NOTICIAS: 20.11.2022
Los expertos trabajan con los adolescentes, pero también con la familia y con el contexto social que influye en su día a día o en su forma de situarse en el mundo.
GALICIA. Dos educadoras sociales y un psicólogo son los responsables de un programa de Érguete que trata de superar los factores de riesgo que llevan a los adolescentes a conductas no deseadas, bien por consumo de sustancias, porque tienen conductas antisociales, abandonaron los estudios o están con alguna medida judicial, entre otras casuísticas.
Este año atendieron a 48 adolescentes en el programa y han logrado la participación de siete familias. No llegan a todas porque las situaciones son muy diversas, desde las que tienen un ambiente muy dañado a las que están bien pero ejercen un control férreo que a veces no funciona con estos menores. Las educadoras sociales Ana Vázquez e Inma Vidal destacan que la adolescencia es una etapa muy crítica y que las familias también tienen que evolucionar a la vez que va evolucionando el menor, además de probar nuevas estrategias cuando no funciona lo que hacen.
Estas cuestiones se debaten en un taller específico para los padres, que acaban formando red entre ellos.
“No hay una varita mágica ni nacemos sabiendo cómo se hace. Para nosotros es importante que al principio los padres empiecen visibilizando cómo era su propia adolescencia y que conecten con lo que sentían en aquella etapa, por la que todos hemos pasado. Si haces memoria te acuerdas de las cosas negativas y positivas, el sube y baja de las emociones, la búsqueda del riesgo, el no percibir ese riesgo, vivir las primeras veces de un montón de cosas”.
En otro apartado del taller se explica a las familias cómo los adolescentes buscan su grupo de iguales porque es donde se sienten integrados, huyen de la autoridad y de que les pongan etiquetas.
El objetivo más importante es limar la mayor cantidad de barreras posibles entre el adolescente y la familia para que se pueda restablecer la comunicación. “Ellos están en una etapa de su vida y nosotros en otra etapa, la idea es acercarse y crear canales de comunicación entre ambas partes”.
Las familias, principalmente madres, que participaron en estos talleres compartieron sus propias experiencias, se sintieron identificados con otros y conocieron otras herramientas que funcionaron en otras casas.
En un momento de la sesión, les trasladaron experiencias reales contadas por los propios adolescentes que relataban sus primeras veces con una claridad y una naturalidad que sorprende a los adultos. “Cuando no hay barreras y se genera un ambiente de confianza comparten sus experiencias”,subraya el psicólogo del programa.
Los jóvenes que participan en el programa pueden llegar por iniciativa propia o defivados por otros servicios que trabajan con este sector de la población, desde la Xunta hasta la asociación Arela, entre otras.
Los profesionales de Érguete destacan que su mayor desafío es lograr que cuando se han transgredido normas o valores con las consecuencias correspondientres, lo más importante es que la familia y el adolescente recuperen el diálogo para seguir apoyándose, para motivar la capacidad de resiliencia. “Intentamos que vuelvan a reconectar en algún punto para seguir avanzando, sino se enquistan y puede empeorar”.
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