NOTICIAS: 10.04.2022
Una de las características de cualquier adicción es la pérdida de control, y lo mismo ocurre con la adicción al sexo
MADRID. Las conductas adictivas se caracterizan, en general, por la pérdida de control de quien la padece, así como por episodios de autoengaño, irritabilidad, obsesión, inquietud, ansiedad o insomnio. Todos estos síntomas se aplican a la perfección a los casos de adicción al sexo, donde el objeto de deseo es precisamente la actividad sexual. Se trata de un trastorno que afecta más a hombres que a mujeres y que dificulta enormemente las relaciones personales de quienes lo padecen. ¿Cómo distinguir la adicción al sexo de una simple inclinación hacia las relaciones sexuales? ¿Cuáles son los síntomas y signos de la adicción al sexo?
Adicción al sexo: estas son las señales que debes identificar
Cuando se trata de identificar una posible adicción al sexo, atender a los síntomas generales de cualquier tipo de adicción puede ser de gran ayuda. Pérdida de control del uso -con episodios de actividad compulsiva que afectan a la vida en general de la persona-, estado de ánimo triste, irritabilidad, deterioro de la calidad de vida, ansiedad, negación o autoengaño, obsesión, inquietud o preocupación excesiva, insomnio… Si el objeto de la adicción es el sexo, lo más probable es que experimentemos todas estas sensaciones.
Tal y como explica Fundación Hay Salida, especializada en adicciones de todo tipo, la adicción al sexo se caracteriza por la frecuencia y la intensidad de las fantasías sexuales, la activación psicofisiológica, ansia… asociadas a un componente de impulsividad. Quien padece adicción al sexo puede tener conductas sexuales irrefrenables utilizadas para producir auto gratificación, que terminan desembocando en problemas psicosociales.
El origen de este tipo de conducta sexual compulsiva hay que buscarlo en la necesidad de obtener alivio al malestar emocional. Así, la persona que padece adicción al sexo suele buscar gratificación de forma compulsiva, experimentando síndrome de abstinencia cuando aparece el malestar posterior a esa conducta. Se entra así en un círculo vicioso difícil de romper o controlar.
Este trastorno fue agregado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) en 2018 bajo el nombre de comportamiento sexual compulsivo, definiéndolo como «un patrón persistente de falla para controlar los deseos o impulsos sexuales intensos y repetitivos que resultan en un comportamiento sexual repetitivo». En definitiva, se trata de una conducta de no control sobre el comportamiento sexual que provoca dependencia y abstinencia.
Las formas en que puede manifestarse la adicción al sexo son variadas: relaciones promiscuas de breve duración; encuentros sexuales con desconocidos; frecuentar prostíbulos; utilizar pornografía, llamar a líneas eróticas o masturbarse de forma compulsiva… Además, destaca el hecho de que, mientras que alrededor de un 15 por ciento de la población masculina sufre este trastorno, afecta a un 6 por ciento de la población femenina. Además, al 58 por ciento de las personas adictas al sexo se les detecta antes de los 18 años.
Por otro lado, es importante distinguir entre el adicto al sexo y la persona que lleva a cabo conductas sexuales agresivas (abuso, violación…). El adicto al sexo pierde el control de sus conductas sexuales pero normalmente no tiene la intención de vejar o violentar a otros, y suele sentir vergüenza por su conducta, manteniéndola en secreto. En cambio, el violador puede o no ser adicto al sexo y actúa desde una posición de poder o superioridad con respecto a la víctima, sin arrepentimiento y a través del sexo y la violencia.
– La obsesión, la irritabilidad, la ansiedad o el insomnio van asociados a este trastorno, para el que existe tratamiento.
– Afecta más a hombres que a mujeres: aproximadamente a un 15 por ciento de la población masculina y un 6 de la femenina.
En cuanto al tratamiento de la adicción al sexo, suele consistir en psicoterapia, medicamentos y asistencia a grupos de autoayuda. Se trata de aprender a controlar los impulsos y reducir los excesos en la conducta, permitiendo a quien la padece llevar una vida sexual saludable.
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