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FSC publica un informe sobre mujeres que usan drogas y sufren violencia de género en el marco del proyecto europeo INTERLEAVE

NOTICIAS: 04.10.2022

La Fundación Salud y Comunidad (FSC) acaba de lanzar un informe, como resultado de la investigación que ha coordinado en el marco del proyecto europeo INTERLEAVE, financiado por la Comisión Europea (Programa JUST DRUGS), sobre violencias basadas en el género (VBG) y violencias machistas (VM) que sufren las mujeres que usan drogas. Según sus conclusiones, resulta fundamental avanzar hacia un cambio de paradigma en los servicios de drogas que considere una perspectiva de género e interseccional y desestigmatice a las mujeres que usan drogas en los distintos servicios de atención.

 

MADRID. Además de España, a través de FSC, en el estudio han participado organizaciones de 5 países más de la UE: Comunità di Venezia Società Cooperativa Sociale (Italia, organización líder), Therapiesalon in Wald (Austria), Therapieverbund Ludwigsmühle Gemeinnutzige Gesellschaft MBH (Alemania), IREFREA- Instituto Europeu para o Estudo dos Factores de Risco em Crianças e Adolescentes (Portugal) y Humanitarna Organizacija Zajednica Susret (Croacia). También ha colaborado la red europea ENSA (por sus siglas en inglés, Red Europea de Autoridades Sociales) y la consultoría EU-Open SRL (Italia).

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la prevalencia de la violencia de género entre las mujeres que usan drogas es de dos a cinco veces mayor que entre las mujeres que no las usan; en comparación con los hombres, las mujeres que usan drogas enfrentan mucha más violencia (EMCDDA, 2019). Además, las relaciones de poder de género interactúan de manera significativa con otros factores de opresión como el uso de drogas, la pobreza, la racialización o la migración.

El objetivo de la investigación INTERLEAVE ha sido comprender mejor las violencias de género y machistas hacia las mujeres que usan drogas, así como trazar un mapa de las mejores prácticas de intervención en los países participantes en el estudio.

Para ello, se han llevado a cabo distintas metodologías de recogida de datos, tanto cuantitativos como cualitativos:

  • Una revisión de literatura científica: se analizaron un total de 80 artículos científicos y literatura gris.
  • Una encuesta dirigida a mujeres que usan drogas, en la que han participado 261 mujeres, de los 6 países participantes.
  • Una encuesta dirigida a profesionales, con una participación de 492 profesionales, de los 6 países que trabajan en diferentes servicios de atención para mujeres que usan drogas y/o mujeres supervivientes de violencias basadas en el género y violencias machistas.
  • 15 grupos focales: 12 dirigidos a mujeres que usan drogas y 3 a profesionales.
  • 120 entrevistas dirigidas a profesionales y otras informantes clave.

A partir de este trabajo, se realizó un análisis cuantitativo y cualitativo con enfoque de género y feminista.

Estos son algunos de los resultados más destacados:

  • La mayoría de mujeres que usan drogas declara haber sufrido violencia psicológica (86,64%) y/o física (74,23%); el 44,62% reporta violencia sexual en la edad adulta y el 24,62% violencia sexual en la infancia.
  • Por contextos, destaca la alta prevalencia de la violencia institucional (26,54%), lo cual abre la posibilidad de mejorar las estrategias de intervención, tanto en los servicios generalistas, como por ejemplo en los centros de salud y servicios sociales, y también en los servicios especializados para personas que usan drogas. Los grupos de discusión con mujeres que usan drogas revelan numerosos ejemplos en este sentido.
  • Tanto los hombres cis-género que usan drogas y/o alcohol (86,22%) como los que no (51,97%) son principalmente reportados como agresores por las mujeres que usan drogas, lo que muestra la estructuralidad de las VBG, en tanto que relaciones de poder de género.
  • Desde una mirada interseccional, la pobreza (32,41%) destaca en cuanto a eje de opresión, además de la identidad de género y el uso de drogas.
  • Solo el 24,49% de profesionales (el 27,63% de las mujeres y el 11,7% de los hombres) declara trabajar desde una perspectiva de género.
  • El 54,39% de profesionales reconoce no tener conocimientos sobre la intersección entre el uso de drogas y las violencias de género y machistas. De hecho, a través de los grupos focales y de las entrevistas, queda demostrado que la mayoría de profesionales no establece conexión entre el uso de drogas de las mujeres y las VBG/VM experimentadas.
  • Según las mujeres que usan drogas (75,79%) y el personal que trabaja con ellas (83,78%), los servicios integrados para mujeres que usan drogas y sufren o han sufrido violencia de género o machista incorporan mejor la perspectiva de género.

La investigación concluye con las siguientes recomendaciones finales:

  • Es necesario aplicar un enfoque de género interseccional en la conceptualización y el abordaje de la violencia de género/machista experimentada por las mujeres que usan drogas.
  • Es esencial formar a profesionales de los servicios especializados y generalistas sobre la intersección entre el género y uso de drogas.
  • Se debe prestar una especial atención a la pobreza, y también a la orientación sexual y la etnia, en tanto que otros ejes de discriminación que afectan a las mujeres que usan drogas.
  • Los diagnósticos de salud mental deben ser sensibles al género para promover diagnósticos adecuados y evitar la sobre-medicalización.
  • Dado que los hombres cis-género (que usan y no usan drogas, incluidos los profesionales) son señalados principalmente como los agresores, parece esencial desarrollar estrategias de prevención e intervención dirigidas a este grupo privilegiado.
  • Deberían desarrollarse protocolos para detectar de forma sistemática la violencia de género contra las mujeres que usan drogas, centrándose en la violencia psicológica, física y sexual en diferentes contextos, incluida la violencia en los contextos institucionales y en la familia de origen.
  • La elevada prevalencia de violencia institucional detectada entre las mujeres que usan drogas abre la posibilidad de mejorar las estrategias de intervención, tanto en los servicios generalistas como en los especializados, de acuerdo con lo que sugieren las diferentes convenciones y declaraciones internacionales al respecto.
  • Las intervenciones desde un enfoque biopsicosocial y basadas en el trauma deben considerar la violencia de género desde una perspectiva de género e interseccional.
  • Se debe prestar más atención a las necesidades específicas de las mujeres víctimas de violencia de género y de sus hijos/as/, especialmente en lo que se refiere al acceso a los tratamientos de las madres con hijos/as y a la creación de espacios o servicios solo para mujeres.
  • Es esencial dar voz a las mujeres que usan drogas en el diseño, desarrollo y evaluación de los programas y servicios, y fomentar su participación política a través de redes nacionales e internacionales de mujeres que usan drogas y de mujeres supervivientes de violencias.
  • Dado que los servicios integrados para mujeres que usan drogas supervivientes de violencia de género reúnen más aspectos relacionados con la integración de la perspectiva de género, se sugiere la promoción y generalización de este tipo específico de servicios desde la Red Europea de Drogodependencias, si bien también es necesario considerar cómo adaptar los servicios de drogas y los servicios para mujeres supervivientes a las mujeres que usan drogas y enfrentan problemáticas relacionadas con la VBG y la VM.

 

 

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