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BIBLIOTECA: Razones de las prácticas de riesgo en usuarios de drogas por vía parenteral adscritos a programas de reducción de daños en Barcelona

BIBLIOTECA: 09.04.2021

A pesar de la alta cobertura de programas de reducción de daños en Barcelona, los usuarios de drogas por vía parenteral continúan manteniendo prácticas de consumo de riesgo.

Redacción- Un estudio investiga las prácticas de riesgo presentes en el consumo de cocaína y heroína inyectada entre las personas cercanas a centros de reducción de daños de Barcelona. Como comentan en el estudio las prácticas de reducción de daños han contribuido mucho a disminuir las sobredosis y las prácticas de riesgo, pero aun y así, hay conductas que se siguen repitiendo. El gran valor de este estudio está en reconocer cuáles son estas prácticas y por qué se dan, para así poder elaborar proyectos basados en la evidencia.

El artículo ha sido publicado en La Revista Española de Drogodependencias  en enero de este año. Elaborado por Rafael Clua García de la Facultat de Ciències de la Salut de Manresa, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya. Los datos de los que se nutre la investigación fueron recogidos entre 2012 y 2016 en cinco centros de reducción de daños de Barcelona y sus alrededores, con entrevistas semiestructuradas o a través de la observación participante. Los centros que participaron fueron: El SAPS, el CAS Baluard, la Unidad Móvil de Zona Franca, el CAS Fòrum y el Centro Sociosanitario «El Local»

Pese a la disminución global del consumo de riesgo en todo el estado español, en Cataluña, este indicador, se ha mantenido. El 30% de las personas usuarias comparten jeringuillas, más del 50% comparte otros utensilios y solo un 20% hace un uso frecuente de las salas de consumo higiénico.

Los resultados del estudio han sido divididos en cuatro categorías:

  • Uso de material estéril de consumo. En el estudio se observó que había conocimientos erróneos sobre la función de algunos utensilios de reducción de daños que se distribuyen en los centros.  «De los 15 entrevistados, 9 señalaron que el cítrico sirve para eliminar las impurezas (excipientes) o elementos patógenos (virus o bacterias) que puedan contener la sustancia, cuando la función real de este es presurizar la mezcla de heroína, sobre todo la marrón que es menos hidrosoluble». El filtro que se distribuye para evitar que la jeringuilla absorba partículas, 9 de 15 pensaban que era para eliminar las impurezas.
  • Técnica de inyección de drogas. El estudio constató que entre un 5% y un 10% de los consumos se realizan en zonas de inyección de alto riesgo (yugular e ingle). Las motivaciones en torno a estas prácticas, tienen que ver con la creencia de que de esta manera alcanzan los efectos de la sustancia de forma más rápida e intensa, también por ser una vía alternativa a otras que pueden ser menos visibles o estar más deterioradas y la tercera motivación relevante sería la de ocultar los pinchazos. Además 11 de los 15 entrevistados reconocían bombear la sangre reiteradamente durante la inyección de cocaína, y decían que lo hacían para aumentar los efectos del consumo, una práctica común que no se da en el consumo de heroína.
  • Conocimientos de las infecciones de transmisión sanguínea. Una buena parte de las personas que participaron en el estudio manifestaron la creencia errónea de que la hepatitis B y C se transmite por utilizar la misma jeringuilla reiteradas veces, o incluso algunas personas afirmaron que son las sustancias de consumo las que contienen estos virus. Los motivos de la falta de conocimientos sobre este tema, se relacionan mucho con las dificultades idiomáticas y la poca adherencia a los centros de reducción de daños. Muchas personas que solo utilizan servicios  como el Programa de Intercambio de Jeringuillas acceden con prisas a los servicios y sin tiempo de calidad para poder hacer una intervención.
  • Prevención y atención de las sobredosis. El estudio alerta de que en pocas ocasiones los entrevistados relacionaron el consumo por vía parental, como un factor de riesgo de la sobredosis, igual que no tenían en cuenta la perdida de tolerancia durante una deshabituación del consumo y los efectos al retomarlo en las mismas dosis que antes de dejarlo. Mientras preocupa que vuelva a haber la creencia errónea de que las sobredosis están relacionadas con la adulteración de las drogas. Sin embargo la mayoría de personas reconocían que preferían pedir auxilio a personal de los centros de reducción de daños antes de actuar por su cuenta. Aunque no se pudo constatar en la fase de observación, en la fase de entrevistas semiestructuradas algunas personas manifestaron que delante de una sobredosis podía ayudar golpear el pecho o inyectar agua caliente o cocaína.

En ocasiones los usuarios en situaciones de extrema precariedad y sufrimiento llevan a cabo prácticas de riesgo anteponiendo el “alivio inmediato” frente a los riesgos de compartir o reutilizar utensilios para el consumo

Las conclusiones el estudio señalan la necesidad de seguir facilitando el acceso y la adherencia a los centros de reducción de daños, tanto a nivel cultural o lingüístico, como facilitando el acceso rebajando las exigencias y promocionando los centros y las salas de consumo de forma positiva y atractiva para los usuarios. Entre las personas con mayor adherencia a estos proyectos se detectaron menos prácticas de riesgo.

Algunos ejemplos para mejorar en los aspectos concretos, son los talleres de inyección sanguínea, talleres de sobre sobredosis y dispensación de naloxona, y con especial relevancia los programas de agentes de salud, que ayudan a extender la prevención más allá de las fronteras de los centros de atención, y pueden ser de gran utilidad para superar barreras idiomáticas y para mejorar la credibilidad de los mensajes preventivos.

Por último señalan las dificultades para poder hacer observación en casas okupadas, una realidad muy común que no se ha podido analizar, más allá de las entrevistas con personas que frecuentan esos espacios. También remarcan la necesidad de hacer estudios cualitativos con la perspectiva de las personas que consumen drogas por vía parental que ayuden a  esclarecer como mejorar el acceso a los programas de reducción de daños.

Leer el artículo original aquí.
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