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Drogodependencia y pandemia: “Encontrar trabajo siendo ex-toxicómana es tarea titánica”

NOTICIAS: 06.06.2021

 La deseada y progresiva vuelta a la normalidad tras superar las etapas más duras de la pandemia se está convirtiendo en un infierno para muchas personas drogodependientes.

 

Andalucia.   Durante el último año, las diferentes restricciones de movilidad de la población, desde el confinamiento domiciliario a los cierres perimetrales, disuadían del consumo a muchas de estas personas, cambiando sus rutinas y evitando que frecuentaran ciertos lugares y compañías que alentaban el consumo. Sin embargo, con el fin del Estado de Alarma y la pérdida de vigencia legal de las medidas de restricción de la movilidad, el consumo de estupefacientes parece volver a dispararse.

Es el caso de Juan, un joven policonsumidor de 43 años. Durante veintisiete años, Juan ha consumido alcohol, cocaína y heroína y, desde hace doce, recibe ayuda en un centro provincial de drogodependencias. “Un drogadicto lo es siempre, da igual los años que pasen. No puedes bajar la guardia y decir ‘ya estoy curado’ porque ese es el principio del fin”, explica. Actualmente el policonsumo afecta a un 72% de las personas con alguna adicción, según el Observatorio de Adicciones de Proyecto Hombre.

La rehabilitación de Juan consiste en alternar terapia individual y grupal con ayuda farmacológica, esencialmente metadona. “Antes del coronavirus trabajaba con una psicóloga todas las semanas, primero de forma individual y después en grupo con otras personas que también buscan acabar con su adicción. Después comenzaron las restricciones y las terapias se cancelaron y comenzamos a recibir ayuda por teléfono porque el centro se cerró”.

Drogodependencia y pandemia: "Encontrar trabajo siendo ex-toxicómana es tarea titánica"

A pesar de la adaptación de los centros de rehabilitación a la modalidad no presencial, los profesionales sanitarios han continuado realizando una labor de primera necesidad para las personas usuarias. “Durante el confinamiento se llevaban a cabo atenciones telefónicas pero también se atendían urgencias de forma presencial para que ninguna persona quedase desamparada”, explican a diariodehuelva.es desde el Servicio Provincial de Drogodependencias y Adicciones (SPDA) de la Diputación de Huelva “Ahora ya estamos realizando prácticamente todas las atenciones y los seguimientos ambulatorios de forma presencial”, confirman.

La pandemia del desempleo

Más que la crisis sanitaria, lo que a las personas drogodependientes está afectando es la crisis laboral.

Antonio está casado, tiene dos hijos y actualmente está en paro. Su perfil es muy similar al de Juan, consume alcohol, tabaco y cannabis desde los 14 años y cocaína desde los 18. “Llevo en terapia de desintoxicación más de cuatro años, dí el paso por mis hijos y porque la situación en mi familia era insoportable”, explica a Diario de Huelva. “Ahora necesito encontrar un trabajo con el que mantenerlos porque no quiero vivir siempre de las ayudas sociales”.

A pesar de la bajada en las cifras de desempleo del último mes, la situación sanitaria ha tenido un efecto devastador en el mercado laboral y se ha cebado especialmente con los colectivos más vulnerables como son las personas en tratamiento por adicción.

“Antes del coronavirus trabajaba como peón de albañil, era un trabajo que me encantaba, el primero que me duraba en muchos años. Cuando dejamos de ser esenciales se acabó y ahora no sé si volverán a llamarme. De momento no lo han hecho”, cuenta Antonio. “Estoy haciendo un curso para poder encontrar un empleo el día de mañana pero de momento cobro el paro y entre eso y la pensión de mi madre vamos tirando” explica Juan, en su misma situación.

Precisamente la formación es clave para la integración sociolaboral de las personas drogodependientes. Desde la Asociación Olontense contra la Droga, con la que colabora el área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Huelva, se llevan a cabo regularmente cursos destinados no solo a preparar a las personas en materias técnicas sino a impulsar aspectos como la inteligencia emocional o la educación para la ciudadanía que pueden resultar vitales para reducir los índices de exclusión social en la provincia.

En esta misma línea, la Junta ha destinado recientemente una partida de 2,4 millones de euros para fomentar el empleo a través de las empresas de inserción. Estas ayudas están dirigidas fundamentalmente a incentivar la contratación de personas con problemas de drogodependencia y otros trastornos adictivos que se encuentren en proceso de rehabilitación.

La brecha de género afecta a la exclusión

Ser una exdrogodependiente no es lo mismo que ser un exdrogodependiente. Así lo siente María, una madrileña afincada en Lepe que logró rehabilitarse gracias a la ayuda recibida por parte de uno de los centros provinciales de desintoxicación.

“A las barreras casi naturales que tenemos todas las mujeres para incorporarnos al mercado laboral hay que sumarle las de ser extoxicómana. Es casi peor que una condena”, relata María, quien trabaja desde hace seis meses en una empresa de limpieza. “No fue sencillo, primero tienes que demostrar que ‘estás limpia’, después que vales para el trabajo y por último rezar para que la persona que te contrata deje atrás sus prejuicios y confié en ti. Es una tarea titánica”, cuenta María quien reconoce que pasó por muchos procesos de selección antes de conseguir el empleo.

Su experiencia no es en absoluto original. Y es que además de las barreras estructurales hay que añadir la falta de un plan específico sobre género en el asistencialismo.

Tal y como recoge el Informe sobre Brecha de género e inserción laboral de las mujeres adictas elaborado por la Fundación Atenea Andalucía existe un consumo específicamente femenino que puede ensanchar aún más la brecha y acrecentar sus consecuencias: “El perfil de las mujeres adictas es distinto al de varones que cuentan con esta problemática en cuanto a las drogas consumidas, el historial de consumo, el motivo que puede llevarles a la adicción, así como en las consecuencias”. El estudio asegura que las drogas que consumen mayoritariamente las mujeres son, además de la cocaína, “drogas legales” como el alcohol, los tranquilizantes o los psicofármacos que normalmente son tratados por médicos generalistas o de cabecera y que tienden a medio y largo plazo a modificar los entornos laborales.

Sea cual sea la situación personal de partida, las medidas de aislamiento habían logrado que el consumo de drogas se estabilizara o descendiera en todo el Estado.

La celebrada normalidad, sin embargo, se ha convertido en una trampa para muchas personas consumidoras en proceso de rehabilitación y esta situación, tal y como advierten los expertos, podría agravarse si continúan sin atenderse las nuevas situaciones derivadas del contexto laboral así como si no se aplica un verdadero plan que contemple la rehabilitación desde la perspectiva de género..

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