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Alcohol y juventud: entrevista de Juan Ramón Villalbí Hereter, Delegado del Gobierno español para el Plan Nacional sobre Drogas

NOTICIAS: 31.03.2022

Juan Ramón Villalbí Hereter, Delegado del Gobierno Español para el Plan Nacional sobre Drogas

«Hay que cambiar las normas sociales sobre el alcohol»

 

¿Preocupan los consumos de alcohol en España entre jóvenes?

Juan Ramón Villalbí Hereter – Aunque hayan bajado un poco en los últimos años, tenemos aún niveles de consumo y de abuso del alcohol en adolescentes y jóvenes que quisiéramos disminuir. Esto es fruto de un contexto de gran disponibilidad, precios bajos, y una promoción muy intensa, que lleva a percibir su consumo como normal, y la conducta de beber resulta muy fácil.

Por esto, seguimos con atención estos consumos mediante la serie de encuestas que vienen realizándose por el Ministerio desde 1994: Encuesta estatal sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) y Encuesta sobre Alcohol y Drogas en población general en España (EDADES).

Los datos obtenidos en los últimos años indican que el alcohol es la sustancia psicoactiva de consumo más generalizado entre adolescentes de 14 a 18 años, pese a que se trata de una sustancia cuya venta está prohibida a menores de edad. Hay que tener en cuenta que una parte de esta población que consume bebidas alcohólicas, realiza consumos intensivos, que sabemos que pueden tener efectos a largo plazo en un cerebro que sigue su maduración hasta después de los 21 años.

A menudo es difícil para los adolescentes ignorar las presiones sociales, y la presión de los compañeros puede tener una enorme influencia en los comportamientos y acciones de un adolescente, incluido el consumo de alcohol – imagen: Shutterstock

¿Se han observado cambios en los patrones de consumo entre jóvenes a causa de las medidas relacionadas con la pandemia?

La pandemia por Covid-19 y las medidas adoptadas para su control han supuesto un importante impacto tanto sanitario como social y personal a todos los niveles. En concreto, los consumos de alcohol y otras sustancias psicoactivas disminuyeron notablemente entre los adolescentes y jóvenes durante los períodos de confinamiento y de restricción de actividades de ocio.

El descenso en las intoxicaciones fue especialmente importante. Es razonable, pues a estas edades los consumos suelen producirse en un contexto de ocio y en grupo, que se modificó en este período. La Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas y su Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones está realizando un seguimiento de la situación a través de los sistemas de información ya implantados, seguimiento que se ha reforzado mediante diferentes iniciativas, tal como se recoge en los informes sobre el impacto de la Covid-19 en las adicciones en España publicados en 2020 y en 2021. Una de las iniciativas más ambiciosas fue la encuesta OEDA-COVID 2020, diseñada para obtener información significativa de la población española sobre los potenciales cambios asociados a la pandemia.

Los cambios registrados durante la pandemia confirman algo que ya veníamos observando: una menor disponibilidad, accesibilidad y reducción de oportunidades de adquirir alcohol y de consumirlo grupalmente pueden ser factores relevantes en la disminución del consumo. Estas premisas nos muestran el valor potencial de las medidas de prevención ambiental, que influyen en los entornos urbanos desde el punto de vista ecológico y social.

¿Existe una correlación entre el consumo problemático de alcohol y comportamientos violentos y/o sexuales de riesgo?

Una persona intoxicada percibe la realidad de manera alterada y esto influye en su percepción de los riesgos y en su conducta. Por eso, el consumo es un factor de riesgo para verse envuelto en actividades de riesgo que uno normalmente evitaría.

En este sentido, hay que reseñar que buena parte de la violencia relacionada con el alcohol se produce por la noche, sobre todo los fines de semana, y a menudo se localiza en los establecimientos en los que se consume alcohol o en sus proximidades. Por ello, hemos fomentado y financiado programas como Noctámbul@s, que aborda riesgos en espacios de ocio.

¿Con qué herramientas cuenta la Delegación?

La principal herramienta de mejora de las políticas de prevención es aumentar la percepción de los riesgos derivados del consumo de alcohol. Si el consumo se percibe como trivial es más fácil que se beba y que se beba más de la cuenta.

En este sentido, me gustaría destacar el programa de formación de Agentes Tutores, en el marco del Convenio con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Este programa centra su atención en situaciones relacionadas con el entorno escolar (prevención de drogodependencias, absentismo escolar, violencia entre iguales) y con el medio abierto (consumo en vía pública o venta de alcohol y tabaco a menores en locales y establecimientos públicos).

Otras medidas a destacar son los protocolos para la detección precoz e intervención con menores vulnerables, la elaboración de Planes de prevención en el ámbito laboral, el fomento de la prevención en entornos de ocio mediante la convocatoria de ayudas a Corporaciones Locales, y por supuesto la mejora del conocimiento, con la epidemiología como base para el establecimiento de políticas de prevención (encuestas EDADES, ESTUDES, o Encuesta Laboral).

El consumo de alcohol por parte de los menores es un grave problema de salud pública en España y en otros países. El alcohol es la sustancia más consumida entre los jóvenes, y el consumo de alcohol por parte de éstos supone enormes riesgos para la salud y la seguridad – ilustración: Shutterstock

¿Cuáles son las medidas que deberíamos implementar para prevenir los consumos problemáticos entre jóvenes?

El mayor determinante del consumo de bebidas alcohólicas en menores de edad es la influencia social. Los adolescentes quieren ser como los mayores, ven publicidad que les hace creer que es lo que hacen los jóvenes que les sirven de modelo, y si observan que en su entorno se bebe, beberán como parte del proceso de hacerse mayores. La importancia de la influencia social la hemos comprobado con el consumo de tabaco. En este sentido, resulta determinante cambiar la norma social, tanto las normas informales (lo que las fami-lias y la comunidad hacen porque es lo comúnmente aceptado), como las normas formales, las que se derivan de la normativa y la regulación, que pueden incorporar elementos coercitivos (como prohibiciones de elementos de promoción, venta o consumo).

El Plan anual normativo del gobierno prevé la ley de protección de los menores frente al consumo de alcohol. Pero no podemos ignorar la necesidad de refuerzo de los programas de prevención ambiental, universal, selectiva e indicada dirigidos a prevenir el consumo problemático de alcohol en adolescentes y jóvenes, teniendo en cuenta una mirada de género y la perspectiva de equidad.

Para reducir los daños relacionados con el consumo de alcohol se mencionó la necesidad de un abordaje intersectorial, ¿qué significa esto y cómo se traduce en las políticas?

La salud en todas las políticas debe tener como elementos centrales el abordaje de los determinantes de la salud, de las desigualdades y la acción intersectorial. Necesitamos desarrollar una salud pública capaz de res- ponder al mundo globalizado y a sus vertientes políticas, sociales y económicas.

Una aproximación integral a la política de drogas debe implementar medidas basadas en la evidencia en cada nivel de intervención. Esto no es retórica, tenemos ejemplos de este mismo año, logrados mediante la interacción entre diversos Ministerios. Por ejemplo, la reciente revisión de la normativa de tráfico fija en cero el nivel de alcoholemia para los menores conductores.

A los 16 años se puede conducir un ciclomotor, y no se puede comprar alcohol, pero sabemos que hay cierto consumo de alcohol a esta edad. Este cambio normativo, más exigente en la alcoholemia de los menores que con los conductores mayores de edad, desliga el inicio de la conducción del consumo de alcohol, y refuerza el mensaje social para los menores en favor de la salud. Es un ejemplo de acción intersectorial en la buena dirección.

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