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Más allá del cigarrillo: calentamiento de tabaco y cigarrillos electrónicos

NOTICIAS: 07.09.2022

Según la OMS, para el año 2025, aún 1.000 millones de personas seguirán fumando en el mundo, a pesar de conocer los efectos perjudiciales que este hábito conlleva para la salud.

 

MADRID. Para aquellos fumadores adultos que no van a dejar el hábito, resulta esencial dotarles de toda la información científicamente contrastada que existe hoy en día para que puedan tomar decisiones de manera informada. Los avances científicos y la innovación han permitido desarrollar alternativas libres de humo que evitan la combustión y, por ende, tienen el potencial de reducir significativamente los niveles de sustancias nocivas en comparación con el humo de un cigarrillo. ¿Sabrías decir cuáles son estas alternativas?

Cigarrillo electrónico, calentamiento de tabaco, ¿qué puedo esperar de ellos?

Tanto los cigarrillos electrónicos como los dispositivos de calentamiento de tabaco comparten algunas características, pero desde luego no son iguales.

El uso del tabaco es una de las diferencias entre ambas alternativas. Por un lado, el cigarrillo electrónico, o comúnmente conocido como vapeador, lo que contiene, en vez de tabaco, es un líquido compuesto por distintas sustancias químicas entre las que se puede encontrar nicotina. Concretamente, lo que hace este dispositivo es producir calor, que vaporiza esta solución líquida, dando como resultado un aerosol, o “vapor”, en vez de humo.

Por otro lado, los dispositivos de calentamiento de tabaco, como su nombre indica, sí se utilizan con tabaco real. Al igual que sucede con los cigarrillos electrónicos, el dispositivo utiliza un proceso de calentamiento, y gracias a un sistema electrónico de control de la temperatura evita quemar la unidad de tabaco y, por ende, evita la producción de humo. Por tanto, y aquí otra similitud entre ambas alternativas, lo que se consigue es generar un aerosol.

Con diferentes sistemas de funcionamiento, ambas alternativas evitan generar humo, como ya hemos comentado, además de ceniza, y, en consecuencia, tienen el potencial de reducir significativamente los niveles de sustancias químicas dañinas o potencialmente dañinas en comparación con el humo de un cigarrillo. Ahora bien, estas alternativas no están exentas de riesgo. La mejor opción será siempre dejar de consumir tabaco y nicotina por completo.

¿Y cómo es posible que reduzcan los niveles de sustancias dañinas?

Los cigarrillos, para poder consumirlos, hay que encenderlos, provocando el proceso de combustión. El cigarrillo arde a unos 600ºC y, en cada calada, puede superar los 800º C. La evidencia científica ha demostrado que es este proceso de combustión el que libera la mayor parte de las sustancias químicas nocivas o potencialmente nocivas presentes en el humo que inhala el fumador. Y es este alto nivel de sustancias químicas lo que se ha identificado como la principal causa de las enfermedades relacionadas con fumar, y no la nicotina1, como suele pensarse, si bien es una sustancia adictiva y no es inocua. En cambio, en los productos libres de humo lo que se libera es un aerosol que es una suspensión de finas partículas líquidas y/o sólidas en un gas (normalmente aire).

Conocer las diferencias para elegir de manera informada

La información es la herramienta que nos permite tomar mejores decisiones, la que nos permite progresar. Sin embargo, se ha demostrado que existe una gran confusión entre la población general adulta acerca de las alternativas libres de humo y sus características: un tercio de los fumadores adultos reconoce que la confusión les impide cambiar a una alternativa mejor2. Es decir, esta falta de información impide dar un paso más allá en la consecución de un futuro libre de humo.

Fumar es adictivo y dañino, y por eso la mejor opción siempre será no comenzar a fumar y, en caso de haber comenzado, abandonar el tabaco y la nicotina por completo. Pero, para aquellos adultos que de otra manera van a seguir fumando, el cambio a una alternativa libre de humo podría ayudar a combatir el impacto de este hábito en la salud pública, bajo un enfoque centrado en la reducción del daño. Por eso, se debe dotar de toda la información contrastada que está disponible a los fumadores adultos que buscan una alternativa al cigarrillo.

 

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