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Qué son la nomofobia, el FoMO y el phubbing: cómo evitarlos

Casi dos tercios de los adultos jóvenes manifiestan algún síntoma de dependencia a los teléfonos móviles.

BUENOS AIRES – Dolor de estómago y de cabeza, taquicardia, sudoración y falta de aire son algunos de los síntomas que puede sentir alguien que ha desarrollado nomofobia, una dependencia al teléfono celular, ante la pérdida, olvido, falta de señal o de batería de su dispositivo. Según Mariana García, médica psiquiatra de los Centros de Diagnóstico DIM, quienes sufren nomofobia (del inglés ‘no-mobile-phone-phobia’) experimentan un miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo prolongado sin el teléfono móvil encima o sin acceso a internet, razón por la cual están permanentemente chequeando la llegada de notificaciones o mensajes. «Es la sensación de quedar desconectado de la vida virtual y los contactos sociales lo que dispara la sintomatología de ansiedad generalizada, muchas veces asociada y reconocida como episodios de pánico», dice.

Según la médica, la nomofobia está incluida dentro de las nuevas tecnopatías, que son aquellas patologías de índole psicológico o psiquiátrico que se desencadenan a partir del uso de las nuevas tecnologías​.

«El teléfono móvil es el dispositivo tecnológico por excelencia y en los últimos años ha ido en aumento la preocupación por la nomofobia que, como su nombre lo indica puede incluirse dentro de la lista de las fobias, aunque también podríamos pensarlo como una adicción», agrega.

En cuanto a su prevalencia, según la médica se estima que entre el 60% y el 70% por ciento de las personas de 18 a 35 años, tiene algún síntoma de nomofobia.

Según el licenciado Juan Pablo Perrota, psicólogo de la Clínica de Conductas Adictivas de INECO, la adicción generada por el teléfono celular es comportamental o psicológica y se alinea a otras como la adicción al juego, la dependencia a internet, o a las compras.

«Actualmente se cuenta con suficiente experiencia clínica como para poder hablar de ‘adicciones comportamentales o psicológicas’ a ciertas conductas como las nombradas», explica. Pero aclara que “cuando hablamos de adicciones nos referimos a las conductas dependientes a sustancias psicoactivas, es decir a químicos que pueden alterar o modificar la conciencia o el estado anímico. Sin embargo, ciertas conductas como la adicción al celular tienen presentaciones similares a las adiciones a sustancias».

Según el especialista, en toda conducta adictiva hay una pérdida del control de la misma. «Cuando la utilización del celular no es solo una herramienta para alcanzar una satisfacción, ya sea de comunicación, divertimiento e información, y pasa a convertirse en la fundamental estrategia para gestionar el malestar, no es extraño ver como la persona mantiene con el aparato una conducta dependiente. El celular empieza a resolver problemas tan cotidianos y comunes como el aburrimiento, pero también puede solucionar otros más complejos, como forma de evitar situaciones de ansiedad, ensimismamiento o depresión​», agrega.

En opinión de Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo, la adicción refiere a todo lo que el teléfono ofrece y contiene, y no al aparato móvil en sí mismo. Por ese motivo, él prefiere hablar de adicción o uso problemático o ‘desadaptativo’ del celular.

«Según un trabajo publicado en 2018 en el Journal of Behavioral Addictions, el efecto de los teléfonos celulares sobre las conductas es similar a una adicción, aunque no cumple con todos los criterios para considerarla como tal, en cambio se sugiere la denominación ‘uso problemático’”, explica el profesional. «Comenzando por la función de uso, los teléfonos inteligentes ofrecen identidad, rango social, sociabilidad, seguridad, contención, información, entretenimiento, gestión de tiempo, estrategias de afrontamiento, etc. En la ansiedad social (falta de habilidades sociales, sentimientos de inferioridad y temor a la soledad), las personas se apegan al móvil, que frente al estrés ofrece un efecto de ‘manta se seguridad’, reduciendo las consecuencias del estrés negativo, así como un niño se cubre bajo una manta para protegerse».

Miedo a perderse de algo

Las personas que están muy pendientes del teléfono celular suelen sufrir a menudo la sensación de estar perdiéndose de algo si no revisan su móvil por un espacio de tiempo. Esa sensación se denomina FoMO (acrónimo en inglés de “miedo a perderse algo”).

Según Fabián Triskier, médico psiquiatra de INECO, “el FoMO se ha asociado al uso problemático de la tecnología digital, la internet y los teléfonos inteligentes e implica la percepción subjetiva de que uno se está perdiendo experiencias gratificantes de los demás y se acompaña de la percepción de la necesidad percibida de estar constantemente conectado con su red social” .

Triskier agrega que el FoMO se asocia típicamente a los síntomas de ansiedad. «Se ha formulado la hipótesis de que las personas con mayores niveles de FoMO estarían más atentas a las notificaciones del teléfono, ocupando sus recursos atencionales y generando más distracciones y una menor concentración».

