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Los recursos, los factores de protección y las fortalezas personales se asocian a la resiliencia al VIH en hombres gais

NOTICIAS: 05.02.2021

Tener recursos, factores de protección y fortalezas personales contribuye al desarrollo de resiliencia en hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (GBHSH) de mediana edad o mayores. Esta es la conclusión a la que llega una investigación canadiense llevada a cabo por el Centro de Atención a la Adicciones y Salud Mental de Toronto (Canadá).

Canada – En psicología, la resiliencia se define como la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas, es decir, la adaptación positiva en un contexto de adversidad. Este desarrollo puede darse tanto a nivel individual como comunitario. Esta última se definiría como la capacidad sostenida, por parte de una comunidad, de utilizar los recursos disponibles para responder a los acontecimientos adversos, soportarlos y recuperarse de sus efectos. Es sabido que la resiliencia es un factor que favorece el envejecimiento saludable en personas con el VIH por lo que resulta fundamental en la atención clínica y comunitaria los programas que promuevan dicha capacidad para que las personas mayores puedan afrontar mejor los retos que se encuentran y recuperarse de los posibles reveses.

Los investigadores canadienses quisieron identificar los factores que afectan al proceso de resiliencia a medida que las personas envejecen tanto si tienen el VIH como si no lo tienen.

El estudio utilizó un enfoque basado en fortalezas según el cual todas las personas tienen conocimientos, talentos, habilidades y recursos que pueden ser utilizados para la reconstrucción de una vida definida bajo sus propios términos y metas. Este enfoque sirvió para tener un mayor conocimiento de cuántas personas habían desarrollado resiliencia al hecho de envejecer con el VIH no solo en términos de supervivencia a su impacto clínico y social sino también en términos de haber alcanzado vidas plenas y significativas. De forma similar, los investigadores también entrevistaron a hombres GBHSH que no llegaron a contraer el VIH pese a haber compartido factores de riesgo sexual y social similares y la experiencia de haber vivido el apogeo de la epidemia en Toronto.

Para el estudio se realizaron 55 entrevistas a hombres GBHSH de la provincia de Ontario, de los cuales un 78% vivía en el centro de Toronto, mayores de 40 años (siendo el promedio de edad 54 años). Tres cuartas partes vivían con el VIH. El 49% de los encuestados eran blancos, el 16% negros y el 15% asiáticos. El resto pertenecían a otras razas representando la diversidad del informe. La mayoría se identificó como homosexuales (78%) y 3 como hombres trans.

El análisis de las entrevistas permitió identificar tres áreas que contribuían al desarrollo de resiliencia: recursos, factores de protección y fortalezas personales.

Tanto los hombres GBHSH con el VIH como aquellos sin el VIH señalaron que las entidades LGBTQ y las organizaciones de base comunitaria (como, por ejemplo, las organizaciones con servicios de respuesta al VIH, las clínicas de salud comunitarias y los refugios para personas sin hogar) podían ser utilizados en caso necesario proporcionando un espacio seguro e inclusivo donde conseguir servicios esenciales e incluso vitales para estos hombres.

La atención médica también era otro recurso significativo a la hora de ir desarrollando la propia resiliencia. Los encuestados se encontraban más cómodos en la consulta con médicos que fuesen abiertamente gais y que no los juzgasen. En concreto, los hombres GBHSH con el VIH manifestaron concretamente sentirse dependientes de estos médicos y comunicaron un mayor uso de los servicios de reducción de daños que los hombres GBHSH sin el VIH.

Para los inmigrantes, Canadá se percibía como un espacio seguro en comparación con su país de origen, no solo por la posibilidad de encontrar más recursos sino también por la posibilidad de vivir abiertamente la sexualidad sin miedo a ser juzgados o incluso asesinados. Es decir, estas personas consideraban el país por sí mismo como un recurso para la supervivencia. Por otro lado, la cercanía al centro de Toronto –donde se ubicaban servicios generales importantes y servicios comunitarios específicos para las personas trans– fue considerada como esencial para este colectivo.

El informe encontró varios factores que servían de protección para las personas y les ayudaban a conseguir una buena resiliencia. Entre ellos, se incluyen la educación, la espiritualidad, el apoyo de la familia, las amistades duraderas, las relaciones sexuales significativas, así como realizar actividades de voluntariado, activismo o incidencia política sobre el VIH. Además, los hombres GBHSH con el VIH comunicaron conductas de serosorting (elegir solo a otros hombres con el VIH para mantener sexo) y de compartimentación (mantener separadas la vida laboral, familiar y sexual), conductas ambas de protección frente al rechazo y el tener que revelar el estado serológico y que muestran el elevado impacto que tuvo el estigma esta generación.

