NOTICIAS: 05.06.2021
ALCOHOL, ‘COCA’, HACHÍS, HEROÍNA, FÁRMACOS… LA PANDEMIA NO HA AYUDADO NADA A LOS CONSUMIDORES. EL PROGRAMA ERDU ES, PARA MUCHOS, LA PUERTA DE ENTRADA Y, ANTE TODO, DE SALIDA A SUS ADICCIONES
R. RZ. DE GAUNA
Jose trabaja por horas gracias a un amigo que le llama de vez cuando. También asiste a un curso de jardinería y agricultura. «No me importaría ser jardinero porque me encanta el campo, y eso que en Honduras vivía en la capital. Bueno, jardinero o lo que pueda», apostilla sin dudar un segundo, ya que lo que realmente ansía es regularizar sus papeles, currar y ser una persona diferente. «Mostrar a los demás cómo es el verdadero Jose cuando no está drogado porque cuando bebo, me pongo un poco violento«, explica. Los viernes se han convertido en el mayor obstáculo para este hondureño de 38 años. «No tengo nada que hacer y para no consumir es mejor mantener la mente ocupada porque si no… Dejar la marihuana es lo que más me está costando, antes me fumaba hasta veinte porros al día, pero ya fumo mucho menos». La abstinencia es deseable en toda adicción, pero el camino no pasa sólo por el abandono total, se trata de un largo recorrido, con recaídas. De hecho, durante la pandemia han aumentado, sobre todo en personas de una cierta edad y con largo recorrido de consumo.
También ha subido el consumo de alcohol y en soledad, en el interior de las casas. «El covid no ha ayudado nada, pero las adicciones no han surgido de repente, de un minuto a otro; estaban ahí, invisibilizadas. De lo poco bueno que ha traído esta pandemia es que ha posibilitado que emerja una realidad oculta, que ni veíamos ni queríamos ver, pero a la que hay que dar una solución –analiza Aitor–. Para ello, aboga por ofrecer una atención sociosanitaria en el ámbito de las adicciones, que permita llegar a esas personas que, a día de hoy, están totalmente excluidas del sistema y de sus recursos. «Esta crisis es coyuntural y pasará, pero el problema de las adicciones es estructural», advierte.
CONSUMO DE ALCOHOL Y DE LYRICA Y RIVOTRIL
A Jose, la pandemia le cayó «como un jarro de agua fría»; no podía salir de la lonja de un amigo en la que vive, ni conseguir trabajo; como consecuencia, cayó en depresión y todo ello le llevó consumir más y más… Su perfil no es muy diferente al del resto de consumidores tratados gracias al programa Erdu, la puerta de entrada para muchos adictos. Personas de entre 19 y 63 años con problemas de salud mental, económicos, sin trabajo, inmigrantes, exreclusos desubicados, víctimas de violencia machista, jóvenes sin una red de apoyo… A día de hoy, «lo que más detectamos es bastante consumo de alcohol y de Lyrica y Rivotril, dos medicamentos antiepilépticos que pueden enganchar; cocaína, un poco menos de heroína, pero también, y hachís y marihuana», enumera Aitor Ruiz.
El covid ha supuesto para estos profesionales un duro aprendizaje de cara al nuevo escenario que se presenta. «Combinar la atención telemática con la presencial está dando muy buenos resultados, ya que nos permite llegar a esas personas que, por mil razones, son más reticentes a acercarse a nuestros centros», subraya. «La reinserción es posible, lo que necesitan es tener la oportunidad de ser ayudados»
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