Se ha demostrado, añade, que el trastorno por el uso de los teléfonos inteligentes va acompañado de una menor productividad autodeclarada. “Sin embargo, el impacto potencial del FoMO en la vida diaria y la productividad ha sido menos investigado, aunque estudios recientes en adultos muestran que los niveles más altos de FoMO se asocian con un mayor impacto de las redes sociales en la vida diaria y la productividad laboral», dice.

Ignorar a los demás por usar el celular

Es habitual ver cómo el teléfono celular ocupa un lugar de atención preponderante tanto en la mesa familiar como en charlas de amigos, de pareja o familiares, en muchos casos perjudicando la interacción y el diálogo. Cuando esta costumbre se profundiza y se ignora a los demás, se habla de phubbing o ningufoneo.

«La palabra phubbing deriva de la conjunción de phone (teléfono) y snubbing (desprecio o desaire). Significa ignorar al otro o a los demás mientras se está con el teléfono. No presume un malestar hacia la otra persona, pero sí la dependencia al teléfono móvil que impide prestar atención a la otra persona”, asegura Ghedin.

«El phubbing no solo impide la comunicación cara a cara, lo cual imposibilita la recepción y decodificación de las señales gestuales, sino que provoca un distanciamiento real de los otros. Como consecuencia aparecen los conflictos por sentirse excluido, de no ser tenido en cuenta. Es frecuente escuchar frases como ‘le hablo y no me contesta’, ‘siempre está con el celular y no podemos hablar temas importantes’o ‘lleva el celular a la cama y se rompe toda la magia del encuentro’, entre otras”.

Según un estudio realizado por el Centro de atención a drogadependientes San Blas de España y el Instituto de adicciones de Madrid, sobre rasgos de personalidad de las personas con nomofobia, las mujeres con baja autoestima representan el grupo más vulnerable. Al respecto, el licenciado Mauricio Strugo, psicólogo y sexólogo, dice que sin duda alguna, las adicciones impactan más sobre aquellas personas que tienen autoestima baja o son más vulnerables, sin importar al género al que pertenezcan.

«Sus inseguridades y temores sobre cómo enfrentar al mundo propician que se refugien en este caso en sus teléfonos, como si sus pantallas fueran protecciones para contactarse con el mundo con cierto resguardo», agrega el especialista.

Al respecto, Perrota asegura que los aspectos de personalidad son un complejo conjunto de variables que predisponen tanto a las conductas adictivas como a las evitativas propias de la ansiedad. «Se las denomina factores de riesgo personales. Cuanto mejor integrada está la personalidad, mayor capacidad y recursos de gestión emocional y mejores herramientas para gobernar y regular la conducta», afirma

¿Afecta al cerebro la adicción al celular?

Investigadores europeos realizaron en la Universidad de Heidelberg, Alemania, un estudio que comprobó que la dependencia al celular ocasiona cambios en la materia gris de la corteza cerebral.

«Este estudio, realizado en individuos con y sin dependencia a los teléfonos celulares, puso en evidencia los cambios en la sustancia gris de la corteza cerebral, fundamentalmente en la región anterior del lóbulo de la ínsula, región en íntima conexión con el Sistema Límbico o centro de las emociones», explica Ghedin.

«La ínsula es una región localizada en la profundidad del cerebro que regula los deseos y las respuestas de recompensa. La disminución de su función provoca la aparición del craving (ansia), es decir de la sensación subjetiva de búsqueda inmediata de placer, lo que dispara, como consecuencia, el impulso para obtenerlo en forma rápida, lo mismo que ocurre en las adicciones a sustancias».

Consejos y abordaje terapéutico

Respecto al tratamiento de la nomofobia, Ghedin explica que «existen terapias de tipo cognitivo conductual que tienen como objetivo modificar las conductas de consumo problemático del teléfono celular».

El médico agrega que en el tratamiento se deben implementar las siguientes medidas para control del uso del móvil:

✔Dejar en el dispositivo solo las funciones esenciales, desinstalando las aplicaciones de redes sociales y otras que no sean necesarias para el trabajo, el estudio o las relaciones interpersonales.

✔Tener horarios limitados de uso y, de ser posible, no tenerlo todo el tiempo encima o al lado.

✔Apagarlo durante la noche y dejarlo en otra habitación, alejado de la cama.

✔Usar solo un dispositivo.

✔Comprometerse a apagarlo en la mesa, en reuniones sociales o familiares.

✔Preferir configuraciones que discriminen las notificaciones, de manera que el teléfono no esté sonando todo el tiempo.

✔En caso de no poder controlar el uso compulsivo del teléfono, se sugiere la consulta con un médico.

Fuente: Adn sur

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