Muchos hombres GBHSH con el VIH también revelaron cómo la pérdida de amigos y amantes durante los primeros años de la epidemia condujo a su aislamiento, extrema precaución y periodos de celibato y cómo estas conductas les ayudaron a evitar contraer el VIH en los primeros años de la epidemia y, probablemente, a sobrevivir. Incluso después de su diagnóstico, cuando hablan de su autoconciencia respecto a las coinfecciones o las comorbilidades lo hacen principalmente desde su experiencia de haber visto morir a muchos seres queridos desde los inicios de la epidemia.

Aunque socialmente se considera el uso de drogas como una conducta problemática, curiosamente los hombres GBHSH con el VIH percibían su consumo como un factor que contribuía a la resiliencia, es decir, las drogas eran un instrumento para hacer frente al impacto clínico y social que tuvo el VIH/sida y superar los momentos difíciles. Aunque hubieran preferido otras estrategias que fueran más saludables para afrontar los problemas, durante algunos momentos de su vida tenían que reconocer que las drogas les habían ayudado a afrontar la situación.

Para los hombres sin el VIH, entre los factores que contribuyen a su resiliencia actual figuran el voluntariado en organizaciones de VIH, las relaciones sexuales significativas y la pérdida de amigos y amantes durante las dos primeras décadas de la epidemia.

Las fortalezas personales son características internas que permitieron a estos hombres utilizar recursos y recurrir a factores protectores. Entre estos, figuran la proactividad, la perseverancia, adoptar una actitud correcta, la autoconciencia y el autocontrol.

Para los hombres GBHSH con el VIH, la proactividad se consideró una habilidad muy importante para encontrar respuestas al VIH a través de diferentes fuentes (médicos, internet o las organizaciones comunitarias), para conseguir de forma activa los medicamentos (sobre todo, en los inicios de la epidemia, cuando se tenía que conseguir fuera de Canadá), cumplir todas las citas médicas y tener control sobre los resultados clínicos (recuento de CD4, carga viral, tests de ITS, etc.). Varios participantes de este grupo indicaron que el poder perseverar y perdurar frente a los obstáculos les había salvado la vida en algún momento. Otras fortalezas personales consideradas importantes fueron la perseverancia y la persistencia frente a los obstáculos, que varios hombres consideraron como el factor último que les salvó la vida.

La mentalidad (o mindset, definida como la capacidad humana de aceptar los defectos, debilidades y otros aspectos negativos del ser humano, y creer que es posible un cambio, con la única finalidad de crecer, avanzar y alcanzar el éxito) y el ejercicio del autocontrol también se consideraron fundamentales para desarrollar la resiliencia. Esto incluye dejar o limitar el consumo de alcohol y drogas, así como adoptar actitudes más cautelosas respecto a la salud sexual y las ITS.

Por otro lado, para los hombres GBHSH sin el VIH surgieron muchos temas similares siendo mayor el número  de hombres que mencionaron la proactividad como factor importante. Además, muchos hombres comunicaron la habilidad de autoconciencia al describir el miedo que tenían de contraer el VIH y otras ITS, al evitar, como consecuencia de ello, ciertos lugares y conductas sexuales, y al poner un mayor énfasis en relaciones sexuales que percibían más seguras tanto por el tipo de práctica sexual como por el lugar donde se mantenían.

Los hombres trans expresaron niveles de perseverancia mayores que los de los hombres cis dado que gran parte de la información y los servicios disponibles estaban dirigidos específicamente a hombres GBHSH cis. Además, expresaron tener autoconciencia al describir su mayor riesgo de violencia física, especialmente durante los encuentros sexuales, y la necesidad de que se implementen estrategias que garanticen su seguridad, como fiestas sexuales privadas con una comunicación clara y con parejas sexuales de confianza.

Sin embargo, aunque los participantes comunicaron recursos, factores protectores y fortalezas personales que les ayudaban a desarrollar una buena resiliencia, también informaron sobre las barreras que les impedía ese objetivo. Entre ellas destacaban la homofobia o transfobia interiorizada, el estigma y la discriminación asociados al VIH, el uso problemático de drogas y las comorbilidades.

En sus conclusiones, los investigadores reconocen que las perspectivas y las experiencias de vida de estos hombres mayores GBHSH expuestos a un mayor riesgo de VIH/sida y un mayor impacto clínico y social resultan cruciales a la hora de informar, influir y mejorar los servicios, los programas, las intervenciones y las políticas sanitarias y comunitarias dedicados a promover la resiliencia de los hombres GBHSH mayores y jóvenes.

Fuente: gtt-vih

 

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