NOTICIAS: 09.09.2021
El covid ha servido para dejar o bajar el consumo de drogas ilegales, especialmente éxtasis y anfetminas
MADRID. La pandemia vino para cambiarlo todo. La mayoría de las cosas, a peor, cierto. Pero no todas. Hasta en las peores situaciones se producen carambolas que tienen cosas buenas como fruto inesperado. Y con el covid también ha ocurrido. Uno de sus efectos colaterales positivos ha sido la reducción del consumo de drogas ilegales en los momentos más duros, como el confinamiento y las etapas de fuertes restricciones. Al leer esto, más de uno estará pensando: ‘Toma, claro, por obligación, porque sin poder salir a la calle a pillar, ni fiestas locas…’. ¿No es así?
Pues –oh, sorpresa–, aunque es cierto que los expertos temen que ahora el efecto atracón eche por tierra los avances de muchos adictos que han reducido o dejado la droga en el último año y medio, lo cierto es que muchos se mantienen limpios (o casi) o han aprovechado el paréntesis del covid para rehabilitarse. La explicación parece ser esta: muchos se dieron cuenta de su vulnerabilidad y pasaron síndromes de abstinencia realmente penosos al principio de la pandemia. Y no quieren perder ese terreno ganado. Se abre para ellos, pues, una oportunidad.
Así lo argumenta María Victoria Ochando, profesora del Grado en Trabajo Social de Universidad Internacional de La Rioja: «Se ha visto un descenso en el consumo de drogas durante la pandemia debido a las restricciones propias del confinamiento y la escasez en la venta…, pero también por una mayor conciencia en temas de salud», resume la experta.
Así, el Informe del Observatorio Español de Drogas y Adicciones sobre el impacto del covid recoge que, según los resultados de una encuesta europea sobre consumo de drogas, realizada justo antes de este verano, el 71% de los adictos a sustancias psicoactivas ilegales cesaron el consumo o redujeron su frecuencia o la cantidad, mientras que el 16,3% no varió sus hábitos y tan solo el 11% empeoró su adicción. Según el dossier, «esta tendencia general de reducción se aprecia para todas las sustancias, aunque, en el caso del cannabis, existe un mayor porcentaje de personas que no han variado su consumo o, incluso, lo han aumentado, posiblemente porque sigue siendo la droga ilegal de mayor disponibilidad».
En general, la bajada del consumo de drogas ilegales es notable, especialmente la de anfetaminas y éxtasis. «Además, el descenso ha sido para ambos sexos y todas las edades. Igualmente descendieron los consumos en atracón, que se suelen dar en botellones y especialmente por población joven», añade la experta. Cuando se ha preguntado a los consumidores habituales por qué se han alejado de sus malos hábitos, han respondido mayoritariamente que por las dificultades para comprar droga (23%), por no tener ocasión de usarlas (20%), pero también por no poner en riesgo su salud aún más de lo que ya estaba por el covid (18%).
Sin nuevas sustancias, pero con otras vías de distribución
Durante el estado de alarma no ha habido notificaciones a través del Sistema Español de Alerta Temprana sobre Nuevas Sustancias Psicoactivas, cuando el año pasado se acumularon hasta una docena en España. Es decir, incluso la ‘creatividad’ de los químicos de la droga se redujo. Y las vías de distribución, también. «Pero se ha visto una rápida adaptación de los traficantes: venta por internet, mensajería, entrega a domicilio…», indica Ochando.
No obstante, tampoco se pueden echar las campanas al vuelo. Se ha detectado un aumento del consumo de benzodiazepinas (tranquilizantes) o hipnosedantes sin receta, especialmente por parte de la población femenina. El consumo de alcohol también ha crecido, lo mismo que conductas adictivas como las ligadas al juego online o uso de pantallas. Así que los más escépticos podrían decir que, simplemente, se han cambiado unas adicciones por otras que, tradicionalmente (y, para muchos, erróneamente), se han considerado menos peligrosas.
Estando la gente más estresada y desmotivada, ¿no habría sido más lógico que escorase hacia sustancias más duras para evadirse? «Lo que aumentó fue el uso no médico de medicamentos durante la pandemia», indica Ochando. «Pero, por supuesto, aunque la tendencia general fue el descenso de consumo de drogas duras, las personas con adicciones pudieron tener recaídas debido a la presión y la falta de mecanismos de apoyo social», matiza.
Consumo en atracón
Ahora queda por ver si este descenso del consumo va a ser flor de un día. La nueva normalidad entraña una serie de riesgos, sí. «Especialmente se está retomando el consumo en atracón y se está reforzando la falsa idea de que las drogas facilitan la diversión», lamenta Ochando. Y, claro, la idea del ‘a vivir que son dos días’. Algo de eso ha habido en verano –todos hemos visto imágenes de desfase en los medios de comunicación–, pero una parte importante de los adictos que se desengancharon o redujeron su consumo en los primeros meses del covid se mantienen firmes.
«La pandemia puede haber supuesto un antes y un después. Algunos habrán tocado fondo y se habrán visto en la necesidad de cambiar su vida y pedir ayuda. Y muchas familias pueden haber tomado conciencia de lo que supone vivir con una persona adicta», apunta la experta. Es decir, las situaciones límite han podido revelarse en toda su crudeza y el ‘control social’ de la familia ha hecho su trabajo… para bien.
Los que lo han dejado por sus propios medios (forzosamente)
«Las personas con adicciones que ya estaban en tratamiento lo han tenido algo más fácil (seguimientos, apoyo de los grupos terapéuticos que se han mantenido telemáticamente o con aforos reducidos…) –subraya Ochando–. Pero quienes apenas iniciaban su proceso de rehabilitación o estaban a punto de pedir ayuda antes de la pandemia pueden haber encontrado más obstáculos en un primer momento y haberse perdido en la red asistencial antes de empezar».
De hecho, el informe del Observatorio Español de Drogas y Adicciones señala que las admisiones a tratamiento, en recursos vinculados a Sanidad, cayeron en los meses más duros un 70%, ya que se centraron en lo urgente: tratamientos de sustitución de metadona o atención a toxicómanos sin techo. Así, muchos de los que se han distanciado de las drogas ilegales lo han hecho (forzosamente) por sus propios medios. Lo mismo que los adictos al tabaco: el 80% se hizo más consciente de los peligros de su hábito durante la pandemia: el 5% lo dejó radicalmente, el 13% lo intentó y el 6% lo redujo.
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