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Tu hijo cumple 16 años y quiere salir de fiesta en verano: ¿manga ancha o límites claros?

NOTICIAS: 01.08.2023

Psicólogos y orientadores familiares recomiendan a padres y madres que sean firmes pero no punitivos y que sepan diferenciar riesgo de peligro

 

Olga Pereda

ANDALUCIA. Tu hijo, que era un niño pequeño hace nada, tiene ahora 16 años y te pide salir por la noche con sus amigos. Ya sea en una discoteca o en las verbenas del pueblo más cercano, los adolescentes quieren fiesta. Es verano y ya no hay estrictos horarios escolares. “La adolescencia llega en el momento en que tu hijo piensa que ya es mayor. Y ser mayor es salir. Y aún más en verano. Están en la edad de probar, experimentar y descubrir”, explica el psicólogo y educador Jaume Funes.

Donde un chaval ve libertad, su padre o su madre, a menudo imbuidos de catastrofismo, solo ve problemas graves: alcohol, accidentes, agresiones y peleasLos adolescentes, sin embargo, no tienen miedo a nada. Ante el complejo tira y afloja que se vive en los hogares, Funes pide a los padres que recuerden su propia adolescencia y juventud“Nosotros también tuvimos esa edad, también hicimos cosas, que no se nos olvide”, sonríe el autor del ensayo sobre salud mental ‘Cuando la vida nos duele’ (Grijalbo).

La vida social es una religión para los adolescentes. No es un capricho, es ciencia. El cerebro de los más jóvenes genera oxitocina al estar con sus amigos, sus iguales. Son más felices junto a su pandilla que con su familia. Es normal y sano. “Cavar una trinchera con tus hijos y tener posturas rígidas no sirve de mucho”, recomienda Funes. Lo que sí deben hacer los progenitores es mostrar interés por el ocio de sus hijos, saber siempre dónde estánnegociar el horario de regreso a casa e inculcarles ideas imprescindibles. Por ejemplo, que la felicidad no la da el alcohol.

“El ocio juvenil está asociado al alcohol. Sabes que tu hijo va a beber”

Anna M. – Madre de un chaval de 16 años

“Cavar una trinchera con tus hijos y tener posturas rígidas no sirve de mucho”

Jaume Funes – Psicólogo, educador y divulgador

En España, beber alcohol (también para los adultos) es un ritual y ser abstemio es algo que no se entiende. Los datos oficiales indican que la edad de inicio son los 14 años. Casi cuatro de cada 10 chavales de entre 15 y 24 años -la llamada generación del botellón- tuvo una intoxicación etílica aguda en 2020. Más allá del alcohol, además, el 70% de los jóvenes creen que el cannabis es menos perjudicial que el tabaco.

“El ocio juvenil está asociado al alcohol. Sabes que tu hijo va a beber”, comenta Anna Marín, madre de un chaval de 16 años que este verano ha empezado a salir de fiesta y que, un día, apareció en casa a las ocho de la mañana después de estar toda la noche con sus amigos. “Gestionar esta situación es muy difícil porque todavía son pequeños. Están saliendo de la niñez”, explica esta madre que admite no saber cómo actuar. ¿Debería haberle propinado una gran bronca? ¿Dejarlo como anécdota y advertirle que no debe volver a pasar?

Consciente de que su hijo coqueteará con el alcohol este verano, Anna le ha inculcado varias ideas: “Lo primero que le digo es que beber no es sinónimo de diversión pero que, llegado el caso, nunca lo haga rápido y que evite las situaciones de riesgo, como montarse en el coche de alguien que ha bebido o meterse en una pelea. También le repito que siempre puede llamar a casa para lo que sea, que no deje a nadie atrás y que ayude a algún amigo o amiga si está en problemas y, de cara a las relaciones, que el consentimiento es fundamental”.

Cada chaval y familia es un mundo

Alejandro Rodrigo, orientador familiar con 15 años de experiencia en los juzgados tratando con chavales violentos, huye de recetas únicas para afrontar la montaña rusa de discusiones y negociaciones que suponen, en casi todos los hogares, las salidas nocturnas de los hijos adolescentes. Cada chaval, y cada familia, es un mundo.

“No es lo mismo una hija que ha ido bien en sus estudios y que no ha dado grandes problemas en casa que otra que ha tenido todo el año una actitud negativa y a la contra y ha sido un verdadero quebradero de cabeza. Lo primero que los padres debemos preguntarnos es: ¿Se merece salir nuestro hijo? Porque si se lo merece, da igual que llegue a la una de la madrugada o a las tres. Para mí, la hora no es importante. Es mejor centrarse en otros aspectos”, sentencia Rodrigo, que recomienda a los padres ser firmes, lo cual no quiere decir punitivos. “Tu no puedes decir a tu hijo una cosa y luego hacer otra. Los adolescentes no toleran las injusticias. La firmeza consiste en cumplir nuestra palabra”, destaca

Diferenciar riesgo y peligro

A la hora de gestionar las salidas de los hijos adolescentes, Rodrigo recuerda la importancia de saber diferenciar entre riesgos y peligros. “Riesgo hay, es evidente. Porque tu hijo va a estar en sitios donde se bebe alcohol o se toman drogas. Tu hijo está expuesto a este riesgo, y como familia lo tienes que asumir. Ahora bien, el peligro radica en que lo consuma. Entonces no se puede mirar para otro lado, hay que intervenir”, explica el divulgador, que en septiembre publicará ‘Adolescencias reales desde dentro’ (Plataforma Actual).

“No quiero trasladar mis miedos a mi hija, no quiero que piense que el mundo es un sitio hostil donde le pueden pasar cosas muy malas. Pero me cuesta muchísimo tragarme mis angustias”

Elena – Madre de una chica de 16 años

Madres «paranoicas»

«Eres una paranoica, mamá. Nunca pasa nada”, es la frase que más repite Silvia, de 16 años, a su madre, una mujer especialmente atemorizada por los riesgos que conlleva la noche. “Me resisto a trasladar mis miedos a mi hija, no quiero que piense que el mundo es un sitio hostil donde le pueden pasar cosas muy malas. Pero me cuesta muchísimo tragarme mis angustias”, reconoce la madre. Las mayores broncas que tiene en casa son por la hora de regreso. “Le he dicho que más tarde de las dos o las tres no puede ser. A partir de esa hora, el ambiente de la noche cambia. Hay gente más mayor y mucho alcohol”, sentencia la mujer.

El psicólogo Funes asegura que, efectivamente, la alarma de muchos padres y madres no corresponde con la percepción de los jóvenes. El experto recomienda a los adultos gestionar bien sus miedos para evitar, precisamente, que los adolescentes tengan problemas obsesivos. “Los chavales deben recuperar su derecho a protegerse de un mala experiencia o un mal rollo. Tienen que aprender”, insiste.

A pesar de que muchos progenitores tienen la sensación de que la adolescencia llega de un día para otro, Funes y Rodrigo recuerdan que la educación de los hijos empieza desde que son bebés y que en la adolescencia se recogen las semillas plantadas cuando eran simples niños. “Es importante saber si tu hijo se lo pasa bien de una manera natural y sana. Debemos trasladarles la confianza de que nos cuenten cosas. Pero huir del papel de policía o el interrogador”, concluye Funes.

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