NOTICIAS: 27.08.2021
Hay adolescentes que afrontan el malestar generado por la psicopatología a través del consumo de sustancias
ANDALUCIA. Los trastornos de conducta en adolescentes y el consumo de sustancias adictivas interaccionan modificando la evolución de cada uno de estos jóvenes, incluso como patologías claramente dependientes la una de la otra. Al menos así lo consideran los profesionales de Recurra-Ginso quienes recuerdan que una mente sana empieza en la infancia. Sus expertos han detectado un aumento de jóvenes que sufren trastornos de la conducta y que tienden a consumir sustancias adictivas, observando un incremento del consumo durante el verano.
Explican que la patología dual hace referencia a la coexistencia de un trastorno de la conducta y la adicción a alguna sustancia, cuya relación puede valorarse como patologías dependientes la una de la otra a nivel etiológico, de curso y pronóstico. En este sentido, advierten que muchos adolescentes afrontan el malestar generado por la psicopatología a través del consumo de sustancias. De hecho, más del 50% de sus pacientes, consume cannabis y padece alguna patología como el TDHA, trastorno de conducta o un trastorno de ansiedad.
Asimismo, con la llegada del verano, los profesionales del programa especializado en salud infanto-juvenil, han detectado un aumento de casos, debido a que los jóvenes tienden a salir más y consumir este tipo de sustancias. Según los expertos del programa, esto puede agravar los síntomas de las diferentes psicopatologías, además, consumir sustancias adictivas puede empeorar el pronóstico de un trastorno de conducta. «Desde nuestra experiencia, consideramos que la patología dual se debe tratar de manera conjunta, ya que el tratamiento es mucho más rápido. Se debe detectar cuanto antes y trabajarlo de manera integral con el joven, con su familia y el centro educativo», explica Jesús Villanueva, subdirector del centro terapéutico de Recurra-Ginso.
No obstante, es muy importante tener en cuenta tanto los factores de riesgo como los de protección para ajustar el tipo de intervención, desde ambulatoria hasta residencial. «No existe un tratamiento único que pueda funcionar con todos los adolescentes y todas las familias, sino que hay que ajustar los tratamientos a las peculiaridades de cada menor, de su entorno familiar y de sus circunstancias sociales», aclara Villanueva. Sin embargo, los expertos explican que la terapia cognitivo-conductual suele ser la más eficaz para abordar esta problemática, además de aplicar los formatos de terapia individual, grupal y familiar.
¿Cómo identificar un trastorno de conducta?
Según Villanueva, un trastorno de conducta corresponde a un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros individuos, así como las normas o las reglas sociales propias de la edad. «Hay diferentes tipos de trastornos, como el trastorno negativista desafiante, cuya principal característica es una actitud desafiante ante la autoridad de otros y en especial, de los adultos, o el trastorno explosivo intermitente, que se manifiesta a través de una actitud agresiva y desafiante», apunta.
Además, el experto explica que los trastornos de conducta suelen manifestarse a través de la agresión hacia personas y animales, la destrucción de la propiedad, el engaño o robo, y el incumplimiento grave de normas. «Para identificar si nuestro hijo está desarrollando un trastorno de conducta hay que observar si se repiten determinados comportamientos, como el acoso, amenaza o intimidación hacia otros individuos, el inicio constante de peleas, si a menudo falta a la escuela, o si a menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres», cuenta Villanueva.
Según el programa, los factores causales de la patología dual y los trastornos de conducta varían en función de cada individuo y no existe una única causa, sino que habitualmente intervienen factores genéticos y variables sociofamiliares. En este sentido, la recomendación para los padres es que observen de cerca el comportamiento de sus hijos. «Es fundamental que la familia intente mantener un sistema estable, seguro y afectivo, donde predomine una buena comunicación y la correcta gestión de los conflictos», concluye el experto.
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