecto de su consumo a corto plazo, pero se desconocen los efectos que pueden tener después de un uso prolongado en el tiempo. La evidencia concluye que inhalar el aerosol puede ser irritante para las vías respiratorias y complicar el curso de enfermedades. Algunos estudios han señalado efectos carcinógenos y cardiovasculares, pero también se han descrito otras complicaciones como neumonías. A estas alturas, está claro que los CE dañan la salud, pero ¿son menos tóxicos si los comparamos con el tabaco convencional? Probablemente, aunque cuantificar esa mayor seguridad me parece muy arriesgado con la información disponible. Habrá que estar atentos a las publicaciones científicas que aporten más datos al respecto. Lo que parece claro a día de hoy, es que el uso combinado de CE y tabaco, es más peligroso que fumar solo tabaco (1).
La prevalencia del consumo de CE en España es baja globalmente (un 10,5% de la población de 15 años o más años afirma haberlos probado alguna vez, según los datos de la encuesta EDADES 2019-2020). Si bien es cierto que en general los suelen usar fumadores en activo, fumadores que están pensando en dejar de fumar y exfumadores, es preocupante que, según los datos de la encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES 19), casi la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años (el 48,4%) afirmen que ya los han probado, cuando en 2016 eran 1 de cada 5 (20,1%, ESTUDES 2016).
“Es preocupante que, según los datos de la encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES 19), casi la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años (el 48,4%) afirmen que ya los han probado”
Aunque los fabricantes afirman que no van dirigidos a los jóvenes, hay varios aspectos que así lo evidencian, como por ejemplo la gran oferta de sabores, como si de golosinas se tratara, o bien las formas tecnológicas que a menudo adoptan. Las campañas de marketing que los publicitan usan modelos y mensajes dirigidos a esta población, muy especialmente en el uso de las redes sociales con influencers. Si queremos evitar que los jóvenes se inicien en esta adicción, necesitamos una legislación que prohíba todas las formas de publicidad y promoción, así como su uso en recintos sanitarios, educativos, espacios interiores laborales, hostelería, etc., al igual que lo tenemos para el tabaco convencional.
Es importante señalar que ahora que se cumplen 15 años de la ley estatal que eliminó el humo del tabaco del ámbito laboral, y 10 años de su modificación, que eliminó el humo de la bares, no podemos permitir pasos atrás en la desnormalización del consumo de tabaco. En este aspecto, mi impresión es que hay bastante unanimidad por parte de los profesionales de la salud a favor de la prohibición de todas las formas de publicidad y promoción de estos dispositivos para evitar crear nuevos adictos a la nicotina y efectos en la salud evitables en población joven y en no fumadores.
“Hay bastante unanimidad por parte de los profesionales de la salud a favor de la prohibición de todas las formas de publicidad y promoción de estos dispositivos para evitar crear nuevos adictos a la nicotina y efectos en la salud evitables en población joven y en no fumadores”
Otro aspecto importante a considerar es su utilidad para dejar de fumar (tabaco convencional) o como método de reducción de daños. En este aspecto, existe una gran controversia entre profesionales partidarios y detractores: los que defienden que es preferible el uso de los CE en lugar del consumo de tabaco convencional, y los que abogan por la abstinencia completa de todo consumo, basándose en la inviabilidad del uso exclusivo del CE.
En relación a su utilidad para dejar de fumar, algunos autores han analizado (2), creo que acertadamente, dos aspectos separadamente: (a) si ayudan a la población general adulta en el cese del tabaco; y (b) si ayudan a dejar de fumar en contextos terapéuticos supervisados por profesionales formados. El aspecto que ha generado de momento más publicaciones es el primero a través de estudios observacionales poblacionales, mientras que encontramos hasta el momento menos estudios en contextos terapéuticos a través de ensayos clínicos aleatorizados y controlados. Es importante comentar entre las limitaciones la gran variabilidad de diferentes tipos de dispositivos y cargas, variabilidad de disponibilidad de los mismos, sujetos a varias legislaciones de diferentes países, culturas diversas, más allá de las propias debilidades de los estudios y su heterogeneidad. Según lo que se puede desprender de los estudios observacionales analizados por estos autores, los cigarrillos electrónicos per se no ayudan a dejar de fumar, independientemente de la motivación para lograrlo. En cambio, de los ensayos clínicos controlados y aleatorizados globalmente concluyen que los cigarrillos electrónicos con nicotina, pueden ayudar a dejar de fumar en contextos terapéuticos, de forma similar (algunos estudios concluyen que incluso más) que los tratamientos sustitutivos de nicotina convencionales (2,3). Hasta el momento, sin embargo, no se han autorizado como productos terapéuticos.
“Los ensayos clínicos controlados y aleatorizados globalmente concluyen que los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar en contextos terapéuticos, de forma similar (algunos estudios concluyen que incluso más) que los tratamientos sustitutivos de nicotina convencionales”
En unidades de tabaquismo especializadas y en centros de drogodependencias solemos atender a fumadores con elevada dependencia a la nicotina, muchas veces con varios intentos de abandono fracasados, con trastornos psiquiátricos (por consumo de otras sustancias incluidos), y con patología orgánica grave. Nuestras intervenciones van orientadas a la abstinencia completa del tabaco y para ello sabemos que los mejores resultados los obtenemos cuando combinamos tratamientos intensivos psicológicos y farmacológicos basados en la evidencia actual.
“Algunos de estos pacientes no consiguen dejar de fumar con estas intervenciones, a veces ni un solo día. En estos casos, y atendiendo a la evidencia actual, creo que cabe considerar el uso exclusivo y supervisado de los CE como alternativa”
Sin embargo, el éxito de estos abordajes sigue siendo modesto en esta población. Algunos de estos pacientes no consiguen dejar de fumar con estas intervenciones, a veces ni un solo día. En estos casos, y atendiendo a la evidencia actual, creo que cabe considerar el uso exclusivo y supervisado de los CE como alternativa. Naturalmente habrá que considerar cada caso por separado, sin perder de vista que la mejor opción sin duda es que cesen el consumo de tabaco, pero también el de los CE.
Referencias:
- Bhatta DN, Glantz SA. Electronic Cigarette Use and Myocardial Infarction Among Adults in the US Population Assessment of Tobacco and Health. J Am Heart Assoc. 2019;8(12). doi:10.1161/JAHA.119.012317
- Wang RJ, Bhadriraju S, Glantz SA. E-Cigarette Use and Adult Cigarette Smoking Cessation: A Meta-Analysis. Am J Public Health. 2020:e1-e17. doi:10.2105/ajph.2020.305999
- Hartmann-Boyce J, McRobbie H, Lindson N, Bullen C, Begh R, Theodoulou A, Notley C, Rigotti NA, Turner T, Butler AR, Fanshawe TR, Hajek P. Electronic cigarettes for smoking cessation. Cochrane Database of Systematic Reviews 2020, Issue 10. Art. No.: CD010216. DOI: 10.1002/14651858.CD010216.pub4. Accedida el 20 de enero de 2021.
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